Valga el simple título para hacer un sentido homenaje a un
intelectual de la talla del historiador británico. Huelga anotar una
necrológica o un panegírico, ya que los medios se encargan de ello y a los que
el personaje ya es de su interés conocen adecuadamente su trayectoria política
e intelectual.
Quien no haya alcanzado a leerlo, le aconsejo que lo haga.
Da lo mismo si es una obra de los cincuenta o sesenta o si son, ya,
producciones más cercanas. Tan cercanas que aun està pendiente de aparecer su
último escrito.
A los 95 años todavía podía dar lecciones tanto de
inteligencia, como de habilidad literaria. Un gran ejemplo y un gran contraste
con otros muchos, más impresionados por si mismos que por aportar conocimiento.
LO QUE ME IMPORTARIA SABER
Desde el federalismo más acentuado, tanto que podría
pretenderse independentismo, querría hacer unas reflexiones sobre el cómo se
està haciendo esa pretendida operación (no sé cómo llamarla) de alejamiento de
Catalunya de España. O de España de Catalunya. O ambas cosas a la vez.
De entrada mi valoración es considerar que lo que está
pasando es de una enorme irresponsabilidad política. No me refiero solo al
Govern de la Generalitat
que ha optado por una salida muy compleja a un problema de falta de apoyo
parlamentario y a unos costes crecientes de desprestigio por los recortes
sociales que ha emprendido. En ese concepto, sitúo también a los gobiernos del
Estado, a determinados aparatos de propaganda y a un concepto estrecho de la
soberanía, la constitución y de los derechos fundamentales de los ciudadanos y
de los pueblos.
La irresponsabilidad política casi siempre va de la mano
de la ignorancia histórica y de la falta de sentido democrático. Se imponen
intereses cuyo valor es inmensamente menor que los riesgos que crea
apuntalarlos.
No recuerdo ejemplo de proceso de independización pacífico
que llegué con la rapidez de este. Ni que causara tal sorpresa y despiste en
las zonas gubernamentales, económicas y sociales. En Madrid han estado jugando
infantilmente con fuego con la inconstitucionalidad, con una falta de tacto y
respeto y con un cierto vaciado económico que ha producido una explosión de
hartazgo ejemplarizada en la manifestación pasada en Barcelona.
La sintonía entre ambas capitales, Madrid y Barcelona, no
ha funcionado durante muchos años. Ignorando una latencia de independencia que
si fue, en momentos, harto minoritaria, conectaba con unas circunstancias que
lentamente la hacían más sólida.
Ahora tenemos lo que tenemos. Una enorme y compleja
situación en la que las diversas opciones de arreglo se sitúan en muy mala
posición, según y cómo vayan las cosas.
De momento, la tensión va en aumento a través de
declaraciones absolutamente irresponsables y decisiones que echan leña al fuego
(vean sino el asunto de las inversiones para este ejercicio próximo, o la
insistencia totalmente inoportuna por discutir de nuevo si el eje con Europa
pasa o no por aquí, o por allí).
Cada día que pasa, la inflación de la independencia se
incrementa algún punto. Incluso a pesar de la verbalización de amenazas
militares, de pérdida de pensiones y otras catástrofes que no tendrían ninguna
necesidad de aparecer, simplemente porque los acuerdos acaban con ellas.
Por todo ello me importaría mucho saber cómo configuran el
futuro en un sentido u en otro los que son partidarios de una cosa o de la
otra. Un gobierno, un pueblo no deberían convocar, elegir y en su caso
determinar una decisión de la importancia de la separación (sea cual sea el tipo
de separación), sin haber estudiado las consecuencias, las alternativas, los
hilos de los acuerdos y el rebaje a la mínima expresión de las tensiones que
produce en la población el no saber qué pasará con esto o con lo otro (todo
ello referido a los asuntos del comer, del vivir, del convivir, del cobrar,
etc.)
Si eso no es así y las cosas siguen en torno a
sentimientos, a cifras aproximadas (o sin aproximación ninguna), al tú más. Me
temo que independientemente del final del capítulo que la futura legislatura
catalana nos depare, habrá un exceso de amargura y resentimiento.
Insisto en lo dicho. Les escribe quien considera el
federalismo profundo la opción más deseable, pero que no le hace ascos a
largarse. Eso sí, con las cosas claras y las formas educadas y convivenciales
de las que nunca se puede carecer. Por cierto, si hablo de independencia me
importa tanto serlo de La Caixa ,
del Sabadell, De Planeta, de Abertis, de la iglesia, etc. que de Madrid. Y me
importa tanto a más el modelo de sociedad que subyace bajo la independencia:
justicia, solidaridad, democracia, derechos y el largo etcétera que ustedes ya
se saben.