EL CLUB DEL
ESPERPENTO
De hecho
seria más realista referirme a los diversos clubs de la comedia, puesto que la
pretensión de que solo hay uno es más bien falsa. Lo que si es cierto, es que
las normas de funcionamiento son más o menos las mismas y los resultados
similares para todos ellos.
La
explicación inicial viene a cuento porque hoy solo me referiré a uno, de modo
que necesito dejar sentado ante el lector que ese espécimen de diversión está
abundantemente extendido para que no me tilden de poco objetivo.
Dicho esto
y para evitar seguir con una escritura encriptada voy a destaparles el asunto.
Me estoy refiriendo a ese magnifico espectáculo de circo político que el
President Mas estrenó poco antes de las elecciones y sigue hoy por hoy en
cartelera. Seguro que habrán adivinado el título, “El pacte fiscal”. La obra
tiene un complemento que no siempre se exhibe que es la parte llamada “El plan
B”.
A lo largo
de estos ya muy largos meses, desde el final del verano del 2010, el autor de
la comedia ha ido interpretándola en diversos tonos y con distintos auditorios.
Incluso el guión ha sufrido variaciones hacia arriba o hacia abajo según y cómo
y según y con quién compartían palco o escenario con el President.
Ha habido
momentos de extremo independentismo, incluso con palabras que no son de uso
habitual en la cúspide de CIU. En otros, el asunto tomaba derroteros más
técnicos y mucho más amarrados al “caler” (o sea, el mardito parné). Ahora la escenografía se ha asentado en un “pour
parler” entre los partidos parlamentarios en la que parece que casi todo el
mundo está de acuerdo no se sabe muy bien en qué. La presentación del guión
actual, profundamente modificado, hizo de nuevo un cambio substancial con el
encuentro con los hombres de la empresa (es un decir, si contamos los que son
empresarios verdaderos, creadores de empresa y de futuro, el asunto podría
ponerse muy chungo), que al parecer aplaudieron entusiasmados la versión light
basada en la interpretación del tenor alternativo Duran Lleida, que juega a ser
o no ser con el PP.
Una comedia
que dura lo que está durando esta, no es moco de pavo. O estamos frente a una
obra de tanto valor como Enrique V, o estamos ante una obra que los críticos y
los entendidos no han visto, ni saben que existe. Otras razones no sé
explicarme.
Fíjense los
lectores, si han conseguido llegar hasta aquí, que he consumido un DINA4, sin
describir en absoluto el significado, si lo hubiera, del “Pacte fiscal”. Y no
soy el único. Leyendo la prensa y oyendo la radio o viendo TV3 tengo la
impresión que el “chup, chup” del “Pacte fiscal” es como los programas sobre
fútbol, se habla, se habla, pero no se dice nada que no se haya dicho ya, o que
sea simplemente no especulativo o que, en realidad, signifique algo
consolidado.
Hagan
ustedes un esfuerzo y díganme que piensan que es eso del “Pacte fiscal”, a ver
si estadísticamente podemos generar una mayoría sobre algún significado
concreto.
Según mi
parecer el “Pacte fiscal” es lo que en catalán (con permiso de los tribunales) adjetivamos
como una “olla de cols”. Es decir, un mejunje en el que la confusión y la
agitación son máximas y el
objetivo culinario un tanto desconocido. De hecho, siempre me ha parecido un
instrumento de despiste por parte de CIU frente a la difícil gestión política y
económica que tiene entre manos, a la vez que un instrumento de amenaza hacia
el PP, hacia el PSOE y un anzuelo circunstancial hacia ERC y previsiblemente
ICV (de eso estoy menos seguro).
¿Realmente
CIU quiere una hacienda catalana?, ¿está dispuesta CIU a pagar por ello?. Mi
respuesta es no en ambos casos. Con la simple lectura de los 23 años de
gobierno anteriores de CIU, tenemos los motivos y las explicaciones. Los
intereses de CIU están extensamente trabados con ciertas oligarquías estatales,
con muchos intereses económicos, sociales y personales que dejan a CIU cada día
más parecida a aquello que se llamó La
Lliga y que decidió lo que decidió en el momento de la
verdad.
