Desde hace semanas me rondaba la idea de describirles sucintamente el asunto de las gripes venideras. Disponía de alguna información fidedigna que ponía en duda toda la parafernalia que se está construyendo en torno a esa epidemia de gripe nueva, dicen que provinente del cerdo. El animal más parecido al ser humano en más de un aspecto. Mis dudas sobre el asunto, contar o no contar, se centraban en ese punto de racionalidad que dice que no hables de lo que no ha pasado todavía y sobre lo que no tienes ningún control. Como además estaba la salud de media humanidad en juego, retenía como podía el ansia publicitaria. Hay que decir que se trata de un asunto con un substrato eminentemente económico. Multimillonariamente económico.
Hoy esas dudas que me embargaban se han disipado. Por fin circula, poco pero circula, información técnica y científica que pone en duda la realidad de la epidemia considerada de gran gravedad y presuntamente necesitada de grandes medios de combate. Eminentes médicos, farmaciáuticos (como nuestro celebrado doctor Laporte, hijo) y medios científicos argumentan con contundencia públicamente contra el histerismo que oculta incapacidades políticas y negocios fraudulentos. Incluso he visto por Internet un resumen del asunto con las denuncias bien claras. Lo que me ahorra la confección de un informe completo. No se sorprendan, pero en el asunto está implicado ese ángel de la guarda, dulce compañía, de Rumsfeld, el señor de la guerra de Busch y casualmente participante en los beneficios del Tamiflú, fármaco dudoso donde los haya que hará ricos a unos cuantos. Por cierto, el nombre del jarabe genera sospechas nada más pronunciarlo, ¿no les parece?
Por otro lado, puestos ya en fechas de llegada de la epidemia a nuestra parcela, vemos con satisfacción que la población peninsular se lo toma con la filosofía adecuada, ni histeria, ni miedo a lo desconocido. No se si será por un ataque de racionalidad o por ese carácter de a mi plin que tanto ayuda al indígena mediterráneo en ocasiones de fraude o de cataclismo. Lo cierto es que la gente va a la escuela tan campante y no vemos, al menos de momento, mascarillas, ni madres asustadas y , si se fijan, continúan los besos de siempre. Esa impresión popular de encarar el asunto como con la gripe habitual es ciencia pura y buen criterio. La gente ha acertado. No así los líderes mundiales sanitarios. Ni la líder sanitaria local, por descontado.
Si, como se está comprobando, la gripe nueva es una simple gripe con las ocurrencias clásicas en ellas y con los efectos colaterales de costumbre, que incorporan por desgracia los fallecimientos y los disgustos normales al caso, a que viene ese despliegue de inconsistencias. Las empresas han empezado a desplegar planes de acomodo a la desaparición de la mitad de la plantilla, se compra por miles de toneladas una vacuna que, por lo visto, poco puede hacer y no está comprobada al nivel habitual. Yo mismo, por si acaso, he prohibido al personal de nóminas que enfermen. Me dicen que las mascarillas de marras ya escasean en el mercado, por simple acumulación empresarial. Otros distribuyen accesorios de baño con jabones y detergentes, por lo que algunos celebraremos que por fin el personal vaya con las manos lavadas después de ir al baño. Algo es algo, pero a que coste.
En fin, Europa después de ver las experiencias ajenas durante el invierno transatlántico incide en la misma alarma. No ha habido pandemia allí, que es la epidemia de primera división, ni cataclismo humano que se precie. Parece ser que incluso las victiman fatales de la nueva gripe son menos que con la de siempre y, en todo caso, lo son por motivos externos a la propia gripe a causa de patologías preexistentes. Igualito a la gripe habitual.
El resultado de todo está por ver en Europa, tal vez aquí el recuerdo de la gripe española del 1918 haya marcado la memoria de todo el mundo y tengamos un pavor atávico a la gripe transmutada del cerdo. ¡Quien sabe! Pero lo que si es cierto es que el país principal productor de las vacunas pretendidamente apropiadas ha aumentado el PIB en un 300% y que las empresas, dos, que tienen la exclusiva de vacunas y Tamiflú se hacen de oro, oro que circulará por el sistema intravenoso a todas las estructuras colaboracionistas y a, faltaría más, a los comisionistas acreditados. Sorprende que frente a una pretendida pandemia mundial que, dicen, pone en riesgo a toda la humanidad, no haya ninguna propuesta de reducir costos y extender la protección sin afectar a los presupuestos ocupados en la crisis económica. Que yo sepa esos dos monstruos de la farmacia no hacen rebaja alguna por ningún motivo, al contrario, les apuestos lo que sea a que suben y suben.
En fin, otro caso internacional en el que la histeria y la incapacidad política han impedido una acción simplemente adecuada y han lanzado las alarmas como si un cataclismo cosmológico se tratara. Si recuerdan el final de agosto en televisión, la ministra del ramo ocupo todos los telediarios conjuntamente con la cohorte de consellers de salud de las CCAA. Hubo acuerdo para evitar que cada uno gestionara su propia histeria y que fuera una sola y única la que campara por la península. Algo es algo. Incluso un mejor resultado que la pugna del yo más como consecuencia de otro caso patológico-político, el de la vacuna del papiloma. Vacuna más inútil que práctica, dicen, pero que ha conseguido hacerse con el mercado gracias a la decisión precipitada y poco racional de una sola comunidad que hizo extender a todas una prevención simplemente innecesaria. El mundo de la salud, lo sabemos algunos, es una mezcla de dinero y hechiceros.
