En diversas ocasiones mi cabezonería en considerar el ahorro como algo positivo y responsable me ha llevado a discusiones un tanto extrañas con insignes defensores de la Seguridad Social actual. Defensores que consideran a ésta el instrumento único de la legitimidad moral del sistema de pensiones garantizado o público y que son totalmente contrarios a la más pequeña variación o cambio.
Hoy, con la debâcle en la bolsa, los productos pensados para ese ahorro personal están sufriendo una merma soberana. Así como la crisis bancaria ha obtenido respuesta pública, más o menos eficaz, el ahorro no especulativo (a ese me refiero en exclusiva) está aguantando la crisis más solo que la una. La paradoja salta cuando el sistema bancario garantiza 100.000 euros por cuenta corriente e imposición y cero garantía para los instrumentos de ahorro.
En primer lugar voy a centrar el núcleo de mi explicación en qué tipo de ahorro considero como no especulativo, responsable y bueno económicamente y también legítimo como fondo para los malos tiempos o simplemente para los tiempos en que haga falta. De modo que nadie me acuse de monetarista o algo parecido, como chileno de Pinochet, por ejemplo. Yo soy de la ciudad de Parapanda. O, como diría el clásico: de natio parapandesa. Es decir, un cosmopolita militante, según la atinada expresión del maestro Luigi Ferrajoli. Un inciso: ¿has leído su reciente obra Democracia y garantismo? La publica Totta. Y sigo con lo mío...
Hasta hoy mismo, muchos trabajadores, en el sentido más amplio del término, han optado como complemento a su futura pensión pública por ser partícipes de algún fondo de pensión o plan de pensión (los efectos son los mismos en un caso que en otro), e incluso en ciertos fondos de inversión. Ese ahorro no es otra cosa que eso: ahorro para el futuro incierto. Equivalente en aproximado concepto a lo que hace nuestra Seguridad social. Obviamente la capacidad económica determina unos muy distintos niveles de ahorro, pero todos son susceptibles del mismo análisis.
Eso es así por los límites del sistema público de pensiones. Los topes en la contribución y los topes en la pensión establecen límites muy estrechos que no se adecuan a las necesidades que muchos trabajadores piensan que tendrán llegado el caso. El mismo Estado ha sido divulgador de las bondades de los mecanismos de ahorro individual y los ha alentado incluso con tratamientos fiscales favorables. Bien es cierto que ha sido el sistema financiero privado quien se ha llevado el gato al agua. Muchas corporaciones colegiales tienen sistemas gremiales de hacerlo, incluso obligatorios. Los que pertenecen a un gremio poco dado a estas alegrías deben considerar exclusivamente como sujetos del asalto bancario.
El resultado ha sido que un ahorro no interesado en la bolsa o en la especulación se ha visto atrapado en el berenjenal de la inversión financiera. La mayoría de esos ahorradores optarían si pudieran o entendieran por un sistema de ahorro estable, sólido y tranquilo. Aunque no hubiera substanciosas ganancias. El hecho de que no exista en realidad tal oferta, encubierta por la acción interesada de los gestores bancarios y financieros que tienden a enredar a ese ahorro con un supermercado de ofertas variables de difícil comprensión y evaluación, lo hace coincidir aparentemente con la simple inversión financiera especulativa, es decir buscadora del máximo beneficio, sea como sea.
Considero que el rechazo a ciertas reformas de la Seguridad Social y a la excelente relación entre el Estado y las entidades financieras, han impedido la existencia de productos específicos para ese tipo de ahorro. Productos basados en la deuda pública, en la financiación de proyectos privados con fines honestos, etc. Lejos de los fondos basura, de la vinculación con los índices inflacionistas de la bolsa estándar.
Creo que existe una posible coalición entre ahorradores y defensores de lo público, incluida la SS. Y pienso que eso pasa por disponer de una especie de sistema complementario a la SS basado en el ahorro individual (si se quiere llamar así al esfuerzo ahorrativo voluntario). Siempre me ha sorprendido que la SS niegue la posibilidad que un trabajador establezca su cotización por encima de la obligatoria, creando un fondo personal complementario. No veo mal en ello, al contrario pienso que hay ahí posibilidades enormes para el sistema de pensiones, para la ley de la dependencia, para la financiación de la inversión pública.
Dejo ahí la cosa, los ahorradores no especulativos están dejados de la mano de dios y lanzados a la creencia de un gran engaño contra ellos con la evaporación de una parte substancial de su esfuerzo de futuro.
Nadie tiene respuesta positiva o todavía creemos que el conjunto asalariado no ahorra, o que simplemente no es de izquierdas no gastarse toda la nómina cada mes. También puede ser que alguien crea que el ahorro merece un castigo bíblico, sujetos que deben ser echados del paraíso.