Nada tan fácil como adherirse a lo dicho por el maestro respecto a los recortes sanitarios en SANIDAD: Recortes esperpénticos. Nada más difícil que articular que una respuesta social y política coordinada y consistente frente al conjunto de circunstancias y adversarios que impulsan no unos recortes, sino cosas mucho más definitivas.
La reacción de una parte importante de los profesionales de la medicina es un buen signo, porque los médicos directamente encabezan las críticas y las advertencias al gobierno de CIU y no es un estamento predispuesto en contra de las ideologías gubernamentales actuales precisamente.
Eso dice mucho y bien, primero de ellos como corporación profesional y también dice mucho sobre lo que plantea realmente el gobierno.
Los sanitarios no están dispuestos a gestionar la salud solo con el estetoscopio y en colas convenidas previamente dos años antes.
La calidad asistencial, los resultados sobre la salud, especialmente de los sectores claramente obligados a su uso, el riesgo frente a diagnósticos tecnológicamente incompletos o tardíos o, incluso, a las intervenciones con retrasos insoportables, van a crear una tensión profesional enorme, pero también social en los centros de salud de cualquier tipo. Los sanitarios, como otros profesionales susceptibles de ser recortados, terminarán enfrentándose con una población nerviosa que no comprende que quien le está atendiendo no es el sujeto que le ha retrasado la visita ochocientos meses.
La salud, el sistema sanitario catalán, con todos los contras que ustedes quieran, ha alcanzado hasta hace muy poco una excelencia que, sin ninguna vergüenza, podríamos calificarla de mundial. Es o era un muy buen sistema sanitario, con unos costes que, en contra de lo que dice el mandamás, no eran excesivos comparativamente a otras zonas del país o de Europa.
En sanidad gastábamos por persona menos que algunas comunidades españolas, por decirlo claro. Por ello, el recorte es una verdadera amenaza de futuro inmediato para todos, paciente (que término más adecuado hoy en día) y profesional sanitario. Como tantas veces les he dicho, a parte de una crisis con culpables evidentes e identificados que no están pagando por ella, el déficit público responde a un sistema fiscal manipulado para que el rico no pague, para que las rentas del trabajo sean el eje de la financiación, a través del IRPF y del consumo vía IVA. Como las recetas que están empleando solo hacen que reducir el consumo y por ello aumentar el paro, los ingresos fiscales de los trabajadores también se resienten. Alguien aplica la solución de 1929. Más que una solución fue el hundimiento del Titanic.
Nada más fácil de pensar que no hay nada que hacer y por lo tanto, los que puedan que procedan a gastarse unos cuartos mensuales en una mutua. Primero, a eso se accede desde una cierta comodidad financiera, también desde una edad límite, los ancianos no son aceptados y con una salud aceptable, prueben a contratar una póliza teniendo diabetes.
El resultado de todo ello es la ruptura de un sistema excelente para generar dos o tres subsistemas de salud según la renta familiar, todo muy cristiano y caritativo como ven. Uno, principalmente para el ciudadano acomodado en el ámbito privado más excelente, otro para el ciudadano que no puede hacer otra cosa frente a las dificultades de salud que contratar una mutua, pase lo que pase, y sea el servicio como sea y finalmente el sector público que recogerá al resto. Como antaño se hacia, el sistema público era para los pobres. A la americana sin Obama.
El mundo de la sanidad privada ya hace unos pocos años que ha estado preparándose para esta ocasión, grandes multinacionales de la sanidad han ido situándose en el mercado para estar preparadas para el gran cambio. No lo tienen mal, puesto que el conseller de sanidad proviene directamente de ellos. Todas las camas que cierra el sector público las abrirá el privado, pasando, eso si, por caja y créanme no es una caja precisamente accesible.
Desde el mundo parlamentario poco podrá hacerse a menos que el PSC clarifique su posición general respecto a su trato con CIU. De todas maneras CIU i PP pueden llevar a cabo la contrarreforma sanitaria y las que hagan falta al menos en el Parlament. Otra cosa, es en la calle, en los centros de trabajo, etc. Y ahí está el peligro de la moral del perdedor: nada es más fácil que no hacer nada y culpar en abstracto a los políticos, a la política y a los médicos.
De momento, el honorable editor solo ha hablado de la sanidad, si nos situamos en la educación podríamos afirmar casi lo mismo, con una importante diferencia. En el caso de la educación jugamos con el futuro, la formación de niños y jóvenes que obtienen ya un fracaso escolar que merece cambios profundos en el sistema, pero cambios a favor de la mejoría de los resultados. Ahora nos proponen que aumente el fracaso y además pasen frío en las aulas.
Otro día les contaré cosas sobre el ahorro en la administración de la Generalitat. Otro asunto que baja muy turbio.
Lluis Casas, dispuesto a todo. Podríamos llamar a la Legión Extranjera.