jueves, 2 de julio de 2009

LECTURAS VERANIEGAS, LECTURAS DE SIEMPRE





No voy a hablar de Zapatero, puesto que dicho está lo que está dicho, me abstengo. Aunque les anunció un título, que no se si utilizaré y que tenía pensado a raíz del suplemento semanal de El País en el que aparece el presidente y unos españoles de a pié. Lleva por título: La pornografía sin límites. Con lo dicho, cambio de tercio.


Ya en otras ocasiones les he dado la tabarra sobre algunos libros e, incluso, información privilegiada sobre algunas lecturas veraniegas. Este año, atendiendo a mi planificada baja laboral por motivos de restauración articular, me adelanto un poco a las habituales fechas, puesto que lo tengo todo prácticamente leído. La ola de calor en la que nos mantiene el gobierno también es un buen motivo para adelantar títulos de ficción que nos alejen de esas sagas políticas inacabables como son la financiación, las cajas de ahorro y el sector inmobiliario.


Para mi propia seguridad y tranquilidad espiritual mantengo siempre una reserva india de lecturas en ediciones de bolsillo que sirven para enfrentar circunstancias carenciales agudas y atender las emergencias de todo tipo. Por lo que mis amigos lectores pueden estar tranquilos: no carezco, a pesar de mi adelantada lectura veraniega, de recursos. Su uso es esporádico, pero acudo a ese estoc como método de salvación del alma. Estos títulos en reserva se los ahorraré al lector, puesto que responden a ciertas consideraciones que están fuera del tiempo publicatorio y más allá de la moda circunstancial.


Revisando los títulos previstos inicialmente, más otros que aparecieron como aportación de visitas amistosas y con ánimo de estructurar una cierta estrategia lectora, me he dado la libertad de atender a tres conceptos fundamentales de la lectura. Uno el del libre disfrute de un libro sin más pretensiones que resultar interesante, atrapante y satisfactorio (ahí es nada, no crean); la otra categoría atiende, si quieren, a unas virtudes teologales más elitistas en razón a las cualidades literarias, temporales o políticas del volumen. Y finalmente el clásico cajón de sastre para el que está en la lista y no sabe por qué.


En mis propias circunstancias de este final de primavera, primero estrictamente nosocomiales y posteriormente de enclaustramiento efímero casero, era necesario disponer de literatura de distracción, de la primera categoría explicitada. La lista y los comentarios atienden a esa consideración:


1. Con toda la consciencia del mundo, la serie Millenieum del fallecido Stieg Larsson. Son tres volúmenes de tropecientas páginas cada uno, con una suma total de 2800. El éxito de público ha provocado grandes conflictos en el metro, puesto que la lectura de un volumen de 800 páginas cada uno ocupa un espacio que a determinadas horas del día es inexistente. Mi recomendación es que se dejen llevar por la trama, sin reflexiones tácticas, y atiendan a un trasfondo político de primer orden. Los personajes responden al tipo de novela, de lladres i serenos que decimos en mi tierra (o sea, Matarenys) por lo que son duros y ejemplares. No se los pierdan, además pueden durarles toda una vida si su velocidad lectora es conservadora. Tienen el riesgo de reducir su tasa de descanso nocturno si se dejan atrapar.


2. No podía faltar el maestro Camilleri, con dos títulos que reafirman esa suave y delicada relación que un lector establece con Andrea, nuestro Andrea. Ellos son Foguerada d’agost y La muerte de Amalia Sacerdote. Uno de la serie Montalbano y el otro de la libre producción camilleriana. Los dos excelentes, como siempre, y espléndidamente cercanos en olores y gustos.


3. A continuación viene un valor seguro, que, como el Tour de Francia, es constante en su aparición: John Le Carré con su L’home més buscat. A nadie le ha de extrañar la contundente escritura y la amarga trama que contiene, puro Le Carré.


4. Donna Leon aparece con un título con un cierto tiempo encima, La muerte en la Fenice, en donde el inspector Brunetti hace de las suyas, como siempre, en un territorio en propiedad como es Venecia y en este caso como telón de fondo los cantantes de una ópera que fue consumida por el fuego, como el Liceu. Siempre son valores seguros, que aunque no desgravan, tienen un interés garantizado.


5. No podían faltar algunos títulos de aventuras, les pongo uno de ellos, el de John Boyle, Motí a la Bounty, que recupera la vieja historia marinera dándole un cambio en la apreciación de los personajes que se corresponde más con la presunta realidad histórica. La isla de Pitcairn, refugio final de la rebelión, siempre tiene atracción sobre los lectores.


Haciendo un salto hacia lecturas más consistentes les cito las siguientes:


1. Valeri Grossman, Todo Fluye. El enorme autor ruso repite publicación con un volumen que es una especie de segunda parte, un tanto especial, de su obra máxima Vida y Destino. Literatura y vida en primera persona. El comunismo estalinista en la mesa de operaciones.


2. Denis Johnson, Árbol de humo. Un autor desconocido en España nos narra la guerra de Vietnam. Te deja de piedra.


3. Gabriel Chevalier, La por. La primera guerra mundial a través de un soldado, un poilú francés, que reconoce la verdad del conflicto, el miedo profundo.


4. Eduard Dowes Dekker (MULTATULI), Max Havelaar o las subastas de café de la compañía comercial. Un autor holandés del 19 en una edición que hace honor a un excelente producto literario y humano.

En el cajón de sastre, dispongo de los siguientes productos:


Patrick O’Brian, Els Catalans. Una primera obra, que considero fallida frente a la contundencia narrativa de la serie marina.
Javier Cercas, Anatomía de un instante. El relato, un tanto suyo, del golpe o golpes de estado del 81. Tal vez un tanto reiterado en argumentos y explicaciones.


Francisco Casavella, “Lo que se de los vampiros”. Otro autor desaparecido en combate cuando aun no tocaba. Pienso que es una obra fallida que descansa en un enciclopédico esfuerzo de documentación e imaginación.


José Saramago, el viaje del elefante. No nos tiene acostumbrados el premio Nobel a tareas tan superficiales. Se lee con gusto, aunque poco queda.


Charles Darwin, viaje alrededor del mundo. En primera persona una narración del viaje que cambio la concepción del hombre.


Jared Diamond, “Colapso, ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen?”. Un Autor que dispone de dos o tres títulos excelentes sobre la historia humana basados en la influencia de la tecnología y el conocimiento.


Quedo, después de semejante lista, a su disposición por si hay reclamaciones u opiniones contrastadas con lo que les digo.


Lluís Casas en manos de unas muletas inglesas.