Los que, como yo, han militado en los mismos barrios que Miguel Núñez sentirán profundamente su pérdida humana. En otra hora nos hubiera tocado llorar su pérdida política, su alejamiento dulce de la política. Pero no lo hicimos, por que no entendíamos. Probablemente sea Miguel Núñez una de las personalidades de la izquierda clandestina que mejor supo encajar la democracia y el cambio de mentalidad que comportó. De ahí, con toda seguridad, el dejar a otras generaciones y a otras experiencias el timón. Hoy creo que, en su caso, fue un error.Hace unos pocos meses, en un acto fraternal se presentó la segunda edición de su libro memorístico.
Estaban los amigos y los que a pesar de una cierta distancia personal, también nos consideramos como tales. Miguel habló y sintetizó su forma de ser con dos consideraciones rotundas, volvía a Catalunya, dijo, huyendo del Madrid invivible y sobre todo inmorible. Es decir, volvía a Catalunya a bien morir. Aquí, según el, todavía puede uno morir casi a su gusto. La segunda se refería a su estancia voluntaria en una residencia, en donde podía permanecer tranquilo sin afectar en demasía a los suyos. Dos decisiones que no hacen más que confirmar su coherencia personal y su valentía. Finalmente ha confirmado su profunda solidaridad humana con otra decisión que le afecta después de su muerte.La peculiar democracia española ha dado en ocultar las biografías personales e históricas de una amplia variedad de personas que hicieron mucho por el país. En algunos casos con sacrificios de tal intensidad que producen horror vistos desde la distancia.
La memoria histórica con que denominamos ahora la recuperación de los fragmentos que quedan no será suficiente para lo que representaron Miguel Núñez y los que han sido o son todavía como el. La pérdida del conocimiento vital, histórico y político que acumularon las generaciones marcadas por la guerra y la clandestinidad va a dificultar que los más jóvenes, que deben mantener e impulsar los valores democráticos y sociales, no se sientan lo suficientemente conectados con la historia que los define. Están hoy mucho más desenganchados de lo que estuvimos los nacidos a finales de los 40 y principios de los 50. Nosotros hubimos que rehacer la historia y la conciencia. Nuestra historia y nuestra conciencia a partir de una realidad tan dura que provocaba la reacción cívica y política y con ella histórica. Hoy, tenemos una situación parecida, no por la represión fascista o por un implacable aparato de estado, sino por una auto imposición de silencio que hay que romper definitivamente.Ese alejamiento de los valores que representan los Miguel Núñez afecta incluso a los hijos de quienes apostaron por el futuro colectivo, como bien se observa a través de la biografía clandestina de Jordi Solé Tura, realizada por su propio hijo.
El silencio ha llegado a la propia familia que no entiende que es lo que sucedió y por qué, aunque se pregunta con insistencia y, tal vez, con un precario despiste sobre esas cuestiones.No es el caso personal de Miguel Núñez, su trayectoria y sus vínculos de amistad, familiares y sus acciones internacionalmente solidarias han mantenido coherencia, evolución y presencia allí donde el se creía necesario.Y así ha sido hasta su final vital. Quedará para nosotros su recuerdo intenso e imborrable.
Nota. Recomendamos leer lo que Miguel Núñez escribió en http://theparapanda.blogspot.com/2008/11/habla-miguel-nez.html