viernes, 2 de marzo de 2012

EUROVEGAS, MAQUILA CATALANA



LA MAQUILA CATALANA: Bienvenido Mr. Adelson trató de los jacarandosos negocios que se traen entre manos el Enviado de Sam Gincana y el president de la Generalitat Artur Mas. Seguimos con tan recurrente asunto: el sheriff de Las Vegas, un conocido mío de cuando compartía amistad con Frank Sinatra, me llamó hace unos días al saber que en Barcelona había posibilidades de implantar un gran centro de ocio y juego. El hombre, un tanto simple, estaba preocupado por el futuro de su trabajo. Si Barcelona se convertía en el gran centro de atracción de tamaño negocio, su puesto de trabajo, altamente rentable en sueldos, comisiones y regalos, podría verse afectado. Y eso no sólo le preocupa, sino que ya ni duerme, el pobre.

El hombre quería saber cómo andaba el asunto y si la información publicada reflejaba o no la realidad. Como disponía de mi teléfono secreto tuvo la ocurrencia de llamar y preguntar. Yo simplemente le pasé los correos electrónicos de don Artur y de doña Esperanza, advirtiéndole que ambos eran unos bocazas de tomo y lomo. Ya se apañaran, pensé.

En estas, también desde Parapanda me llega la pregunta, ¿qué piensas de EuroVegas? Y, claro, en este caso no puedo escurrir el bulto como con el sheriff.

En primer lugar y para tranquilizar al lector que me desconozca, diré lo de aquel vasco: soy contrario. Pero a continuación les describo lo que pienso para no cerrar el asunto un tanto precipitadamente.

En primer lugar, la información difundida hasta ahora es más bien poco clara y muy contradictoria. Empezó con el juego a lo bestia y todas las actividades que se generan a su alrededor (y que me abstengo de calificar, no sea que se me vaya la mano) y ha ido transformándose en centros de convenciones, residencias, campos de golf y otras instalaciones más bien vistas que otras. En fin, de hecho no sabemos exactamente de qué estamos hablando. Eso es ya un punto en contra.

En segundo lugar hay el empresario impulsor de la operación. Un hombre que de ejemplar no tiene mucho y que es seguido de cerca por diversos presuntos delitos de orden económico allende los mares. No podíamos esperar cosa distinta de alguien que vive de lo que vive, por muy anciano que ya esté. Una inversión y el inversor son cosas que van juntas y empaquetadas. No hay buena inversión, sin un buen inversor. Y al revés.

Tercero, dicen los medios que el hombre ha puesto encima de las mesas (al menos dos mesas, Madrid y Barcelona) ciertas exigencias que son como mínimo curiosas. En síntesis y para ahorrarme repetir lo que está en todos los medios, quiere saltarse a la torera la normativa indígena en aspectos un tanto relevantes. De ellas, solo quiero remarcar la financiera: el inversor quiere el aval público a su inversión. Un detalle que anuncia que en realidad más que inversor se trata de un negociante. Eso tan bonito de mister Woody Allen: toma el dinero y corre.

Cuarto, es bien curioso que aparezca tamaña inversión, con miles de puestos de trabajo, justo cuando el paro está por las nubes y los políticos al mando andan faltos de buenas noticias. Aunque, claro, hay que especificar que un proyecto de estas características no suele tardar menos de siete u ocho años en hacerse efectivo. Ya con el ciclo económico definitivamente hundido o recuperado.

Quinto. Existe un precedente de algo muy parecido en Los Monegros, operación que sorprendentemente había desaparecido misteriosamente de los medios hasta ahora: ese proyecto a pesar de todo lo hecho normativamente para facilitar la inversión se ha ido a no se sabe dónde. Proyecto, inversores y tutti cuanti. Y no cito más que de pasada al gran García Berlanga en Bienvenido mister Marshall como referente.

Sexto. ¿Don Artur tiene un modelo económico para el país y para el área metropolitana? En ese modelo, un centro de juego, de convenciones y todo lo que trae consigo encajan y lo impulsan, o son, precisamente, el tipo de negocio que impide un desarrollo alternativo basado en la inteligencia, la tecnología, la investigación y la producción de alto valor añadido. Es una pregunta que algunos consideraran retórica si son partidarios que coger lo primero que pasa, pero que a mí me perece capital. Si hemos de ser en el futuro camareros, maîtres, o encargados del bacará es una cosa. Si nos interesa la ingeniería, la biociencia o los servicios avanzados, es otra.

Séptimo. La estructura de nuestro PIB ofrece ciertas peculiaridades, un peso muy importante del turismo de masas, con un balance bastante poco conocido entre costes y beneficios. Ese sector necesita ciertas reestructuraciones de calado para hacer el negocio más claro y más consistente, no queremos Lloret porque es molesto y no tiene futuro. En cuanto la costa mediterránea mirando al sur recupere la paz y la estabilidad, en cuanto la costa mediterránea del Adriático gane impulso, ¿qué quedará para los doscientos mil LLorets españoles? Tal vez el turismo deba actuar antes de que le pille el pinchazo del globo, como ha ocurrido en la construcción. Por lo tanto, ojo a las inversiones que aumenten los riesgos de monocultivo de un producto al que amenaza mucha oferta alternativa.

