miércoles, 11 de febrero de 2009

¿A CUÁNTO SE COTIZA EL KILO DE BASURA?




Debo confesarles que el título del articulillo incorporaba un término alternativo al de basura. Término mucho más orgánico y contundente y probablemente descriptivo, pero, en fin, los buenos modales y la discreción que el editor me exige han hecho que encabece lo que sigue con gran moderación y ecuanimidad tratándose de lo que se trata.



La referencia del kilo de basura se refiere, para que no se me desorienten, a este invento reciente de los bancos públicos malos. Bancos que acumularan los activos, es decir créditos otorgados (término muy desprestigiado en este momento), que posee el sistema bancario internacional y que no tienen más respaldo real que la buena voluntad de los dioses, dado que en la tierra no valen nada. Ese banco acumulador, tal que una batería, de créditos impagables y por lo tanto incobrables, debe ser público, faltaría más, dado que no hay empresario banquil (no utilizo bancario para demostrar que tenemos un nuevo sector financiero substancialmente distinto al tradicional) que los quiera. Una operación de pura ortodoxia liberal. Socializar las pérdidas (ahora la basura bancaria) hubiéramos dicho en épocas más definitorias, sistema de una enorme justicia distributiva. Cuando hay ganancias a espuertas todo se lo lleva el consejo de dirección y los accionistas, y cuando hemos metido la pata, el remo y otros adminículos articulados hasta el fondo creando unas pérdidas supermillonarias, viene el sector público y se las lleva para el solo. Espléndida jugada. Que además se hace con los mismo directivos bancarios que han producido la catástrofe, aunque eso si, van a rebajarles el sueldo de cien millones a treinta. Todo un gesto. Yo propondría un fondo especial para el sueldo del gran Magdoff, el neoyorquino más reputado y que se encuentra en la miseria y abandonado por sus propios hijos. Hay que ser comprensivo y humano. Para eso estamos.



El sistema se va aplicar en los USA y hay discusiones europeas que no harán más que aplazarlo. Parece ser que España ha tenido sus más y sus menos con la propuesta y por el momento ha logrado aplazarla. La comidilla del asunto es que la postura inflexible del tío Solbes se debe a las ordenes recibidas del dios Botín, dado que como su publicidad dice que no ha generado basura no tiene derecho a que se la compren, por lo que, prefiere que no exista el banco malo europeo. Aluden a no se qué cosas de la competencia.



Si bien los resultados bancarios de la crisis son pura basura, expresión coloquial que tiene ciertas moderadas excepciones, entre las que, dicen ellos, se encuentra la banca española (ya lo veremos), no son las únicas pérdidas que se pretende endiñar al colectivo social de los que pagamos al fisco. Ahí están por lo menos, la industria automovilística y según el decir de los empresarios catalanes, todo el metal. Quieren subvenciones, dado que nadie les compra nada. Actitud más que coherente con las expresiones de no hace mucho con respecto a las obligaciones públicas.



Pero la pregunta del millón es: ¿qué vale el kilo de basura bancaria? El kilo o la unidad de cuenta que se establezca, da igual. ¿Cómo vamos a valorar un crédito que no tiene comprador en el mercado por que no tiene pagador solvente? Eso en el mercado de San Adrián no vale una perra gorda. Ahora bien, si nos ponemos en Wall Street la cosa cambia. Ahí el valor inexistente debe pagarse de alguna manera. Es como una obligación religiosa. Un deber ineludible que nace con el bautismo. Un crédito siempre será un crédito y por lo tanto algo vale. Los críticos ilustrados, como Krugmann, aducen que el valor es el valor que les da el mercado de la basura, coinciden con eso con el mercado de San Adrián. Los que son menos ilustrados pero mucho más listos pondrán un precio político en base a que hay que salvar la banca, manque nos robe a espuertas. Por que la banca es la banca y resulta imprescindible para la tarjeta Visa, que va
a lo loco. Todo un razonamiento en plena crisis financiera. Como los políticos son asustadizos les van a hacer caso, ya lo vera.



Verán ustedes cual es el precio del kilo de basura fijado, información que servirá para lustrara las facultades de economía, por el sistema del más tonto corre que se las pela. En mi próxima reencarnación como economista no voy a perderme las clases en donde se explica como se forman los precios. Va a ser emocionante escuchar a los neoclásicos y a los Minnesota boys hablar de modelos matemáticos y de propensiones a la compra de basura. Les recomiendo la película, en la mejor tradición cómica.



Pues bien, si realmente la basura no vale nada, pura realidad descriptiva de lo que hay, la ayuda bancaria debe traducirse en algo que puede llamarse simplemente nacionalización de la banca. Una nacionalización temporal, si quieren o si temen abrasarse con el término. Nacionalización en base a las aportaciones públicas que equilibren balances bancarios y que permitan reemprender la senda normal del crédito. Si la actividad deviene normalizada, ya habrá tiempo y oportunidad para vender la parte pública y recuperar la inversión. Algo simple, claro y útil. De paso, al hacernos con la banca, largamos lastre con la detención y puesta a disposición del juez de los directivos locos, estúpidos o simplemente estafadores responsables de todo el desaguisado.



¿No les conmueve la propuesta? De hecho en los USA se discute en serio y en Europa debería hacerse. De modo que fuera innecesario saber que vale el kilo de m…, quiero decir: basura.



Lluís Casas escatológico