Uno.
Desde los máximos altares de los empresarios españoles (el adjetivo no es por sentimiento patrio, simplemente por ubicación de activos, no confundamos al personal) nos llega, por fin, el esclarecimiento de la crisis. Hasta ahora nos eran desconocidos los motivos, los agentes y todo cuanto afectaba a esa enferma objetiva que es la economía española. Hoy ya no es así, lo sabemos todo gracias a esa inteligencia natural que emana de las instancias agropecuarias empresariales. El paro, fenómeno ajeno a cualquier crisis como sabe todo el mundo, es debido al incremento de salarios de los trabajadores españoles. Claro, por fin lo sabemos. ¡Qué gran satisfacción y modesta alegría me produce saber la esencia de las cosas! Hemos tenido que esperar, pero ha valido la pena. El culpable es el trabajador que ve su salario incrementarse hasta producir una quiebra en la productividad que lleva indefectiblemente a la pérdida de contratos, al incremento de las existencias, a los impagados y al mundo insufrible del paro. Ellos lo han querido, quiero decir los trabajadores. Por lo visto todo eso de las finanzas especulativas, del mundo inmobiliario estrafalario, de la crisis de Wall Street, del exceso de producción, del endeudamiento de las familias, no eran más que fantasmas que escondían la verdadera esencia de la crisis, los salarios. Y, más concretamente todavía: divagaciones de cuatro izquierdosos radicales muertos de hambre.
Dos.
Cada día hace más asquito esta Catalunya moderada. No volveré a Vic en muchas décadas. No iré a Badalona nunca más. No visitaré ningún municipio en donde se refuercen y ensalcen ideas de marginación, de estupidez y se creen las bases de un fascismo renovado. Lo nunca visto es este auto homenaje que se ha montado el noble del bosque (el alcalde de Vic, gran propietario forestal y eminente noble) a base de regidores de CIU. Como buen demócrata cristiano debe a su comunidad evangélica unas cuantas confesiones que no se atreverá a hacer en público. La preocupación y el asquito aumentan al observar como un partido socialista mantienen en sus cargos a quienes sin ninguna duda razonable no son socialistas, ni siquiera simples humanistas. Lo mismo para los republicanos. Si el enfrentamiento electoral contra la nueva (¿) extrema derecha nos lleva al racismo y a la xenofobia yo me bajo en la primera.
Tres.
Les anuncio, y es una primicia, que Catalunya se ha quedado sin ejército.
Me explico: el tratamiento mediático del terrible incendio d’Horta de Sant Joan con cinco victimas mortales entre los operativos de bomberos está destrozando a ese ejército anti incendios y anti desgracias. La exigencia fuera de toda lógica de responsabilidades sobre la estructura técnica de los bomberos laminará la capacidad de dirección de las operaciones. Ya nadie decidirá nada que no esté en los manuales, manuales a los que culpar sin vacilación de posibles desgracias. Circunstancia harto frecuente en estos menesteres.
La imposibilidad de la predicción exacta de la evolución de un fuego exige una cierta improvisación basada en la experiencia y en la determinación de prioridades en el mismo momento en que se producen cambios metereológicos, incidencias humanas y un largo etcétera de imprevistos naturales. A menudo no hay tiempo, ni apoyo razonable. Quien se sienta a los mandos de la dirección de un combate de esas características requiere la tranquilidad que, dentro de lo razonable, se entenderá que no es dios y que su acción es susceptible de errores y mejoras y que se valorará precisamente esa capacidad de enfrentarse a algo no previsto. Lo otro, o son robots (todo llegará) o simples eventuales cabezas de turco.
Lógicamente la existencia de victimas humanas exige investigar y clarificar hasta lo razonable que es lo que ha sucedido, porqué y como. Pero eso se debe hacer en beneficio del futuro, no como instrumento de culpa. Siempre, claro está, que no haya manifiestas acciones malintencionadas. Hoy la prensa, mucho más que la oposición (aunque con gran satisfacción de esta) exige sangre por sangre. Una especie de ley del talión bomberil.
