sábado, 12 de noviembre de 2011

A MODO DE RESUMEN

Un autor italiano, especialista en la divulgación de la ciencia, Roberto Vacca, cita en su libro “La ciencia de todas las mañanas” ed. Crítica, de reciente edición, lo siguiente:

“...los mecanismos de muchos fenómenos naturales no han sido todavía comprendidos, por lo que nadie sabe predecir sus pautas futuras. Como, por ejemplo: El origen del universo y su evolución, las predicciones metereológicas a largo plazo, los mecanismos del cerebro, la estructura y el comportamiento de las partículas subatómicas y el curso de la economía, de la política y de la vida asociativa.”

Efectivamente nada de lo dicho por el autor se sabe a ciencia cierta, aunque es posible que en el futuro no sea así, excepto, según mi opinión en el último apartado. Ahí nunca, en el caso de nuestras complejas sociedades, el conocimiento puede llegar a la previsión efectiva y cierta de fenómenos complejos. La economía, la política y la vida social conforman un universo de millones de variables que se comportan de forma distinta en según qué momentos y por razones difícilmente previsibles. Ello no obsta para que ciertas cosas, determinados fenómenos tengan explicación plausible y ciertas aventuras predicciones racionales. En economía, el enorme impulso de la matemática, la estadística, los modelos de comportamiento y un largo etcétera de desarrollos técnicos han llegado a desorientar la enseñanza de la materia, la política económica práctica y a triturar con máximas más que arriesgadas a la política.

Hoy nos damos cuenta de ello, aunque ya hace mucho tiempo alguien nos advirtiera que en lo social, en lo histórico, en lo político y en lo económico hay subjetivismo, ideología, que impide que ese mundo devenga algo parecido a la física o a la ingeniería aplicada.

Nadie predijo solidamente la dimensión de la crisis, aunque sí hubo, y muchos, que advertían de su llegada. Por ejemplo, los círculos bien informados de Parapanda, la ciudad de los Cuatro Arcos. Ahora, parece que nadie es capaz ni siquiera de prever qué harán “los mercados”, entelequia de los intereses financieros especulativos pasado mañana. Ni tan sólo queda claro si estos quieren hundir el mundo ganando mucho dinero o hundirlo perdiéndolo. La premisa del capitalismo que cada uno hace lo que le interesa en lo inmediato (su propio beneficio económico) y que de ello deviene el bienestar colectivo es una creencia tan mítica como que el Sol gira en torno de la Tierra. Más del 30% de europeos y americanos del Norte aun lo creen así.

Con los cambios forzados en Grecia, Italia y las elecciones inmediatas en España, nada ha conseguido parar la esquizofrenia y el Parkinson de esos “mercados”. La evidente marcha europea hacia la depresión general, acelerada en todos los países que han aplicado la sabiduría de la ideología neoliberal, está a las puertas. Incluso Alemania, la verdadera vencedora de esta tercera guerra mundial incruenta militarmente, se acerca a niveles de crecimiento ciertamente parcos.

Pero nadie responde a la verdadera pregunta: ¿Cómo se pagará lo que se debe si no somos capaces de generar riqueza, ocupación y recursos fiscales? ¿De qué le servirá a los “mercados” prestar dinero a tipos de interés insostenibles para el deudor, si le obliga a la recesión y lo hunde?, o ¿es qué no le interesa cobrar, sino otras cosas?

Cualquier acreedor medianamente inteligente sabe que si el deudor pasa apuros para pagar es mucho mejor esperar, facilitarle la mejoría que exprimirlo hasta la extenuación, por lo que es más que probable que todo o una buena parte de lo debido se quede en situación de desaparecido para siempre.

Lo exhibido hasta ahora por ese monstruo político y económico que responde al nombre de Merkozy no ha servido para lo principal. Cada vez que ese monstruo ha escupido fuego, la realidad de alguien ha empeorado y los “mercados” han seguido su marcha triunfal hacia el mayor desorden desde el final de la Segunda guerra mundial.

Una ligera mirada a la historia reciente nos dice que ni siquiera en los momentos más duros de la guerra fría, el peligro real fue peor que hoy día. En esos tiempos no tan lejanos, el botón del (de)sastre estaba mejor asistido que la gestión de la deuda y la crisis bancaria de hoy. Y sin los medios informáticos actuales, pero con la ayuda de la razón y el conocimiento claro de las consecuencias.

El dilema fundamental es ahora si el Banco Central Europeo actuará como debe (no como le obliga su estatuto) o, por el contrario, seguirá dejando caer economías europeas hasta que se pueda establecer una nueva frontera europea al estilo americano con el Sur, triturado por sus excesos de compra al Norte, sus excesos de inversión inmobiliaria financiados por el Norte y por los tipos de interés tan bajos que el este deseaba.

No es que no se deban aplicar medidas en consonancia con la situación real; al contrario, hay que hacerlo, pero tal vez esas medidas deban tener en cuenta que el Sur debe volver a generar riqueza, consumo y capacidad fiscal, que el coste debe corresponderse con las responsabilidades de la caída y que la UE no debería ser el precio final.

En este último tramo de la campaña electoral son muchos ya los que intentan culpabilizar de lo sucedido en España a todo el mundo. Dicen que no sólo los bancos y las cajas son responsables, también lo son los españoles de a pie por haber vivido por encima de sus posibilidades. Esa es una mentira generosa con el poderoso. Las decisiones que individualmente tomaron muchos españoles en relación a hipotecas y créditos se basaban en un gran engaño político y una manipulación bancaria: todo va bien, nadie debe renunciar a nada por falta de liquidez, vengan y se lo daremos todo a un coste ridículo, e, incluso, si le va mal, el precio de su vivienda habrá crecido tanto que la operación se saldará con beneficios. Desde Parapanda se advirtió severamente.

Si bien es cierto que el ciudadano, atraído por esos cantos de sirena, se equivocó, también lo es que era una decisión individual que no afectaba para nada al resto de los mortales. En cambio, sí lo hizo a cosica hecha la decisión bancaria y la tolerancia hecha del Banco de España, puesto que estas eran decisiones generales con trascendencia para todos. Y eso, señores y señoras, no es lo mismo. De hecho, existe un supervisor para el sistema financiero en razón a lo estratégico que es su papel, y, en cambio, no es así para las decisiones del Sr. Fernández o de la Sra. Andréu. Otra cosa es saber hacia donde miraba el supervisor, que tiene nombre y apellidos e incluso intereses, para haber dejado una herencia tan aplastante para el país. La honorabilidad que se le debería suponer a todo cargo público, incluso cuando lo es por cooptación como el de supervisor de la banca, exigiría la dimisión y una sesión de auto flagelación previa al infierno.

Goldman-Sachs está acumulando no sólo una parte importante del pastel financiero mundial, sino que opta claramente a dirigir la UE y ahora mismo ya le han caído varios premios gordos. Esa empresa no es un ángel de la guardia, ni siquiera un vigilante de la playa, es la avaricia del dinero y la pulsación por el poder al margen de la democracia.

Como muy acertadamente me ha escrito mi amigo Sánchez "La función del liberalismo en el pasado fue la de poner freno a los poderes de los reyes. La función del verdadero liberalismo en el futuro será de de poner límite a los poderes de los parlamentos" Herbert Spencer (Hombre vs Estado-1884)”.

Cambien liberalismo por la versión moderna, neoliberalismo, añádanle unos litros de finanzas con licencia para matar, unas gotas de políticos de bajo nivel y una sociedad desestructurada y tendrán un modelo aproximado a lo que hoy sucede: el poder de los capitales basura.