jueves, 5 de noviembre de 2009

EL FONDO DE ARMARIO DEL CORRUPTO





Contemplando este fin de semana los resúmenes de prensa accedí a un siempre excelente programa en TV3, “trenta minuts”, en el que hacían resumen y comentario sobre la inefable operación Pretoria del juez Garzón. Pretoria (de Pretus un gabinete jurídico harto controvertido y en el núcleo del asunto). En ella aparecieron buenos amigos míos. Ninguno, por descontado, formaba parte de las huestes esposadas, sino de las interpretativas.


Quiero señalar a propósito, que los argumentos explicativos y rectificadores que se enumeraron son para mí poco adecuados o al menos muy limitados con respecto a la eliminación de la corrupción. En todo caso no quito razones a ninguno, pero solo acierto a estar plenamente de acuerdo con lo afirmado por Jordi Borja, cosa que aclararé dentro de poco.


Lo que diré a continuación a nadie le sonará a novedad, porque está dicho por activa y por pasiva en numerosos artículos, algunos de los cuales figuraban ya en el primer año triunfal de este medio y por desgracia en torno al mismo problema. Les recuerdo el primero, que fue en catalán:
CATALUNYA: LA "MAR BELLA" DIFOSA. En el expresaba el convencimiento que el caso Marbella, de actualidad en aquellos momentos, podía producirse en Catalunya, aunque

en una escala más difusa. Catalunya no era para mí una excepción. No me complace en absoluto el acierto a tres años vista, pero así fue. Siguió una serie de, creo, otros siete en torno al asunto de la vivienda, el incremento de precios, etc.


Dicho esto y asegurada la retaguardia vuelvo al enunciado principal de mis argumentos:


La corrupción sin base económica facilitadora es mucho menor, si hay grandes negocios inmediatos, es muy difícil el evitarla. Y en eso estamos. La base que sustenta la corrupción actual, pública y privada, es el gran negocio del siglo de la recualificación urbanística. Sin el, la cosa pierde gran interés y se resitúa en unas cifras bastante más humanas y comprensibles. Para que entiendan lo que digo, les comunico que algún experto ha hablado de 300.000.000.000 de euros (trescientos mil millones por si he errado en la cifra) de incremento de los valores del suelo en operaciones urbanísticas en la piel de toro en los últimos años. Ahora piel de oro, supongo. Sea esa cifra u otra de dimensión similar poco importa, dado su misterioso tamaño. Esa cifra es tan grande que no acierto a explicarla adecuadamente. Lo intentaré con lo que sigue: la cifra seria diez veces el presupuesto consolidado de la Generalitat para el año en curso. Diez veces. Por lo que tendríamos financiación para un país de 70 millones de ciudadanos. O, si quieren ustedes, recursos suficientes para la Generalitat durante ocho o nueve años, sin impuestos, transferencias o cosa parecida. Insisto es una cifra monstruosa. Esa es la base de la corrupción.


Mis amigos yerran en el análisis y las propuestas, la corrupción sólo se romperá en parte con la eliminación de la arbitrariedad de la plus valúa, como muy bien ha dicho Jordi Borja. Es esa base económica la que facilita y justifica la corrupción de relieve, puesto que el negocio es de tal envergadura que la tentación es imposible de resistir para algunos y los pagos comisionistas casi no significan nada frente al todo. Uno puede embolsarse varios millones de euros por una promoción relativamente modesta. Si no eliminamos esa base objetiva todas las medidas son simplemente terapéuticas, como si para combatir el cáncer usáramos paracetamol.