Lo que me
extraña es por qué todos, como pazguatos, le siguen el ritmo. Esa reunión en
clave “tots junts” me ha producido demasiada repulsión como para mirar a otro
lado. CIU está jugando, como lo ha hecho durante tanto tiempo y el país no
necesita juegos en este momento clave y tan extremadamente difícil. Hubiera
preferido ver esa pulsión unitaria hablando y DECIDIENDO políticas de
activación económica, políticas para ahorrar dolores extremos a las familias
sin un euro, políticas que implicaran más esfuerzo fiscal a los que se sitúan
en virtud de su riqueza en paraísos fiscales de dentro o de fuera y un largo y
realista etcétera.
El que
Catalunya deba aspirar a una hacienda propia, a un concierto ala vasca o a lo
que ustedes quieran no tiene duda alguna. La duda está si hoy por hoy eso sirve
a los intereses de la mayoría de los ciudadanos, dado que los resultados
previsibles de todo ello no son más que más de lo mismo, “una olla de cols”.
Lluis Casas
dando espectáculo
Radio Parapanda. BRUNO TRENTIN, EL SENTIDO DE UN COMPROMISO Y SU VIGENCIA
EN ESTOS TIEMPOS QUE CORREN
LO QUE HAY
Me permitirán de nuevo los lectores unas ciertas
licencias. En este caso les parecerá que el artículo es una rara mezcla de
cosas y casos. En el fondo no hay tal, sino que pretendo ejemplarizar una tesis
en la que algunos estarán de acuerdo. Voy a ello.
Siguiendo el criterio temporal les confesaré dos
conversaciones que datan de finales de los años setenta; eran los tiempos del
dictador aun ejerciendo, aunque
dando pasos consistentes hacia la desaparición, desgraciadamente por simple ley
de vida. Las dos conversaciones fueron con el mismo interlocutor, un excelente
profesor universitario, un político pensante (no hay muchos) y un amigo siempre.
Vivíamos ambos en la clandestinidad de la lucha democrática, aunque en
distintos niveles.
En la primera conversación me preguntó al estilo socrático respecto a mi postura en
relación al tipo de democracia con la que estaría satisfecho. Me dijo si la
democracia francesa de entonces me parecía atractiva. Yo le respondí que “dónde
había que firmar”. Lo tenía muy claro, frente a la dictadura, la democracia
formal francesa era un aliciente de gran atractivo, al menos para mí, que nunca
fui un revolucionario esencial.
La segunda fue en torno a la liberación de un líder
político del PSUC, desgraciadamente desaparecido hace ya muchos años. Me
preguntó: ¿Crees que han sido las movilizaciones en la calle y las presiones en
los despachos los motivos de su salida de comisaría? Mi respuesta fue
contundente, no sé cómo, ni porqué lo han soltado, pero dudo mucho que la
presión en la calle o en los despachos tenga mucho que ver.
Pienso que ahí está el resumen de los errores de la
transición que hoy pagamos. En ambos casos, un servidor, acertaba, pero
olvidaba que no hay construcción verdaderamente democrática y sólida sin una
cierta limpieza de fondo. El franquismo y lo que lo generó, así como lo que
este produjo, siguieron existiendo más o menos discretamente ocultos,
despistando y esperando la oportunidad de hacerse de nuevo con lo que ha sido
para el país la normalidad centenaria, dictado, iglesia, corrupción, élites
hereditarias, mentiras e hipocresía a manta, utilización partidaria de las
instituciones democráticas del Estado, desprecio por los valores de convivencia
e incluso del conocimiento.
Hoy lo tenemos en primera plana y a diario. No es nuevo,
simplemente ha salido a la superficie toda el estiércol que, ingenuamente,
aceptamos tener bajo la alfombra. No pienso que sea exagerar si miramos
retrospectivamente a lo ocurrido con Fernando VII y con las expectativas que
Cádiz generó.