Yo no se si hubo errores o no. Pero me parece que la guerra contra un incendio de las características del de Horta exige márgenes de confianza, de reafirmación de la confianza y un largo proceso de análisis para el futuro. No la arena del circo.
Yo, francamente, de ser un operativo al mando, a partir de ahora, llamaría al conseller de turno para preguntarle por dónde quiere que se dirijan los bomberos a la izquierda o la derecha, dado que el viento ha cambiado. No fuera que mi decisión se volviera errónea a ojos de la prensa y que alguien acabara escaldado. En ese caso, no seré yo. Simplemente han politizado, en el peor sentido del término, la gestión de un incendio.
La prensa y la oposición han hecho una gran proeza.
Para ilustrar la categoría moral de esos inquisidores de CIU, les explicaré algo que el ilustre promotor del blog podrá confirmar. A finales del año 2003, antes de las elecciones que determinaron el cambio de régimen en Catalunya, el Parlament se enzarzaba en un debate a cara de perro por los bomberos. El asunto arrancaba de la manifiesta falta de equipamiento con que estos actuaban. Todo terminó centrándose en los vehículos básicos que en aquel momento utilizaban con asiduidad: los egipcios. Camiones Pegaso de tracción a las cuatro ruedas, diseñados para transporte de personal del ejército egipcio y rechazados por este (de ahí el nombre) a los que se añadieron cubas que desequilibraron el vehiculo y que provocaban accidentes gravísimos. El estado de los camiones también apuntaba a que fueron encargados para el ejército egipcio de Ramsés el grande y se incorporaron sin más a de Catalunya gran. Eso si es responsabilidad política. Y los mismos que la protagonizaron buscan ahora cabezas sobre las que edificar de nuevo su régimen de seres menores.
Por cierto, en siete años se han incorporado cientos de bomberos, se han abierto 30 cuarteles de bomberos y adquirido varios cientos de millones en material móvil. Cosa fácil de comprobar si oposición y periodismo amarillo se dignaran mirar a través de Internet.
Lluis Casas mirando l’Horta en el cuadro de Picasso.
Desde los máximos altares de los empresarios españoles (el adjetivo no es por sentimiento patrio, simplemente por ubicación de activos, no confundamos al personal) nos llega, por fin, el esclarecimiento de la crisis. Hasta ahora nos eran desconocidos los motivos, los agentes y todo cuanto afectaba a esa enferma objetiva que es la economía española. Hoy ya no es así, lo sabemos todo gracias a esa inteligencia natural que emana de las instancias agropecuarias empresariales. El paro, fenómeno ajeno a cualquier crisis como sabe todo el mundo, es debido al incremento de salarios de los trabajadores españoles. Claro, por fin lo sabemos. ¡Qué gran satisfacción y modesta alegría me produce saber la esencia de las cosas! Hemos tenido que esperar, pero ha valido la pena. El culpable es el trabajador que ve su salario incrementarse hasta producir una quiebra en la productividad que lleva indefectiblemente a la pérdida de contratos, al incremento de las existencias, a los impagados y al mundo insufrible del paro. Ellos lo han querido, quiero decir los trabajadores. Por lo visto todo eso de las finanzas especulativas, del mundo inmobiliario estrafalario, de la crisis de Wall Street, del exceso de producción, del endeudamiento de las familias, no eran más que fantasmas que escondían la verdadera esencia de la crisis, los salarios. Y, más concretamente todavía: divagaciones de cuatro izquierdosos radicales muertos de hambre.
Dos.
Cada día hace más asquito esta Catalunya moderada. No volveré a Vic en muchas décadas. No iré a Badalona nunca más. No visitaré ningún municipio en donde se refuercen y ensalcen ideas de marginación, de estupidez y se creen las bases de un fascismo renovado. Lo nunca visto es este auto homenaje que se ha montado el noble del bosque (el alcalde de Vic, gran propietario forestal y eminente noble) a base de regidores de CIU. Como buen demócrata cristiano debe a su comunidad evangélica unas cuantas confesiones que no se atreverá a hacer en público. La preocupación y el asquito aumentan al observar como un partido socialista mantienen en sus cargos a quienes sin ninguna duda razonable no son socialistas, ni siquiera simples humanistas. Lo mismo para los republicanos. Si el enfrentamiento electoral contra la nueva (¿) extrema derecha nos lleva al racismo y a la xenofobia yo me bajo en la primera.