Así que, para no alargarme, solo unas recomendaciones: veamos que ofrece de verdad el inversor americano, veamos si nos conviene y dónde, asegurémonos que no vamos a importar capital y otros negocios de nula transparencia y seamos calmos. Quedan algunos millones de años por delante, no los estropeemos del todo.

Lluis Casas jugando con la ruleta rusa.

Posdata. CUANDO LA POLITICA SE CONVIERTE EN MAL TEATRO

Estamos asistiendo día a día a la representación de una mala obra de teatro y obligados, además, a permanecer sentados y atentos a la birriosa, vergonzante e irresponsable representación.

Me refiero, claro está, a esa especie de sainete en versión porno duro (por la simpleza de la cosa) que el mal gobierno catalán de CIU ha establecido o ha sido obligado a establecer con el tercer, con perdón, miembro del tripartito de derechas, el subyacente PP de Catalunya (nombre basado en un oximoron evidente).

Los autores, que son multitud, de ahí probablemente la bajísima calidad del guión, nos ofrecen acto tras acto una repetición de los culebrones que por la TV nos adormecen por las tardes de frío. Hoy uno es el bueno y el otro el malo, pero mañana será al revés, hoy me engañas tú, pero mañana yo, hoy yo hago ver que cedo, mañana tú harás ver que te he vencido, y así toda la obra.

No es que no sea interesante esperar cómo termina el conflicto entre dos (tres) organizaciones de base ideológica coincidente (sobre todo ahora), pero de estridentes banderas contrarias, dos nacionalismos de boquilla. Pero a pesar de ese interés, la duración de la obra genera en los sufridores espectadores algo más que aburrimiento, vergüenza.

Todo eso acontece no durante el festejo de carnaval, o el día del tío Pep en Valencia, en medio de la charanga, el cachondeo general. Todo eso ocurre en un país en gravísimas circunstancias económicas, sociales y políticas y en trance de ruptura con un sistema democrático basado en el acuerdo, el pacto y el modelo de costes y beneficios a reparto más o menos equitativo.

Si esos dos, que son tres, son capaces de tamaña desvergüenza, comportándose como energúmenos mentirosos, ¿que nos depara el inmediato futuro?

A medida que la crisis se ha endurecido, al paso de una política económica fatalmente errónea, con una tozudez de aplicación que no desmerecería al burro català, la falta de sensibilidad, de humanidad y de todos aquellos componentes positivos del ser humano y político se hacen día a día más que evidentes.

El gobierno catalán de izquierdas, tratado como si fuera un despojo durante sus siete años de actuación, nunca llegó a los límites en hoy nos movemos y eso utilizando la vara de medir que los medios del poder económico aplicaron. No tenemos gobierno de los mejores, no tenemos ni siquiera un gobierno. Tenemos unos trileros de las ramblas instalados en la Plaza de Sant Jaume, mientras la realidad cae a trozos.

No es creíble un acuerdo entre CIU i el PP en los términos en que el PP se comporta, pero CIU prefiere ese mal socio por dos razones que nada convienen al propio país, la primera es la recuperación y permanecía en el poder. El verdadero objetivo de siempre de CIU. CIU nunca ha gobernado de verdad, sino que ha creado una estructura política basada en el caciquismo social y territorial para su propia permanencia y aprovechamiento. El segundo motivo es que sigue pesando más la ideología derechista, cada vez más decantada hacia su extremo, que la hipotética creencia en una Catalunya independiente o de creciente autonomía. El pacto fiscal, un elemento puramente electoral a sabiendas se irá reduciendo a mediada que pase el tiempo a algunos millones de euros más (que obviamente no vamos a rechazar), pero para eso no hacía ninguna falta tamaño gasto de saliva y papel, así como de ánimo nacional o cultural.

Hoy día, CIU está tan supeditada a la acción combinada del PP en Madrid y en Barcelona que se va pareciendo cada vez más a una marioneta afónica y esclerótica. Por suerte para ella delante hay poca cosa, dado que dos de los tres partidos de izquierda sufren el síndrome del perdido en el desierto.

Las cosas están llegando a un punto que incluso elementos fundamentales de la esencia nacionalista de CIU pueden pasar a mejor vida por la presión pepera, la lengua, la escuela, la cultura (en su versión más elemental, puesto que la cultura con mayúscula ya ha sido cedida).

Me gustaría poder asistir, antes de mi entierro, a una sesión del Parlament en donde se llegara a las manos, es un decir. En donde se hablará claro y con la contundencia necesaria para hacer desaparecer esa falsa tranquilidad o seny con que el Parlament vive o vegeta.

De la calle ya se encargaran otros.

Lluis Casas, agitador compulsivo.