miércoles, 20 de abril de 2011

MIGUEL NÚÑEZ EN EL CINE






Les remito una crónica de urgencia sobre la presentación de un nuevo film de Albert Solé, en esta ocasión sobre nuestro Miguel Núñez, “Al final de la escapada” lleva como título el documental.[1]


Como ven, los largos brazos y piernas del personal de Parapanda llegan a todas partes y a tiempo.


El título ya debe decirles algo, puesto que en 1960, Jean Luc Godard dirigió a Jean Paul Belmondo y a una espléndida Jean Seberg en lo que en francés fue “A bout souffle” y aquí “Al final de la escapada”. En pocas ocasiones la traducción libre de los títulos de las películas ha estado tan acertada como en esta ocasión. Literalmente el film de Godard debería haberse llamado “Hasta el último aliento” o “Sin aliento”, pero la traducción libre le dio un significado mayor y más complejo.


Albert Solé aprovecha, sin duda, ese doble juego de títulos entre el film de Godard sobre un delincuente que vive voluntariamente al límite hasta su final previsible y un ciudadano ejemplar que llega al final del complejo camino por elección propia.



Ayer en el cine Alexandra, en el mejor meollo burgués de la ciudad de Barcelona presentaron, director, productores del documental y amigos y compañeros de Miguel Núñez este nuevo film reportaje sobre una de las figuras más preeminentes de la lucha antifranquista y una gran persona que fue.


En algún otro lugar de este blog y a propósito de otro gran combatiente sindical de menuda estatura física y de enorme tamaño histórico, Ángel Rozas (que nos abandonó el pasado año), cité que nuestro mundo divulgativo cultural hacía poco caso a las historias inmensas que el pasado siglo nos ofreció en nuestro país. Historias personales y colectivas a la vez, que en otro país hubieran tenido su film, su biografía de éxito y su presencia mediática intensa. Los ciudadanos, incluso eso que le llaman público, estarían al tanto de quien hizo que en circunstancias de horror y durante muchos años. Tal vez necesitemos un John Le Carre para que haga nuestra propia “El espía que surgió del frío”, para entender que tenemos historia, historias propias de que enorgullecernos e impresionarnos.


Por lo visto, somos así. No celebramos a aquellos que han tenido protagonismo político o social, una vida llena de aventuras consecuentes e incluso un final vital ejemplar. Preferimos otras cosas que no afecten tanto a nuestra conciencia cívica durmiente. Y el tiempo se nos está llevando a la generación o generaciones que lo vivieron en directo. El propio Albert Solé lo remarca al final del documental.


Pese a eso, hay que reconocer que Miguel Núñez está siendo mejor tratado por las circunstancias que otros (una larga lista de otros, por otra parte), puesto que el mismo, poco antes de su muerte en 2008, presentó sus memorias, “La Revolución y el Deseo”, de eso hará cuatro años, en una nueva edición y muy cerquita de donde ayer vimos su película, en los jardines del Palau Robert, en Diagonal y Passeig de Gracia.


Hace unos poquísimos meses, se publicó un cómic de Alfonso López, Pepe Gálvez y Joan Mundet sobre la vida clandestina del personaje, titulado “Miguel Núñez: Mil vidas más” (edicions de Ponent), por cierto premiado por su calidad. Efectivamente un cómic, un TBO como decíamos de niños, una historia ilustrada e ilustrante.


Desde otro punto de vista, Antoni Batista publicó no hace muchos meses, en septiembre del 2010, “La Carta, historia de un comisario franquista”, en donde el personaje de Miguel Núñez da sentido a la penosa vida del comisario Creix. Y ayer, como les estoy contando, se ofreció la primicia de un film reportaje memorialístico y muy personal, pues cuenta no solo la aventura de su vida, sino la aventura de su vida vista desde su aventura final elegida.
De hecho el propio Miguel nos relataba en público, en la presentación de sus memorias que les cité, que regresaba a Barcelona desde su Madrid natal, en donde volvió a vivir cuando la salud lo alejó de su aventura centro americana, para tener un bien morir, elegido y respetado. Y que eso, en el Madrid de la Aguirre no era posible.


