viernes, 24 de agosto de 2012

4. CRÓNICAS BAJO LA SOMBRA DE UN PINO


Excluyendo la crueldad del gran desplazamiento, a las Seycheles o a Pernambuco por decir algo, la estancia vacacional consta de dos elementos sabiamente imprevistos. En primera instancia está eso precisamente, la propia estancia en el lugar elegido o asignado, según las fuerzas familiares y las circunstancias del entorno.


El siguiente elemento es lo que podríamos llamar el meneo. Se trata de una actividad a veces frenética y en otras ocasiones más calmada que consiste en abandonar el núcleo duro de las vacaciones y emprender más o menos rápidos desplazamientos a pueblos, fiestas, restaurantes, conciertos, visitas no deseadas o a hacer que el cuerpo se desgaste en interminables caminatas por los CR marcados con el rojo y el verde. También es conveniente incluir en este apartado los movimientos que originan los diversos suministros especiales que, por su precio, calidad o dificultoso alcance habitual, exigen subir al vehiculo y lanzarse a una aventura de coste económico desconocido, alto y de
tardanza totalmente imprevisible, aunque también considerablemente larga.


El primer elemento sabiamente administrado es más que suficiente para considerar las vacaciones debidamente superadas. El segundo puede ser en todo caso opcional, aunque muy difícil de evitar, a menos que con la colaboración de algún erizo marino uno esté con el pie escayolado. Eso, sin hablar de las amables medusas. En esas circunstancias es relativamente fácil evitar ser trasladado de un sitio a otro, aunque ello no evita la totalidad de los gastos correspondientes.


En el territorio circundante de mi reposo guerrero, esos meneos han devenido para este año muy restringidos. El motivo es el enorme incendio que arrasó una parte del Alt Empordà.


La visión del incendió tan reciente ha desanimado totalmente los desplazamientos que atraviesan, rozan u obligan a contemplar el destrozo. Con una sintonía familiar poco habitual, hemos decidido que nos abstendremos de circular por esos vericuetos y esperaremos a que el paso de los meses proceda a una cierta recuperación vegetal y que un asomo de colorido reaparezca. Será imposible evitar la contemplación de los muy distintos cadáveres dejados en abandono, pero al menos, la confirmación de la fuerza de la naturaleza confortará el ánimo afectado.


El incendio susodicho ha puesto en evidencia distintas situaciones y realidades que añaden indignación a la acumulada por todo lo perdido.


La primera que anoto, sin dar relevancia a la posición, es que la conexión de movilidad catalano-francesa es de una precariedad más que inquietante. De hecho se trata de un estrecho corredor por donde circulan los ejes de autopista y de la nacional 2, a lo que debemos añadir ahora, la vía del AVE, Barcelona Paris, en proceso de culminación de obras en el tramo Barcelona Figueres. Por ahí pasó Aníbal con sus muchachos y sus elefantes y ha sido desde entonces la vía natural de todas las invasiones de turistas, de mercancías, etc. que podamos imaginar. Ese eje estratégico es tan estrecho como la tolerancia papal y cualquier circunstancia cierra la puerta a Europa.


Su única alternativa, excluyendo el breve desplazamiento a Euskadi y la aleatoria opción por cualquiera de las vías pirenaicas, absolutamente incompetentes para ello, es el eje paralelo de la nacional 260, la anciana línea ferroviaria por la costa de Port Bou, con cambio de vía obligatorio. Esa alternativa fue eliminada implacablemente por un ligero incendio que estalló al mismo tiempo que el principal y dio por resultado dos fallecidos e interminables colas  hacia destinos insospechados para todos aquellos que tenían que entrar o salir. Muchos optaron por la simple instalación momentánea y a precario en los polideportivos municipales y por la ayuda de los residentes de facto en las poblaciones del recorrido.


El asunto viene a cuento por un hecho circunstancial, el debate sobre la conexión ferroviaria con Europa con ancho único y preparada para absorber un porcentaje del transporte de mercancías que sea congruente con el desarrollo económico y con la sostenibilidad ambiental y el ahorro energético. El falso debate entre el eje del Mediterráneo y la alternativa aragonesa han coincidido con la desgracia del incendio y con el fallecimiento de diversas personas.


El hecho que el eje mayor de contacto con Europa y con los centros de producción de mercancías exportables o importables esté en las condiciones que está es una evidencia de la obsoleta política de las infraestructuras españolas, siempre contempladas desde el fragor ardiente del pensamiento unitario y la centralidad capitalina. Lean a Germà Bel, en “España, capital Paris”, y tendrán un adecuado y extremadamente acertado análisis de la incapacidad de trasformación económica que ha marcado casi siempre a la gobernanza desde el centro.


Hay que considerar también que la resolución de esa histórica falta, es coincidente con la “desconfianza” centralista hacia Catalunya. Las infraestructuras que le afectan, sean cuales sean, han sufrido y sufren retrasos, limitaciones, errores que no son fruto solo de la secular incompetencia como estado sino que son el resultado de una política decidida y mantenida.


Si ustedes son viajeros históricos coincidirán conmigo en que las dos mayores ciudades del país, Madrid y Barcelona, hubieran debido estar excelentemente comunicadas por carretera, ferrocarril y avión. Sin necesidad de imponer una u otra, sino viendo una asociación potente de desarrollo económico. Analicen ahora las fechas, si las hubiere, en que instalaciones e infraestructuras básicas para ese concepto han sido inauguradas. La sorpresa puede ser mayúscula y la impresión es que estamos en alguno de los asuntos vitales como si iniciáramos el despliegue de la movilidad económica. De hecho, por carretera no existe una vía de gran potencia entre ambas, el AVE es más bien
reciente y el ferrocarril tradicional todavía está como estaba hace décadas.


Tal vez les parecerá cogida por los pelos esta reflexión, pero a mi no me lo parece cuando para hacer 30 kilómetros hasta el primer centro comercial francés me encuentro bloqueado en una nacional 2 ridícula y rodeada de comercios que ofrecen a un lado pastis y perfumes a buen precio a los franceses y antaño, desde el otro lado, libros prohibidos a los españoles. Y todo con cruzar 15 metros.



LLuís Casas firmes y sin moverse lo más mínimo