lunes, 28 de enero de 2013

ZORRAS GUARDANDO GALLINAS


No  es de música de lo que se trata, sino de la realidad que viven los ciudadanos de este país y el tratamiento que esta encuentra en los medios políticos e institucionales (con las excepciones ya conocidas).

No es ya una crisis que nos traslada a 6 millones de parados y subiendo, cifra que se refiere a lo que se quiere saber, que paulatinamente envejecen en la inútil búsqueda de algún tipo de futuro.

No es ya que la guerra interna en CIU y en el PP hace aparecer toda la podredumbre real contenida en sus negocios sucios, que bajo la cobertura más o menos oficial se halla en la corrupción y en la financiación partidista (otra vez con las excepciones que ya conocemos, pero que por pura casualidad nunca se citan).

No son ya unos euros de más o de menos, ahora afloran por arte de birlibirloque 22 millones de euros (3.700 millones de pesetas) que yacen en propiedad del contable del PP y hombre más cercano al gangsterismo de Chicago que a los más conocidos trapicheos relativamente habituales en las empresas. Si este pájaro acumuló 22 millones, ¿de qué cifra de financiación extracorpórea estaremos hablando? ¿Y de cuanto tiempo? Los porcentajes famosos que irritaron un día al hoy mal President Más cuando un Pasqual Maragall citó un 3% como el factor de desequilibrio político de CIU entre lo que decía y hacía, ¿no serán incluso mayores?

Si fuera así, deberíamos hablar de una verdadera economía de la corrupción en toda regla que afectaría no solo al sistema político, sino al complejo mundo financiero, empresarial e institucional. Si el perdón de los pecados fiscales establecido por ese pequeño monstruo de Montoro tiene algo que ver con el chantaje o gesto de amistad hacia Bárcenas, el asunto se acerca a un gobierno instaurado bajo el puro dominio del delito.

Si es así se comprende mucho mejor la enorme dificultad de evitar la evasión fiscal, se entiende más el complejo sistema que hace que las empresas en cuanto se acercan a los seis millones de euros de facturación frenan su crecimiento (evitando así mecanismos de inspección), se aclara el aguante de muchos empresarios que no alzan la voz frente a la falta de financiación bancaria. Todo ello formaría parte de esa economía de la corrupción que aparece ya muy extensa y perfectamente defendida, si no fuera por las guerras internas a los grandes partidos que hacen aflorar más porquería que la judicatura y la policía.

No es ya solo ese corretaje habitual entre algunos, no olvidemos al ¿aun? alcalde de Sabadell, que mediante un sistema mixto entre la familia y el ayuntamiento se ha hecho toda una fama y alguna otra cosa. Las cifras apuntan que la fuente no está solo en el corretaje, sino en la aplicación legislativa a favor de unos u otros y los cobros por ello. De eso, un Duran Lleida puede saber más de una cosa, al albur de su consistente apoyo a determinadas empresas que demandaban y ahora disfrutan de buenas subvenciones públicas que eliminan los riesgos que sus operaciones conllevaban. No les hablo del caso Pallarols, bien conocido, más que bien, intimamente conocido tanto por el gran augur de Parapanda, como por este que firma.

No es ya el barullo montado en el Parlament  en bien o en mal de un acuerdo políticamente inútil, aunque comercialmente interesante para algunos proveedores. Incluso en eso, aparece el tratamiento de baja estofa hacia el ciudadano que ha votado independentismo y que se ha visto forzado a contemplar maniobras que tienden a la nada.

En fin, la lectura, visionado o la escucha de los medios de comunicación nos ofrecen una situación política que supera en gravedad a cualquier comparación con la maltratada economía ciudadana. Tenemos al mando de las gallinas muchos zorros, que a la vista del lobo se tornan avestruces ocultando la cabeza en un agujero del suelo. Esperando además que las gallinas se queden tranquilas y satisfechas.

Esos zorros van a ser devorados con el tiempo y el daño que cometen va a llevarse no solo zorros por delante. Posiblemente el corral también.

La crisis económica y ahora política puede forzar a una situación de enorme riesgo que requiera elecciones. No me atrevo a augurar el porcentaje de abstención que eso generaría y las derivadas que implicaría para el conjunto del sistema institucional.

Para completar el panorama, hagan ustedes cuentas para establecer donde está el recambio, donde está la base social y las hipotéticas cúpulas adiestradas para hacer frente a ese posible devenir.

Si quieren mi opinión, la repetiré ahora con más seriedad:
La primera es que todas las CCAA del país deberían declararse independentistas del sistema político actual, no solo Catalunya, sino todas. Para reencontrase luego en algo distinto.

Lluís Casas pensando en Cartagena.

A VENDER QUE SON DOS DIAS: EL ICS, GRANDES OPORTUNIDADES EN EL CORTE INGLES.

A pesar de los pactos conocidos y los pactos secretos entre CIU i ERC, de los que esperábamos no solo la independencia, sino el freno a la venta de servicios públicos, vemos hoy en la prensa que la dinámica emprendida por el representante de la sanidad privada y a la vez, conseller de salud, sigue impertérrita.
El ICS, la empresa más importante de Catalunya, que cuenta con grandes hospitales y centros de atención primaria va a conocer su primera ruptura. Los centros enclavados en el territorio de Ponent, van de desprenderse de la estructura original y se convertirán, junto a otros centros concertados, en un consorcio de servicios sanitarios con capacidad decisoria propia.