Ustedes ya conocen, o deberían conocer, al autor del film, Albert Solé, hijo de otro grande, Jordi Solé Tura, que hizo del Alzheimer de su padre un gran reportaje, “Bucarest”, debidamente comentado aquí en el mes de enero del 2008 con el título de Memoria. En este caso, la vinculación paterno-filial del film sobre la pérdida de la memoria del Solé padre y los recuerdos del Solé hijo durante la clandestinidad generan una tensión y un sentimiento que en el caso de Miguel no pude producirse directamente. El hijo, Albert Solé, sufrió porque su padre luchaba por la libertad de su país y eso se notaba en exceso, sobre todo cuando el hijo ya había superado los treinta ampliamante. Y aunque el asunto vuelva a aparecer en “Al final de la escapada” a propósito de la hija de Miguel, Estrella, crecida con los abuelos y alejada de sus padres por la clandestinidad y la cárcel no tiene el peso de la anterior Bucarest. A diferencia de Solé Tura que por motivos de pérdida de su propia personalidad no pudo hacerlo, Miguel demanda el perdón a su hija, dedicándole un ejemplar de sus memorias cuando en la residencia donde estableció su cuartel general se prepara para el largo viaje. Y Estrella asiste personalmente al final elegido por Miguel, que Albert Solé filma autorizado con un pudor maravilloso.


Con Miguel Núñez esa intensa fuerza entre padre e hijo no ocurre, claro está, y es el director y el dirigido quienes desencadenan directamente o a través de otros testimonios una química positiva sin que la entorpezcan los sentimientos de la frustrada infancia, sino que aparecen un profundo respeto, un gran aprecio y, en muchos casos, un cariño evidente. Miguel creaba en su entorno encantamientos de por vida.


Creo que asistimos por primera vez a un relato sin duda personal, pero que resume excelentemente en el tiempo cinematográfico la esencia de la lucha contra el fascismo y sobre todo, la lucha clandestina contra el franquismo de todos los comunistas del PSUC y algunos del PCE, coincidentes ambos en las cárceles franquistas.


Todo ello en poco menos de dos horas. La fuerza del documental reside, claro está, en la personalidad poliédrica de Miguel, que consigue explicar las torturas monstruosas recibidas con un deje de ironía y yo diría de página pasada, que ningún otro podría haberlo conseguido. Es un documental centrado en un hombre que no quiso ser el centro, como insiste machaconamente ante cualquier referencia a su ilustre recorrido. Un hombre que en el congreso de los diputados y a raíz de su eficaz defensa de la salud y de los afectados por la colza generó la creencia de que era médico, hasta el punto que sus compañeros parlamentarios se le dirigían como el doctor Núñez.


En fin, como los juicios deben ser personales, les aconsejo que se reserven unas horas para asistir a la contemplación de nuestra historia reciente y a ver a un hombre que lo tenia todo muy bien puesto. Desde la cabeza a los pies.



Lluis Casas, con enorme emoción contenida. A su estilo, diríamos





[1] Les reproduzco la nota de la web del Memorial Democràtic con la presentación del documental:
Un documental sobre la lluita de Miguel Núñez per una mort digna.
Miguel Núñez sabia que la fi era a prop. Després de tota una vida perseguint utopies, es va lliurar al seu últim combat, el de la mort digna, amb el mateix fervor revolucionari amb el que es va enfrontar al franquisme com a dirigent comunista i a les dictadures centreamericanes com a activista de la cooperació internacional. Al final de l’escapada, documental dirigit per Albert Solé, és la història d’un ''heroi del nostre temps'', com el va definir Manuel Vázquez Montalbán. Un home, Miquel Núñez, que va estar 14 anys a les presons de Franco, que va ser torturat vàries vegades i que es va jugar la vida en reiterades ocasions pels seus somnis universals de justícia social. Coherent, lúcid i sarcàstic fins l’últim sospir, Miguel Núñez va organitzar i va controlar cada detall de la seva escapada vital.