sábado, 20 de octubre de 2012

EL PROBLEMA DEL FEDERALISMO


El titulo no responde a la esencia de la cosa, el federalismo no es en sí mismo un problema, sino, al contrario, una solución. Ni corresponde tampoco, como pueden imaginar, al concepto que el autor tiene de él. El que suscribe es federalista, con ligeras tendencias hacia uno de los extremos.

El término problema hace referencia a un detalle de gran relevancia, que en estos momentos parece haber desaparecido del debate rearmado sobre el estado federal, hipotéticamente español, cuando de ello se hace mención tanto en Catalunya, como en Madrid (Madrid como síntesis política del conjunto del estado).

Durante años se ha insistido en la necesidad de profundizar en el desarrollo federal de la constitución, de las instituciones básicas como el senado, en los sistemas de financiación (hay al menos dos) que sustentan un sistema político descentralizado. Algún President se ha desgastado por ello. Algún quiere decir uno.

Ahí viene el problema. El federalismo necesita un consenso amplio para su desarrollo. Catalunya ha formado parte de ese consenso desde antes del primer día, no hay ninguna duda razonable sobre esto. ¿Pero en el resto de España? Encontramos también algún federalista, incluso escriben artículos y sustentan argumentos. Pero, por desgracia para todos, ni en el gobierno pretendidamente “federal” avant la lettre, ni en las instituciones básicas del estado ha habido sinceridad, autoridad, previsión de reforma o simplemente capacidad política para iniciar seriamente el asunto.

Cierto es que el nivel de descentralización de España es alto, pero también es cierto que está basado en algunos fundamentos un tanto frágiles, como el café para todos que se impone así que alguna CCAA tiende a plantear cambios (de hecho no recuerdo más que una sola CCAA que lo haya hecho, ya saben, Catalunya). Las demás han dado el statu quo como su forma de ver las cosas. Statu quo que ha ido variando a mejor por las presiones de esa única interesada en el cambio). Incluso las dos CCAA que disponen de privilegios financieros han hecho bien poco en relación a esa necesidad de federalizar. Tal vez porque en el fondo estaban en el mejor de los mundos razonables posibles.

Sin ese interés desde otros lugares que no sean Catalunya el federalizar el estado se ha demostrado que es un esfuerzo baldío. Y no vean en cuanto la derechona rancia, autoritaria e ineficaz se ha hecho con la mayoría absoluta. El PP no es federal, de hecho no es ni siquiera autonómico. El ansia recentralizadora, basada en argumentos falaces, como la mala gestión económica de las CCAA, se reafirma día a día. Incapaz, incluso, de introducir prudencia y neurona cerebral en momentos tan delicados como los actuales.

El PSOE menos vinculado al centralismo ha desaprovechado todas y cada una de las circunstancias para hacerse realmente federal, al margen de enunciados mayestáticos o nombres de comités. Tan es así, que ha hecho jugar al PSC en los últimos años un papel tan lamentable como dirigido al desastre. No hace ni una semana, el PSC en Barcelona se reclamaba federal y partidario de aceptar una consulta al pueblo catalán sobre su destino y en Madrid votaba en su contra. Si eso es federalismo fiable, más vale buscarse refugio en alguna otra parte.

Por ello, los cantos federalistas que ahora oímos, tanto en Madrid como en Barcelona no son realmente sinceros, a menos claro está, que en semanas se recomponga políticamente el asunto y se clarifique tanto en el congreso, como en el senado y en la calle ese verbo reciente.

La opción federal, lamentablemente, no tiene hoy visos de realidad sin que aparezca con todo el armamento político, legal y popular necesario. Con solo palabras articuladas y buenos deseos no sirve para mucho.

Insisto en lo que he anotado al principio, no tengo duda que el federalismo fuese el mejor sistema de consolidar un estado en el que deben convivir conciencias nacionales diferentes, culturas distintas, experiencias históricas y sociales diversas, lenguas variadas, etc.

Pero para ello hay necesidad de que el federalismo sea real, creíble políticamente y no solamente oportunista así que las cosas van mal dadas.

Me parece poco eficaz apuntar la salida federal para resolver la falta de federalismo que tenemos después de tantos años. La lógica no cuadra. Y los ciudadanos de Catalunya ya lo han intuido y asimilado. Volver a empezar es, tal vez, un buen título para una obra de ficción, no para la política de hoy.

El mayor impulso que el federalismo pueda hacer hoy es mirar hacia donde está el problema y no a las teorías que lo sustenta: reforma del estado ya, respeto a las diferencias ya, sistema de financiación comunitario razonable ya. Y todo en la Constitución.

Lluís Casas, zozobrando.