Hoy esas dudas que me embargaban se han disipado. Por fin circula, poco pero circula, información técnica y científica que pone en duda la realidad de la epidemia considerada de gran gravedad y presuntamente necesitada de grandes medios de combate. Eminentes médicos, farmaciáuticos (como nuestro celebrado doctor Laporte, hijo) y medios científicos argumentan con contundencia públicamente contra el histerismo que oculta incapacidades políticas y negocios fraudulentos. Incluso he visto por Internet un resumen del asunto con las denuncias bien claras. Lo que me ahorra la confección de un informe completo. No se sorprendan, pero en el asunto está implicado ese ángel de la guarda, dulce compañía, de Rumsfeld, el señor de la guerra de Busch y casualmente participante en los beneficios del Tamiflú, fármaco dudoso donde los haya que hará ricos a unos cuantos. Por cierto, el nombre del jarabe genera sospechas nada más pronunciarlo, ¿no les parece?
Por otro lado, puestos ya en fechas de llegada de la epidemia a nuestra parcela, vemos con satisfacción que la población peninsular se lo toma con la filosofía adecuada, ni histeria, ni miedo a lo desconocido. No se si será por un ataque de racionalidad o por ese carácter de a mi plin que tanto ayuda al indígena mediterráneo en ocasiones de fraude o de cataclismo. Lo cierto es que la gente va a la escuela tan campante y no vemos, al menos de momento, mascarillas, ni madres asustadas y , si se fijan, continúan los besos de siempre. Esa impresión popular de encarar el asunto como con la gripe habitual es ciencia pura y buen criterio. La gente ha acertado. No así los líderes mundiales sanitarios. Ni la líder sanitaria local, por descontado.
Si, como se está comprobando, la gripe nueva es una simple gripe con las ocurrencias clásicas en ellas y con los efectos colaterales de costumbre, que incorporan por desgracia los fallecimientos y los disgustos normales al caso, a que viene ese despliegue de inconsistencias. Las empresas han empezado a desplegar planes de acomodo a la desaparición de la mitad de la plantilla, se compra por miles de toneladas una vacuna que, por lo visto, poco puede hacer y no está comprobada al nivel habitual. Yo mismo, por si acaso, he prohibido al personal de nóminas que enfermen. Me dicen que las mascarillas de marras ya escasean en el mercado, por simple acumulación empresarial. Otros distribuyen accesorios de baño con jabones y detergentes, por lo que algunos celebraremos que por fin el personal vaya con las manos lavadas después de ir al baño. Algo es algo, pero a que coste.
En fin, Europa después de ver las experiencias ajenas durante el invierno transatlántico incide en la misma alarma. No ha habido pandemia allí, que es la epidemia de primera división, ni cataclismo humano que se precie. Parece ser que incluso las victiman fatales de la nueva gripe son menos que con la de siempre y, en todo caso, lo son por motivos externos a la propia gripe a causa de patologías preexistentes. Igualito a la gripe habitual.
El resultado de todo está por ver en Europa, tal vez aquí el recuerdo de la gripe española del 1918 haya marcado la memoria de todo el mundo y tengamos un pavor atávico a la gripe transmutada del cerdo. ¡Quien sabe! Pero lo que si es cierto es que el país principal productor de las vacunas pretendidamente apropiadas ha aumentado el PIB en un 300% y que las empresas, dos, que tienen la exclusiva de vacunas y Tamiflú se hacen de oro, oro que circulará por el sistema intravenoso a todas las estructuras colaboracionistas y a, faltaría más, a los comisionistas acreditados. Sorprende que frente a una pretendida pandemia mundial que, dicen, pone en riesgo a toda la humanidad, no haya ninguna propuesta de reducir costos y extender la protección sin afectar a los presupuestos ocupados en la crisis económica. Que yo sepa esos dos monstruos de la farmacia no hacen rebaja alguna por ningún motivo, al contrario, les apuestos lo que sea a que suben y suben.
En fin, otro caso internacional en el que la histeria y la incapacidad política han impedido una acción simplemente adecuada y han lanzado las alarmas como si un cataclismo cosmológico se tratara. Si recuerdan el final de agosto en televisión, la ministra del ramo ocupo todos los telediarios conjuntamente con la cohorte de consellers de salud de las CCAA. Hubo acuerdo para evitar que cada uno gestionara su propia histeria y que fuera una sola y única la que campara por la península. Algo es algo. Incluso un mejor resultado que la pugna del yo más como consecuencia de otro caso patológico-político, el de la vacuna del papiloma. Vacuna más inútil que práctica, dicen, pero que ha conseguido hacerse con el mercado gracias a la decisión precipitada y poco racional de una sola comunidad que hizo extender a todas una prevención simplemente innecesaria. El mundo de la salud, lo sabemos algunos, es una mezcla de dinero y hechiceros.
Lluís Casas con fiebre