miércoles, 9 de mayo de 2012

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO EN FRANCIA



No les parecerá mal que cite, como tantas veces, algunas referencias cinematográficas para resaltar o simplemente señalar sucesos, ideas o paranoias. Los lectores de estos escritos, si los hubiera, ya estarán habituados a que el mundo cinematográfico o libresco aparezca por estos pagos cual directivas de la UE.

Para los de cierta edad o experiencia, el título del articulillo les recordará a buen seguro un excelente film de Henry King, con Gregory Peck, Susan Hayward y Ava Gardner (¡dios mío!), un film de 1952 (lo que ha llovido desde entonces, aunque sigue la cacería de elefantes), basado en una novela de Ernest Hemingway. El asunto, sin más importancia por lo demás, recuerda ciertamente algunos problemillas que Hemingway tenia y que nunca solía resolver a conciencia. Como es lógico la cosa pasaba en África en las faldas del volcán nevado de Tanzania en donde la negritud posaba como siempre de simple decorado.

Hoy, Robert Guèdiguian con Ariane Ascaride y Jean-Pierre Rarroussin, repiten título (2011), pero nada tiene que ver con el primer asunto cinematográfico del mismo título. Si recuerdan Marius y Janette, entre otros pocos films del autor vistos por aquí, su memoria les devolverá a un director claramente francés (coral, parlanchín y vivencial), que representa un hilo distinto a lo que nos tiene acostumbrados la industria de la exhibición en casa.  

El título repetido responde a un recuerdo de los protagonistas, la canción de Pascal Danel, contemporáneo de Adamo, que escuchaban en su juventud. Otra referencia es, faltaría más siendo francés, Víctor Hugo, con su “Les pauvres gens”.

La historia es la de un sindicalista honesto, un izquierdista perplejo con los cambios económicos y sociales, un padre un tanto decepcionado y un “citoyen” bueno. Un hombre que para lograr el bien sabe qué hay que tener bondad en los actos. O, al revés, que no se edifica el bien mediante acciones de maldad. Aunque, aparentemente, estuvieran justificadas.

La coincidencia de la visión del film, que obviamente les recomiendo a sabiendas de la necesidad del pañuelo para lágrimas, con el resultado electoral de las presidenciales francesas es cuando menos oportuno y ejemplarizante: hay esperanza todavía.

Y no solo con ese resultado que abre posibilidades (ya veremos la realidad subsecuente), sino que se le puede añadir una nueva derrota de la acérica Merkel en su antiguo feudo de Schleswing-Holstein un land alemán, colindante con Dinamarca.

Así pues, Monsieur Hollande no está solo. El de Parapanda lo ha puesto más que bien al lado de Andalucía, pero igualmente  se puede añadir, aunque con prevenciones altísimas, a lo que los griegos han dicho en las urnas.

Un fin de semana de lo más atractivo para el que no tenía que votar directamente y pasarse las horas mordiéndose las uñas. Otra guinda al pastel dominguero es la primera parte contratante de Servia, en donde la opción europeízante nos recuerda el enorme peso que aún tiene el valor de la paz y de la colaboración en el proyecto un tanto “sedotto e abbandonatto” por los líderes actuales (por llamarlos con excesivo respeto), que conserva aquello que empezó con el carbón y el acero.

En fin, que como comienzo de la semana y en honor a la mejor luna llena del año no está nada mal. En cambio, nuestro lunes casero nos aporta noticias frescas y distintas con respecto a la influencia de la banca y de los ejecutivos bien vinculados con el actual poder depresivo.

El señor Rato, un inmenso culpable como ministro económico, ha conseguido lo que nadie: crédito abundante del estado para reflotar su portaaviones a la deriva y con el nivel del agua superando las bombas de achique. ¿Cuántos empresarios, directores de escuela, hospitales y guarderías querrían ese trato preferente y amoroso y, en cambio, solo obtienen recorte tras recorte? También ofende que si al portaaviones de Rato, Bankia, le ofrecen crédito por un tubo, al portaaviones real, Príncipe de Asturias, nuestro elemento disuasorio (¿contra quien?) por excelencia no le dan un duro ni para repasar el óxido del tapacoños, nombre oficial, registrado do corresponde, de un utensilio marinero que el buen lector sabrá reconocer.

Probablemente ambas noticias estén relacionadas. Al gobierno le está creciendo tanto la nariz por sus innumerables mentiras que necesita una cierta compensación de pasivos en el momento que salva del infierno a su amigo del alma Rato. Y, ahí está, el Príncipe de Asturias en versión portaaviones para que el personal sonría satisfecho.

Como un enorme periodista terminaba sus crónicas en La Vanguardia (en aquellos momentos ya pasados se apellidaba Española), así es o así me lo parece.

Lluis Casas, estrenando sonrisa.


Radio Parapanda. (1) LA DISTRIBUCIÓN DE LAS RENTAS COMO VÍA AL SOCIALISMO