martes, 8 de septiembre de 2009

SEGUNDA PARTE: ¿SUBIR O BAJAR LOS IMPUESTOS?





El retorno de las vacaciones, para los que hemos disfrutado de ellas, supone la reposición de los almacenes domésticos vaciados en el mes de julio. Es, pues, momento de variadas compras elementales en las que se mezclan el queso con el jersey de medio tiempo y que dan una cierta seguridad doméstica frente a los nerviosismos de la reincorporación laboral. Del mismo modo que he visitado el supermercado les confeccionaré este articulillo, a retazos y de sopetón, puesto que tenía prevista una propuesta que el capataz nacional del blog Metiendo bulla me ha echado por tierra, mar y aite al emplazarme a comentar lo de los impuestos y el Dr. Antoni Castells. Empecemos pues.


El Dr. Castells, solemne catedrático de Hacienda Pública e insigne Consejero de Economía nos dice que eso del incremento de los impuestos que el presidente federal, a través de personas interpuestas, está pregonando es un enorme error a sumar a los continuos en que ha incurrido el eminente presidente en la gestión de la crisis. En ese resumen de lo dicho por el Conseller hay multitud de consideraciones en las que de una forma general estaría de acuerdo, pero que deben matizarse muchísimo. Empecemos.


Cierto es, en las hemerotecas consta, que la gestión de la crisis por parte del gobierno federal, y de su presidente especialmente, está muy lejos de ser exitosa, acertada o medianamente coherente. Ya he dicho por activa y por pasiva que el gobierno federal no quiso enterarse de la crisis hasta que esta campaba a todo trapo por el país. Ese mal comienzo fue seguido por una peor segunda parte. La dimisión del tío Solbes pareció dar la oportunidad a un giro de seriedad, realidad y capacidad. No ha sido así tampoco. Por lo tanto, completamente de acuerdo con la torpeza gubernamental frente a la crisis. Si releen lo que he escrito reiteradas veces en el presente medio verán los detalles del asunto. El primero y principal es que el gobierno federal, por una creencia mística en la banca española, nunca se planteó el modelo de crecimiento inmobiliario y las debilidades monstruosas que ello comportaba. Esa incredulidad se extendió a la posibilidad de un crac en España incluso después de vistos el de los USA, la GB y otros. Se perdió tiempo, no se estructuró un pensamiento adecuado a las circunstancias, ni se prepararon planes y equipos dotados de lo que hay que tener cuando las cosas económicas se ponen crudas.


La matización viene ahora. Tampoco el Conseller Castells ha hecho en este asunto los deberes. Ni antes, ni después de la crisis. Que yo sepa estaba impávido e incluso indisimuladamente ilusionado frente al enorme crecimiento de los ingresos fiscales providentes del submundo inmobiliario y no hizo nada para evitar el costalazo. Ni con medidas preventivas, que podía hacerlas, ni aprovechando el momento para reequilibrar el mercado inmobiliario con la absorción pública de las viviendas en quiebra. Por lo tanto, esa crítica al presidente federal, cierta, debería ir acompañada por una autocrítica, a la que el Dr. Castells no está nada acostumbrado. La autoría lírica de una canción de Lluis Llach no implica el abandono del mundo del desacierto.


Segundo punto: la crítica al incremento fiscal para fortalecer la hacienda pública humillada y en horas bajísimas que propone el gobierno federal. Para la crítica a la medida federal y al comentario del Conseller, hay que recordar el artículo sobre la fiscalidad que les facilité la semana pasada:
EL ESCÁNDALO DEL FISCO. EL DE CADA DÍA.


El país tiene una fiscalidad rota, con un fraude de vergüenza y unas ventajas fiscales para ricos y empresarios de no te menees. Estamos lejos de la presión fiscal media europea y lejos del gasto social y la recaudación se abastece en base a los declarantes sujetos al salario. Eso no es un castigo bíblico sino una realidad querida y construida gubernamentalmente. En estas circunstancias lo que en principio es razonable: la posición de Castells de no aumentar los impuestos en época de crisis de demanda, hay que matizarla mucho, muchísimo. Obviamente tocar el IVA es afectar al consumo. El enorme retraimiento que las familias y empresas han hecho del gasto puede aumentar vía precios al presionar con el IVA con lo que pretendemos apagar el fuego con gasolina. Esa es una verdad con muchas aristas.


Otros incrementos fiscales tienen otra circunstancia. La presión fiscal sobre las grandes rentas, grandes patrimonios o ciertos consumos muy determinados, es cosa distinta. No creo que afecte al consumo, en todo caso puede, según el apretón, motivar evasiones fiscales por Andorra hacia las islas Salomón. Pero claro, espero que con la reforma fiscal haya refuerzo fiscal para el cumplimiento de las leyes básicas del ciudadano. Por lo que, presumo que según y cómo.


Lo más importante antes de la crítica es saber cuáles son los incrementos fiscales y dónde. Después hablaremos. Tal vez el Conseller sepa más que lo que el mundanal ruido permite oír; en ese caso, bien estaría que nos informara al detalle para calibrar adecuadamente si sí o si no. Mientras tanto, una cierta prudencia verbal es básica, sobretodo porque están a la espera aquellos que ingresan mucho, pagan poco y quieren no pagar nada. No hace falta echarles munición. En resumen, si el incremento fiscal va hacia los impuestos vinculados con el consumo familiar malo. Si no, bueno. Si además sirve para recuperar dignidad fiscal, justicia fiscal, progresividad fiscal, mejor. Y finalmente, emplazo al presidente federal y al consejero a que cuando las circunstancias lo permitan, reformen la fiscalidad y recuperen lo que los manuales de hacienda y la práctica de los países centroeuropeos aconsejan: la distribución de la carga fiscal según la capacidad económica real, no según el origen de las rentas. A ver que pasa.


De momento, el Conseller y catedrático de la materia ya prevee la eliminación de la fiscalidad relacionada con el patrimonio, las herencias, etc. He oído al Conseller argumentar que hay una asociación promotora para no pagar esos impuestos. Si esa es una razón, el Conseller va a tener asociaciones promotoras de rebaja fiscal por doscientos motivos distintos.


Sé de buena tinta que el Conseller ha sido reacio a cualquier propuesta de incremento fiscal desde el primer día del cargo. Me parece a mí que hay ahí motivos más ideológicos que académicos. Si fuera presidente nunca nombraría en el cargo de Conseller del ramo fiscal a alguien que no disfrutara con los impuestos. Sólo por coherencia.


Lluis Casas hasta el moño de liberales.