La contaminación provocada por ese núcleo virulento ha
terminado por afectar incluso a organizaciones surgidas de la democracia, y lo
que es peor, surgidas de la lucha por la democracia. No todas, pero si algunas.
Lo que sigue son dos ejemplos actuales, vivamente
actuales, que muestran ese nivel de retroceso que la sociedad española está
sufriendo.
El primer caso viene refrendado por la grabación
televisiva de la intervención de Ada Colau representante de la “Plataforma
d'afectats per la Hipoteca ”,
que recogió el premio (un tanto especial) en la noche de la elección del
catalán del año, que El Periódico organiza anualmente.
Si bien el acto tuvo cobertura televisiva a través de TV3
y en directo, no pasó lo mismo con esa parte del acto, puesto que precisamente
la entrega de ese premio y el discurso de Ada Colau no fueron emitidos. Les
dejo el enlace para que vean ustedes mismos el nivel de democracia a que hemos
llegado:
Como verán quien entrega el premio es nada menos que la Presidenta del
Parlament, con lo que la hipocresía final asciende a alturas inconmensurables.
Nada les digo sobre el pequeño, pero sincero y claro, discurso de Ada Colau.
Ustedes podrán verlo, escucharlo y valorarlo. Nada hay en el que no sea cierto,
que no sea respetuoso, que no sea democrático. Pues bien no pasó censura, como
antaño decíamos a propósito de Raimon o de Manolo Vázquez.
Según se dice, pero eso está en fase de comprobación, los
votos emitidos para la elección del catalán del año (finalmente fue Josep María
Pujals) tendían a concentrase en Ada Colau, y por lo que, algunos argumentan
fue excluida, aunque compensada con un premio especial, el que no fue emitido.
Insisto en que esta parte circula viva voce, aunque sin pruebas, pero me
permito decirlo por si acaso.
En siguiente caso es también televisivo y a propósito de
un programa que merece no solo respeto sino audiencia máxima: el Salvados que la Sexta emite el domingo por
la noche, y a cargo de Jordi Évole que exprime la realidad con una infinita
habilidad y consecuencia, además de un humor que facilita la digestión
intelectual. Todos los programas son interesantes, pero al que me refiero es el
del último domingo en el cual Évole pregunta y se pregunta qué hay que hacer
para que el país tenga un futuro distinto al que el ladrillo y la especulación
han determinado. Se habla por ello de ciencia y tecnología.
Lo más interesante es el momento en que distintos
científicos de casa, vueltos de centros de investigación extranjeros a través
de programas de recuperación de cerebros, explican que los compromisos
contraídos por los políticos de turno, los del gobierno federal, autonómico o
cualquier otro, no han llegado a cumplirse (algo tan simple como un contrato
real efectivo y legítimo) y han quedado en paro. Su futuro es la vuelta al Tour
Operador mundial de los investigadores o simplemente el abandono de su
actividad y hacerse taxista o camarero. Quiero resaltar ese detalle, el
incumplimiento de la palabra dada (a veces en el mismo BOE) que se permiten
tantos políticos y gentes al mando en estos días. Si uno no paga una factura o
la hipoteca se las ve con la fracción violenta y de rostro oculto e
identificación escondida de los Mossos, si uno no cumple la palabra dada a
través de programas científicos, aunque exista documentación oficial de ello,
nada puede hacerse.
¿Como hemos llegado a tal falta de honorabilidad? Y cito
honorabilidad como podría faltar al cumplimiento de contratos, de compromisos
serios, etc. Simplemente por que lo que hay al mando no la tiene. Yo mismo en
alguna ocasión y con efectos menores he podido comprobar como un acuerdo
cerrado saltaba por los aires según conveniencia política.
En realidad es simplemente no tener palabra. Como decían
los antiguos, aunque en esos tiempos el asunto
podía arreglarse en cualquier esquina con capa y espada. Ahora no hay ni
tribunal, ni esquina válidas.
Vean el programa, que tiene muchos otros motivos de
interés.
Lluis Casas, embozado y esperando a que se apaguen los
faroles.