El mecanismo ya había sido más o menos anunciado hace tiempo, aunque sin concretar los como, donde y cuando. El por qué siempre se ha sabido, con un ICS a pedazos la debilidad frente a la futura privatización o colonización por parte de empresas multinacionales (o simplemente inversoras) será más fácil. Por lo tanto, lo que pase en Ponent con los centros del ICS, será lo que ocurra en el resto.

Bajo el manto comunicativo de los costes públicos y del no nos lo podemos permitir, la conselleria de salud y su eminencia, el conseller, siguen en sus trece de enredar a la población, a los sanitarios y a todo quisque. Han dicho por activa y por pasiva que la oferta pública sanitaria es insostenible, mentira. Han dicho que los servicios públicos de salud son más caros que los privados, mentira. Han dicho que la calidad de las prestaciones públicas puede mantenerse o incluso aumentarse a través de la oferta privada. Mentira.

Los datos, hoy por hoy, son conocidos en demasía para mantener semejantes mentiras, que solo tienden a ofrecer a los amigos y socios grandes posibilidades de negocio a costa de:

-         la igualdad de acceso a la sanidad.
-         La reducción sistemática de las prestaciones.
-         La reducción imparable de la calidad asistencial
-         La laminación de la investigación en los centros públicos que ha convertido a Catalunya (y también a España) en uno de los más importantes núcleos científicos en salud.
-         El encarecimiento de los costes. A través de las desviaciones que la oferta privada maneja a su gusto y complacencia.
-         El despido masivo del personal propio y la contratación a precario por las innumerables vías que la ruptura del sistema laboral permite.
-         La creación de la necesidad artificial de contratar un seguro privado que complete lo que la oferta “pública y privatizada” no ofrece. Entiendan que las mutuas y aseguradoras están en el mismo ajo que los interesados en hacerse a cachos con nuestros centros públicos.
-         La pérdida de capacidad planificadora de la asistencia sanitaria y de sus derivadas sobre la morbilidad.

No alargo la lista y paso a insistir en que la realidad económica y asistencial en todo el mundo mundial refuerza la oferta pública de servicios de salud como la más igualitaria, segura, eficiente, barata y con calidad más que garantizada.

Un simple repaso al gasto per capita en salud ofrece un espectáculo maravilloso, en los países en donde el sistema público está en manos privadas, el coste es dos o tres veces más alto que en los que la administración pública es la ofertante de los servicios. Los mismos países coinciden con los que poseen más porcentaje de población al margen del sistema, o sea sin asistencia garantizada. Los mismos son los que terminan poseyendo dos ofertas excluyentes, la pública para los que no poseen recursos, limitada y de baja calidad y la privada para los que si pueden distraer de sus ingresos los pagos a las mutuas.

Incluso en España tenemos ejemplos recientes sobre el encarecimiento de los servicios así que se han puesto en manos privadas. Las noticias sobre los servicios sanitarios valencianos están todavía calientes en la prensa. A uno o dos días de distancia.

En fin, según mi modesta opinión, estamos, de nuevo, frente a un robo a mano armadas de las dimensiones de lo ocurrido con las cajas de ahorro y casi con los mismos beneficiarios.

Se preguntarán ustedes cómo es posible en el estado en que estamos: un parlamento imposible, un gobierno incompetente e incapaz, un partido CIU plagado de corrupción garantizada o presunta y un presidente a ojos vistas sentado sobre una bomba rodante, que se ofrezca a un público más que quemado semejante provocación. Pienso en dos posibilidades no excluyentes, la primera es que si no lo hacen ahora y rápido no lo harán ya nunca y los pretendientes se están impacientando en la sala de espera. La otra es la reducción de 4000 millones en los presupuestos del 2013 que no se si existirán o no, para resarcirse de las dos docenas de chapuzas con que nos ha regalado el gobierno, el euro por receta, la venta de ATLL, las tasa judiciales y lo que te rondaré morena. Sumen las dos y seguro que aciertan. La sanidad (no la salud, distingan términos) es el negocio del siglo. Para consolidar lo dicho les recomiendo una visita a la revista blog  www.cafeambllet.com, en donde las cosas se dejan muy clarito.

En bien de todos esto hay que pararlo: ICV-EUIA, ERC. PSC, CCOO, UGT, colegios profesionales sanitarios, asociaciones de vecinos, de consumidores y un etcetera tendente al infinito. Ara va de bó.

Una vez dicho lo anterior, hay que expresar que los servicios públicos, su gestión, su coste, su acceso, etc. deben estar siempre bajo una presión adecuada para que se mantenga allí donde los queremos y necesitamos. Si la permanencia en hospital en un determinado tratamiento puede reducirse, hay que hacerlo. Si es posible reducir el número y el coste de las pruebas de diagnóstico hay que hacerlo. Es decir, la buena gestión es una tensión necesaria y positiva. Mantener la necesidad de que los servicios públicos de salud se mantengan en el área pública y no sean materia de negocio al por mayor, no significa que se apoye la obsolescencia en la gestión. Al contrario. Ojo al parche.

Lluís Casas y seis millones más 

Radio ParapandaEL AÑO 2001 (del libro de Fausto Bertinotti Las ocasiones perdidas)