sábado, 11 de agosto de 2012

2. CRÓNICAS BAJO LA SOMBRA DE UN PINO




Con toda la intención he empezado esta serie estival de anotaciones con una deriva intrascendente y perfectamente vacacional: la sombra que nos permite recuperar la lentitud, la modorra eficiente y el ver pasar los asuntos, la gente y los problemas como si no fueran con nosotros. Al menos hasta las fechas que marcan lo que los franceses llaman “la rentreé”.

Pero sí van con nosotros y mucho. Al menos aquellas que están definiendo un oscuro porvenir para la mayoría de residentes voluntarios o forzados en cualquier lugar de este soleado país.

Siguiendo la tradición agosteña, las decisiones se apuntan, pero no se llevan a cabo. Incluso esa sorprendente actitud ya es propia no solo del sur afectado por la soleá que todo lo justificaba, sino más hacia el norte, en donde la creencia en el dolor no solo  es un acomodo como aquí, sino una exigencia profunda de vida.

Para sorpresa y, tal vez, disgusto de algunos que daban por descontado que podrían pasar algunos días o semanas recuperando el puro y la hamaca al albur de ciertos comentarios del eminente delegado sobre el BCE, esto no va a ser así. Como cabía esperar para todo aquel que ha seguido con cierta racionalidad y coherencia la historia de la crisis.

La reunión del BCE no terminó como teóricamente había apuntado Draghi, solo unos días antes y que conmovió las conciencias y los bolsillos de los mercados financieros haciendo como si la prima de riesgo torciera el gesto e iniciara su claro y definitivo descenso. Los resultados de esa reunión han quedado bien claros, el BCE sigue siendo una sucursal menor del Bundesbank y tiene tanto de autonomía como la que proporciona el estado actual de la ley de la dependencia a los sufridas familias españolas. Aunque detrás, dicen, se hallan las bases de algunos cambios que pueden darle al ahora aparente timorato Draghi una posición de aventajado jugador de poker. En todo caso eso se verá.

Si a muchos no nos ha sorprendido el resultado de la reunión del BCE, a dos si que les ha dado una solemne patada en el trasero. Con enorme torpeza don Mariano (que no acierta ni una) y el signore Monti, tan hábil otras veces, se encontraron en La Moncloa para celebrar que el BCE iba a empezar a hacer de banco central. Sin moverse de sitio tuvieron que afirmar a la salida que todo iba perfectamente bien y según lo acordado, para no reconocer lo que sus caras expresaban. Un enorme fracaso de sus movimientos en las últimas semanas para evitar a toda costa lo que otros, también a toda costa quieren: que soliciten la intervención definitiva de una o de ambas economías. Un asunto ya de nivel en donde los haya.

La realidad es más dura que las caras de ambos jefes de los ejecutivos italiano y español. Si quieren pasta, habrán de solicitarla formalmente y suscribir todas y cada una de las condiciones de la póliza de salvación de ¿qué? Les han dicho de una manera casi definitiva quienes tienen la llave de la caja.

Eso para Monti es un problemón, pero para don Mariano es la ruina política total, definitiva y provocadora de su vuelta a la costa a ejercer de registrador de la propiedad en tiempos bien chungos para esta peculiar profesión. Las condiciones que se establecen para esa segunda intervención en España, la primera fue la bancaria, rozan el suicidio colectivo y obviamente afectan a la línea de flotación del gobierno del PP, las pensiones. El último refugio de votos que no ha sido afectado directamente por las ocurrentes medidas que la derechota está aplicando (ojo, afectados si han estado a través de otras medidas como el IVA, el coste de los medicamentos, el IRPF, etc.).

Así que el hombre tiende a resistir todo lo que puedan sus ciudadanos a base de mayores recortes, mayores impuestos selectivos y todas las improvisaciones que sus numerosos ministros económicos puedan llegar a sugerirle. Las penúltimas medidas (haylas cada fin de semana) son una colección de absurdidades casi todas tendentes a reducir la economía y su derivado fiscal.

Mientras él no firme esa solicitud a la UE, el hombre piensa que su desgaste es simplemente laminar y que el ser supremo enviará finalmente a doña Merkel el aviso conveniente para salvar no solo su alma, sino el cargo que ostenta después de cientos de años y miles de intentos de alcanzarlo. Don Mariano actúa en su propio interés, aunque sin beneficio para nadie que se pueda citar.

La vía elegida de “reformas” es tan selectiva que olvida, obviamente ex profeso, a los sectores pudientes, a los que defraudan, a los que tienen legislaciones ad hoc para pagar poco al fisco, a los que derivan capitales a los paraísos terrenales y un etcétera que equilibraría las cuentas del estado y evitaría tal vez mayores sacrificios de los de siempre. La UE, el BCE no son instituciones alegremente agresivas, lo son como reflejo de su elección política neoliberal y tendente a la segregación social. De ahí que los futuros sacrificados vayan a ser los pensionistas, los parados que disponen aun de cierta protección y, de nuevo, otra parte de los grandes servicios de igualdad, salud, educación y prestaciones sociales. Un camino más a la derecha, más regresivo para la economía y que solo garantiza, teóricamente, que alguien cobrará por lo debido a costa de quienes no deben nada.

Lluís Casas habiéndose olvidado de la gorra.