martes, 19 de enero de 2010

LOS BROTES VERDES Y LA DIMENSIÓN DE LA CRISIS






Habrán leído por activa y por pasiva eso de los brotes verdes. Expresión que surge de la poesía americana con que el gobierno de Obama adornó su explicación sobre su alicaída economía en cuanto se olieron posibles reacciones positivas a las inyecciones financieras gubernamentales. Se trataba de animar el cotarro una vez era plausible una senda de mejora. Aquí la expresión se ha reproducido y campa por todas partes sin permiso, ni autorización de los autores y en un contexto menos afortunado que en las Américas, por lo que les aconsejo prudencia al conducir en estas condiciones.


El debate en torno al “si, si” o al “si todavía no” esconde en nuestro país la realidad de la verdadera dimensión de la crisis medida en pérdida del PIB, de ocupación y, cosa fundamental, de cuales son los sectores afectados y cómo. También queda oculto su periodo real de digestión, que al decir de expertos y no tan expertos, será largo y muy difícil. Eso significa que hablamos en el mejor de los casos no de trienios, sino como mínimo de quinquenios. Por no ser pesimistas y pasar directamente a la década.


No me complace observar que esos brotes que alguien intuye, verdes u de otro color, son, si son, simples apuntes en el tallo que pueden quedar frustrados por cualquier circunstancia aleatoria. Una gripe o una helada. Esos falsos debates sobre los brotes también nos sustraen un debate mucho más necesario: el de las circunstancias que hemos de favorecer para tener un proceso de recuperación más equilibrado y menos sujeto a los imponderables de la especulación financiera o inmobiliaria. Es decir qué modelo productivo, si se puede hablar en esos términos, hemos de impulsar.


Retomando el asunto de la dimensión de la crisis, no es difícil valorar que las pérdidas en términos del PIB podrían llegar a ser próximas al 10%, lo cual es una enormidad para una economía con pocos activos solventes, a parte del turismo y de unos pocos sectores. Recuperar ese bajón a las tasas de crecimiento que nos tiene acostumbrados nuestra economía, no es difícil de prever, no más allá del 3%, se acerca a ese quinquenio anunciado (si todo sale bien). Contando además que la economía española no genera nuevos puestos de trabajo por debajo del 2,5% aproximadamente, tenemos en el ámbito de la ocupación, no es suficiente un quinquenio, sino la década ya señalada.


En términos políticos eso significa no menos de tres legislaturas o dos y media contando con la que resta de la presente. Un conflicto (embolic en catalán describe mejor el asunto) de no te menees dada la enorme coincidencia de caracteres y programas entre el PSOE y el PP. O lo que es lo mismo, dios nos coja confesados y yo añado, comulgados.


Esa no es la única dificultad. A las excentricidades del gobierno y a las simples locuras de la oposición se añade una cúpula empresarial en quiebra técnica en unos casos y efectiva en otros. Nada tenemos que esperar de la buena voluntad de esos señores y menos de su lucidez e inteligencia. Por lo que deduzco que nos la tendremos que apañar con lo que podamos.


Quedan, eso si, ámbitos políticos y administrativos que producen menos repelús y probablemente puedan actuar con mucha mayor eficacia. Me refiero a la estructura federal y local. Aunque habrá que convencer a muchos que una parte de las soluciones está en ese ámbito de decisión, excepto en el Consistorio de Vic.


Los múltiples analistas económicos que fracasaron colectivamente en la predicción de la crisis siguen en nómina y nos ofrecen variopintas alternativas, todas ellas en torno a la venganza de Don Mendo en el terreno de lo laboral, de la fiscalidad (en realidad menos fiscalidad) y del déficit público, verdadero tótem al que adoran. Si no la acertaron entonces (la crisis), no creo que puedan imaginar un verdadero futuro colectivo con las mismas neuronas y los mismos intereses. Por lo que mi recomendación es no hacer mucho caso a lo que dicen. El problema está en que los bancos centrales (no todos) son de la misma secta y adoran a los mismos dioses y a esos organismos, que les hagamos caso o no, les importa un pimiento puesto que su acceso al cargo es pura cooptación entre miembros la misma etnia. A saber, el liberalismo sin lustre y poco ilustrado, que es incapaz de reconocer su quiebra tanto intelectual, como práctica.


En fin, que tendremos según mi parecer una cuesta de Enero de un lustro o más, hagamos lo que hagamos.


¿Y este hombre que nos recomienda?, dirán algunos lectores preocupados con razón por sus futuras pensiones. Y a esa pregunta respondo con mi ignorancia y con poco más que alguna experiencia vivida o leída. Si estamos en un período en el que perderemos una parte importante de la estructura económica utilicemos la crisis para algo más que para recuperar lo que fuimos (y que no volverá, me temo). En primer lugar borraría de las expectativas el submundo inmobiliario. Ese sector no debe, nunca más, ser la base de nuestro crecimiento, puesto que conlleva un despliegue financiero insostenible y una afectación excesiva sobre las economías familiares, por no mentar a la destrucción física de entornos naturales. De hecho, el crecimiento impulsado por ese sector en los últimos años se ha evaporado y solo ha dejado hipotecas imposibles, promociones innecesarias y precios tan estrábicos como los ojitos saltones de Marujita Díaz. Y una deuda en bancos que fluirá lenta y constantemente hacia las pérdidas. Buscaría alternativas a la producción automovilística. El exceso de capacidad mundial y la llegada de los pequeños, China e India, induce a pensar en que es cosa hecha la pérdida de centros de producción, al menos como los conocemos ahora. Esa pérdida conduce a pensar que la producción industrial al estilo Baix Llobregat o equivalentes está condenada a una más o menos lenta desaparición también. La producción en masa cambia de continente. Otra cosa es la producción especializada, muy tecnológica y por pedido, terreno en el que podríamos ser interesantes durante bastante tiempo. Y eso, sólo para empezar.



Lluis Casas desde el pasado reciente