No puedo negar lo evidente y es justo reconocer que también la contratación pública es materia de corruptelas, pero a un nivel infinitamente menor en cuanto cifras de “negocio”. Recuerden aquello del 3%. Las medidas que eventualmente se han adoptado en varios momentos de crisis corrupta simplemente han servido para obligar a rehacer los procedimientos con que actúan las mafias de las contratas. Es un modo de hacer darwiniano. Se adaptan a los cambios en el medio. En este frente corrupto de las contrataciones públicas no hay mecanismo más eficaz que la transparencia de las contrataciones, quien contrata, quien es contratado, a qué precio, etc. Todo publico y conocido por el vecino. También la declaración fehaciente del patrimonio y de los ingresos del servidor público ayuda. Así como la selección del personal y su compromiso explicito por una gestión honesta. Lo demás es suerte, como les puedo garantizar por experiencia vivida. Algunos creen que complicando los procedimientos de contratación pueden llegar a evitar malas tentaciones. No es así. Obviamente los procedimientos son necesarios y convenientes y han de estar bien pensados, pero en el mundo de la contratación quien la quiere hacer, la hace. Y si es habilidoso puede alcanzar el éxito cumpliendo escrupulosamente los procedimientos. Piensen que el mundo de la contratación es la parte del león de los recursos públicos, una vez descontada la nómina propia y las transferencias. Y debe atenderse a una gama tan variada de cuestiones que el control muy estricto deviene imposible. Los pacientes de un hospital público deben ser atendidos, comidos, etc. sin demoras. En fin, asunto complejo que requiere, según mi parecer, reconocer que todo no puede ser controlado hasta el último detalle. Por eso hay auditorias posteriores. Si funcionan correctamente es el mejor de los mecanismos preventivos, reconociendo esa contradicción temporal, puesto que la prevención se realiza al final del ejercicio.


Finalmente les confesaré mi temor. Pienso que el temporal disminuirá en intensidad y que las medidas racionales se adoptaran a medias. Contra el poder del mundo inmobiliario hay algunos que no se han atrevido, no se atreven, ni se atreverán.


Antes de la firma, les pregunto algo que me corroe y me conmueve: ¿óomo es posible que el mundo del periodismo caiga de la higuera solo cuando algún juez o elemento parecido hace aflorar un asunto?. Es bien sabido que las andanzas de determinados individuos conducen indefectiblemente a la corrupción. Por lo visto, no investigan, simplemente se lanzan como buitres cuando la pieza ya está cazada. Muy curioso resulta que el mundo económico y de poder de La Caixa, por poner un ejemplo gordo, y que no significa nada, nunca de los jamases aparece en un mal paso en la prensa. Deben ser ángeles de la guardia, dulce compañía.



Lluis Casas reflexivo.




Postdata. Quiero aclarar algo que se está saliendo de madre: una frase mía aludiendo al eminente escritor Marcel Proust, por lo visto harto conocido para mi propia alegría en esta casa, se está convirtiendo en un martillo de herejes literarios. La reescribo para facilitar la digestión a unos y a otros: “Algunos piensan que Proust es el acabóse, pobrecitos.”


La frase iniciaba un comentario sobre las novelas de “lladres y serenos” suecas y se refería a la incomprensión del crítico “culto” hacia la gran variedad de la literatura y sus funciones, valorando exclusivamente los grandes monstruos literarios. Muy bien para la “À la recherche du temps perdu”, como también al “Quadern Gris” de Josep Pla, como a “Vida de Samuel Johnson doctor en leyes” de James Boswell, pero también a John Banville o a Camilleri o incluso al “El Capitán Trueno” de nuestro Víctor Mora, todos ellos son literatura.


Bien es sabida la enorme influencia del citado autor francés en la historia de la novela. De modo que algunos críticos hacen gala de un gran desprecio hacia todo lo que no sea de “nivel” proustiano o equivalente según su punto de vista. Y como creo que no se trataba de eso en el articulillo, hice hincapié (gran error, por lo visto después) en ese mito literario como ejemplo del mal hacer del crítico fundamentalista. Como comprenderán al releerla, no encierra ningún desprecio proustiano, faltaría más. Quede aclarado por si hubo confusión.


Volvamos pues por caminos menos accidentados, aunque me permito aconsejarles mientras tanto dos novelas cortas y excelentes sobre ese mítico mundo literario, las dos de un norteamericano vivo, Sam Savage, todo un tipo, que son Firmin y El grito del perezoso. Ahí queda, a ver qué les parecen. Ll. C.




Radio Parapanda:
HOMENAJE A MAGDA OLIVERO