sábado, 7 de febrero de 2009

¿GOBIERNO AMBIENTALISTA?





Me temo que voy a decepcionar a mi ilustre y apreciado editor, dado que en una breve nota electrónica me sugiere que les comente esa reciente manifestación de ecologismo que el ministerio de todos los medios (ministerio del medio ambiente, medio agrícola y medio marino) ha puesto a disposición de los legisladores para que las construcciones realizadas en la zona marítimo terrestre, es decir pegadas al mar, puedan permanecer tranquilas y confiadas, e incluso crecer en valor inmobiliario en el futuro. Un cambio radical respecto a la intensa campaña que la ministra anterior ejerció sobre una costa necesitada de acción y orden públicos.


La invitación al debate estaba inocentemente contenida en la sugerencia, el editor pretende que hinque los caninos en la yugular de esa ministra sin norte, perteneciente a un gobierno socialista sin sur. No voy a hacerlo. No tiene sentido.


Lo que ha propuesto la ministra y que puede rectificarse en sede parlamentaria (ojo al parche) no es más que un acto consecuente con los objetivos del gobierno. Lo ha hecho de tapadillo y en otra ley que nada viene al caso.


En la
primavera pasada, una vez ultimadas las espectaculares elecciones de marzo, todo el mundo quedó sorprendido cuando el presidente eliminó el ministerio de medio ambiente, un lujo eclesial para cualquier presidente que esté al loro de las políticas de actualidad, y donó sus competencias a su enemigo del alma, la agricultura y la pesca subvencionada y extensiva. No parecía que fuese una ocurrencia presidencial, sino que auguraba un solemne cambio de tendencia. Así ha sido en este escaso año transcurrido.


La política hidráulica de limitación de los trasvases y la utilización estratégica de las desaladoras ha saltado por los aires. Mientras haya agua que trasvasar, el gobierno la prefiere a la prudencia del equilibrio interno. Esto es tanto como dar la razón a la agricultura de riego extensivo, a la urbanización salvaje y al margen de los recursos hídricos y unas cuantas salvajadas más. En síntesis es dar la razón a Paco, conocido como el Pocero. Ilustre inmobiliario a base de miles de viviendas sin planificación detrás y perseguidor de alcaldes y regidores de IU que no se doblan ante sus comisiones.


Esa primera victima ha ido cayendo despacio, con discreción. A pesar de que a algún director general se le han escapado parciales explicaciones de la nueva estrategia gubernamental.


Para lo de las costas y la urbanización sin permiso, se estaba aplicando la misma táctica. Con alevosía y nocturnidad, se pretende que el congreso de los diputados de marcha atrás a la acción desarrollada hasta ahora: no más propiedad privada en la zona de 20 metros. Recuerden una piscina mallorquina, la del ínclito Pedro Jota, y un sin fin de
chiringuitos y otras construcciones mucho más sólidas, hoteles en Almería, o en las Islas Canarias sin ir más lejos. De eso se trata, de que ese hotel no tenga que ir al suelo, de que esa piscina permanezca y lógicamente que haya otras. ¿Quién va a impedirlo?


En fin, el resumen en este caso es breve y claro. Sigan haciendo lo que les de la gana, con el urbanismo salvaje no se juega. Es materia intrínseca con el alto desarrollo humano, social y económico del país.




Lluis Casas, con el desodorante listo