Dudo en aleccionarles sobre quien fue Ildefons Cerdà y dado de la existencia de tantas enciclopedias digitales paso de ello, aunque no lo hago para explicar que fue el paridor del mayor cambio urbanístico que la ciudad de Barcelona ha sufrido en su existencia. Sufrido en un doble sentido, primero en el de recibir una idea de progreso, salud pública, ordenación urbana, reducción del poder del dinero y un largo etcétera. También porque la burguesía en el poder en la ciudad, no habiendo logrado torpedear el proyecto Cerdà en su fase de aprobación, y puesto que el plan se impuso desde Madrid, logró desfigurarlo en algunos aspectos básicos. El proyecto dejó de ser un plan de mejora de la vida urbana con edificaciones que se complementaban con el ajardinamiento, una menor edificabilidad y espacios abiertos. Quedó la trama básica que ha dado vida y destino a la ciudad durante más de cien años.
¿A qué viene tamaño panegírico, se preguntaran? Pues bien este año es el aniversario Cerdà. Si ustedes lo saben, saben mucho más que la mayoría puesto que los académicos, los políticos y demás ralea no han hecho nada para que el ciudadano comprenda la enorme transformación que supuso su plan y la que hubiera supuesto si sus conciudadanos propietarios de la ciudad no la hubieran asaltado. Cerdà es el gran hombre de la Barcelona de la segunda mitad del 19, y desde esta altura edificó un proyecto que ha podido contener cambios sociales, técnicos y humanos imposibles de prever en su momento. Si Barcelona no ha sufrido un colapso circulatorio permanente es gracias a ese sistema de circulación que permite la trama Cerdà. Si las calles en el Eixample son aireadas, lo son por que Cerdà preveía esa característica y así un largísimo etcétera. Cerdà quería una ciudad en la que no se reprodujera el abigarrado urbanismo medieval y en el que la propiedad y los rendimientos que produce el suelo apropiado se ajustaran a una cosa que ahora llamamos calidad de vida y que esta fuera lo menos clasista posible.
Todo ello hace que pueda calificar a Barcelona como la ciudad que premia al decorador, el arquitecto de edificios aislados y olvida a conciencia a quien programó una ciudad moderna y más libre. Gaudí no es nadie frente a Cerdà, un simple escultor clerical en edificios altamente burgueses, catedrales, palacios y demás. Cerdà piensa en la ciudad y en sus habitantes y lucha denodadamente por imponer su moderna concepción. Gaudí diseña el hoy Parque Guell, para que la burguesía más adinerada viva en aislamiento y protección lejos del mundanal ruido que produce el proletariado. Para ello se construyó un cuartel de la Guardia Civil para su exclusiva protección, hoy es la Kasa de la Montaña, un equipamiento okupa conocido en toda Europa. Sorpresas que da la vida. Por cierto, ahora con fondos Zapatero, el Ayuntamiento les está construyendo una exclusiva escalera mecánica que hará de la Kasa de la Montaña una residencia envidiada. La burguesía de entonces tenía la misma estupidez urbana que la de ahora y no le hizo el mínimo caso al bueno de Gaudí, por lo que ahora los turistas disfrutan de un parque público y no privado.
¿Por qué la ciudad ha abandonado el centenario de Cerdà? ¿No será que los ahora mandamases urbanísticos lo consideran, como otrora sus antecesores, un individuo sospechoso de progresismo y poco dado a generar grandes beneficios urbanísticos?.
Les cito a un alcalde, por más señas notario, que a comienzos del siglo pasado y a la vista de la ciudad desde el Tibidabo dijo: ¡Cuanta propiedad inmobiliaria! El hombre obnubilado por la posibilidad de notariar toda la ciudad elevó una frase a lo que ha sido el programa esencial del urbanismo barcelonés de todos los tiempos, con Porcioles o sin Porcioles. Hacer dinero.
Otra anécdota, en tiempos de final del franquismo, un grupo de economistas entre los que me cuento, firmábamos colectivamente artículos como Enric Cerdà, en una poco acertada confusión entre el gran Cerdà urbanista y el Sardà economista de la reforma. Una síntesis que para algunos tenía futuro.
Lluis Casas, fan Cerdà.
¿A qué viene tamaño panegírico, se preguntaran? Pues bien este año es el aniversario Cerdà. Si ustedes lo saben, saben mucho más que la mayoría puesto que los académicos, los políticos y demás ralea no han hecho nada para que el ciudadano comprenda la enorme transformación que supuso su plan y la que hubiera supuesto si sus conciudadanos propietarios de la ciudad no la hubieran asaltado. Cerdà es el gran hombre de la Barcelona de la segunda mitad del 19, y desde esta altura edificó un proyecto que ha podido contener cambios sociales, técnicos y humanos imposibles de prever en su momento. Si Barcelona no ha sufrido un colapso circulatorio permanente es gracias a ese sistema de circulación que permite la trama Cerdà. Si las calles en el Eixample son aireadas, lo son por que Cerdà preveía esa característica y así un largísimo etcétera. Cerdà quería una ciudad en la que no se reprodujera el abigarrado urbanismo medieval y en el que la propiedad y los rendimientos que produce el suelo apropiado se ajustaran a una cosa que ahora llamamos calidad de vida y que esta fuera lo menos clasista posible.
Todo ello hace que pueda calificar a Barcelona como la ciudad que premia al decorador, el arquitecto de edificios aislados y olvida a conciencia a quien programó una ciudad moderna y más libre. Gaudí no es nadie frente a Cerdà, un simple escultor clerical en edificios altamente burgueses, catedrales, palacios y demás. Cerdà piensa en la ciudad y en sus habitantes y lucha denodadamente por imponer su moderna concepción. Gaudí diseña el hoy Parque Guell, para que la burguesía más adinerada viva en aislamiento y protección lejos del mundanal ruido que produce el proletariado. Para ello se construyó un cuartel de la Guardia Civil para su exclusiva protección, hoy es la Kasa de la Montaña, un equipamiento okupa conocido en toda Europa. Sorpresas que da la vida. Por cierto, ahora con fondos Zapatero, el Ayuntamiento les está construyendo una exclusiva escalera mecánica que hará de la Kasa de la Montaña una residencia envidiada. La burguesía de entonces tenía la misma estupidez urbana que la de ahora y no le hizo el mínimo caso al bueno de Gaudí, por lo que ahora los turistas disfrutan de un parque público y no privado.
¿Por qué la ciudad ha abandonado el centenario de Cerdà? ¿No será que los ahora mandamases urbanísticos lo consideran, como otrora sus antecesores, un individuo sospechoso de progresismo y poco dado a generar grandes beneficios urbanísticos?.
Les cito a un alcalde, por más señas notario, que a comienzos del siglo pasado y a la vista de la ciudad desde el Tibidabo dijo: ¡Cuanta propiedad inmobiliaria! El hombre obnubilado por la posibilidad de notariar toda la ciudad elevó una frase a lo que ha sido el programa esencial del urbanismo barcelonés de todos los tiempos, con Porcioles o sin Porcioles. Hacer dinero.
Otra anécdota, en tiempos de final del franquismo, un grupo de economistas entre los que me cuento, firmábamos colectivamente artículos como Enric Cerdà, en una poco acertada confusión entre el gran Cerdà urbanista y el Sardà economista de la reforma. Una síntesis que para algunos tenía futuro.
Lluis Casas, fan Cerdà.