El titulo no
responde a la esencia de la cosa, el federalismo no es en sí mismo un problema,
sino, al contrario, una solución. Ni corresponde tampoco, como pueden imaginar,
al concepto que el autor tiene de él. El que suscribe es federalista, con
ligeras tendencias hacia uno de los extremos.
El término
problema hace referencia a un detalle de gran relevancia, que en estos momentos
parece haber desaparecido del debate rearmado sobre el estado federal,
hipotéticamente español, cuando de ello se hace mención tanto en Catalunya,
como en Madrid (Madrid como síntesis política del conjunto del estado).
Durante años
se ha insistido en la necesidad de profundizar en el desarrollo federal de la
constitución, de las instituciones básicas como el senado, en los sistemas de
financiación (hay al menos dos) que sustentan un sistema político
descentralizado. Algún President se ha desgastado por ello. Algún quiere decir
uno.
Ahí viene el
problema. El federalismo necesita un consenso amplio para su desarrollo.
Catalunya ha formado parte de ese consenso desde antes del primer día, no hay
ninguna duda razonable sobre esto. ¿Pero en el resto de España? Encontramos
también algún federalista, incluso escriben artículos y sustentan argumentos.
Pero, por desgracia para todos, ni en el gobierno pretendidamente “federal”
avant la lettre, ni en las instituciones básicas del estado ha habido
sinceridad, autoridad, previsión de reforma o simplemente capacidad política
para iniciar seriamente el asunto.
Cierto es que
el nivel de descentralización de España es alto, pero también es cierto que
está basado en algunos fundamentos un tanto frágiles, como el café para todos
que se impone así que alguna CCAA tiende a plantear cambios (de hecho no
recuerdo más que una sola CCAA que lo haya hecho, ya saben, Catalunya). Las
demás han dado el statu quo como su forma de ver las cosas. Statu quo que ha
ido variando a mejor por las presiones de esa única interesada en el cambio).
Incluso las dos CCAA que disponen de privilegios financieros han hecho bien
poco en relación a esa necesidad de federalizar. Tal vez porque en el fondo
estaban en el mejor de los mundos razonables posibles.
Sin ese
interés desde otros lugares que no sean Catalunya el federalizar el estado se
ha demostrado que es un esfuerzo baldío. Y no vean en cuanto la derechona
rancia, autoritaria e ineficaz se ha hecho con la mayoría absoluta. El PP no es
federal, de hecho no es ni siquiera autonómico. El ansia recentralizadora,
basada en argumentos falaces, como la mala gestión económica de las CCAA, se
reafirma día a día. Incapaz, incluso, de introducir prudencia y neurona
cerebral en momentos tan delicados como los actuales.
El PSOE menos
vinculado al centralismo ha desaprovechado todas y cada una de las
circunstancias para hacerse realmente federal, al margen de enunciados
mayestáticos o nombres de comités. Tan es así, que ha hecho jugar al PSC en los
últimos años un papel tan lamentable como dirigido al desastre. No hace ni una
semana, el PSC en Barcelona se reclamaba federal y partidario de aceptar una
consulta al pueblo catalán sobre su destino y en Madrid votaba en su contra. Si
eso es federalismo fiable, más vale buscarse refugio en alguna otra parte.
Por ello, los
cantos federalistas que ahora oímos, tanto en Madrid como en Barcelona no son
realmente sinceros, a menos claro está, que en semanas se recomponga
políticamente el asunto y se clarifique tanto en el congreso, como en el senado
y en la calle ese verbo reciente.
La opción
federal, lamentablemente, no tiene hoy visos de realidad sin que aparezca con
todo el armamento político, legal y popular necesario. Con solo palabras
articuladas y buenos deseos no sirve para mucho.
Insisto en lo
que he anotado al principio, no tengo duda que el federalismo fuese el mejor
sistema de consolidar un estado en el que deben convivir conciencias nacionales
diferentes, culturas distintas, experiencias históricas y sociales diversas,
lenguas variadas, etc.
Pero para ello
hay necesidad de que el federalismo sea real, creíble políticamente y no
solamente oportunista así que las cosas van mal dadas.
Me parece poco
eficaz apuntar la salida federal para resolver la falta de federalismo que
tenemos después de tantos años. La lógica no cuadra. Y los ciudadanos de
Catalunya ya lo han intuido y asimilado. Volver a empezar es, tal vez, un buen
título para una obra de ficción, no para la política de hoy.
El mayor
impulso que el federalismo pueda hacer hoy es mirar hacia donde está el
problema y no a las teorías que lo sustenta: reforma del estado ya, respeto a
las diferencias ya, sistema de financiación comunitario razonable ya. Y todo en la
Constitución.
Lluís Casas, zozobrando.