Tres.
Les anuncio, y es una primicia, que Catalunya se ha quedado sin ejército.
Me explico: el tratamiento mediático del terrible incendio d’Horta de Sant Joan con cinco victimas mortales entre los operativos de bomberos está destrozando a ese ejército anti incendios y anti desgracias. La exigencia fuera de toda lógica de responsabilidades sobre la estructura técnica de los bomberos laminará la capacidad de dirección de las operaciones. Ya nadie decidirá nada que no esté en los manuales, manuales a los que culpar sin vacilación de posibles desgracias. Circunstancia harto frecuente en estos menesteres.
La imposibilidad de la predicción exacta de la evolución de un fuego exige una cierta improvisación basada en la experiencia y en la determinación de prioridades en el mismo momento en que se producen cambios metereológicos, incidencias humanas y un largo etcétera de imprevistos naturales. A menudo no hay tiempo, ni apoyo razonable. Quien se sienta a los mandos de la dirección de un combate de esas características requiere la tranquilidad que, dentro de lo razonable, se entenderá que no es dios y que su acción es susceptible de errores y mejoras y que se valorará precisamente esa capacidad de enfrentarse a algo no previsto. Lo otro, o son robots (todo llegará) o simples eventuales cabezas de turco.
Lógicamente la existencia de victimas humanas exige investigar y clarificar hasta lo razonable que es lo que ha sucedido, porqué y como. Pero eso se debe hacer en beneficio del futuro, no como instrumento de culpa. Siempre, claro está, que no haya manifiestas acciones malintencionadas. Hoy la prensa, mucho más que la oposición (aunque con gran satisfacción de esta) exige sangre por sangre. Una especie de ley del talión bomberil.
Yo no se si hubo errores o no. Pero me parece que la guerra contra un incendio de las características del de Horta exige márgenes de confianza, de reafirmación de la confianza y un largo proceso de análisis para el futuro. No la arena del circo.
Yo, francamente, de ser un operativo al mando, a partir de ahora, llamaría al conseller de turno para preguntarle por dónde quiere que se dirijan los bomberos a la izquierda o la derecha, dado que el viento ha cambiado. No fuera que mi decisión se volviera errónea a ojos de la prensa y que alguien acabara escaldado. En ese caso, no seré yo. Simplemente han politizado, en el peor sentido del término, la gestión de un incendio.
La prensa y la oposición han hecho una gran proeza.
Para ilustrar la categoría moral de esos inquisidores de CIU, les explicaré algo que el ilustre promotor del blog podrá confirmar. A finales del año 2003, antes de las elecciones que determinaron el cambio de régimen en Catalunya, el Parlament se enzarzaba en un debate a cara de perro por los bomberos. El asunto arrancaba de la manifiesta falta de equipamiento con que estos actuaban. Todo terminó centrándose en los vehículos básicos que en aquel momento utilizaban con asiduidad: los egipcios. Camiones Pegaso de tracción a las cuatro ruedas, diseñados para transporte de personal del ejército egipcio y rechazados por este (de ahí el nombre) a los que se añadieron cubas que desequilibraron el vehiculo y que provocaban accidentes gravísimos. El estado de los camiones también apuntaba a que fueron encargados para el ejército egipcio de Ramsés el grande y se incorporaron sin más a de Catalunya gran. Eso si es responsabilidad política. Y los mismos que la protagonizaron buscan ahora cabezas sobre las que edificar de nuevo su régimen de seres menores.
Por cierto, en siete años se han incorporado cientos de bomberos, se han abierto 30 cuarteles de bomberos y adquirido varios cientos de millones en material móvil. Cosa fácil de comprobar si oposición y periodismo amarillo se dignaran mirar a través de Internet.
Lluis Casas mirando l’Horta en el cuadro de Picasso.