La visión
general de los problemas económicos, de la actitud de los gobernantes, de las
acciones de los mercados y de la comprensión de la situación se va pareciendo
más cada día a los años previos a la primera guerra mundial, cuando unos y
otros actuaban simplemente como si desearan o necesitaran el holocausto para no
se sabe bien qué fines. Nadie quería la guerra y todos la prepararon y
establecieron un sistema de alianzas y alertas que simplemente solo podía crear
el conflicto a poco que hubiera motivo, por nimio que fuera. Lo mismo ocurrió
años después con la crisis de 1929, en donde casi nadie hizo lo que debía, casi
nadie entendía por que actuaba de la manera que lo hizo, ni nadie acertaba con
medios y tiempos que permitieran recuperar las economías sin llegar a la
debacle.
La marcha
actual hacia el gran desbarajuste es constante. A toda acción emprendida, como
el reciente rescate bancario español o las incomprendidas elecciones griegas,
le siguen decisiones, opiniones, acciones que desfiguran la intención, alarman
a todos y empeoran el día. La dichosa prima de riesgo, un impuesto financiero
sobre los estados con problemas, se ha convertido en casi el único indicador de
la salud o la enfermedad económica. Si sube o baja, a veces de forma
instantánea e incluso con cambios de sentido vertiginosos, todo son nervios y
discursos erróneos o meros cantinfleos. Lo que ayer era blanco, el mismo
pregonero hoy dice que es negro. Nuestro ínclito presidente federal, ese don Mariano, muestra tal despiste y
tal incapacidad que incluso hace buenos a los Dragui, Merkel, Barroso y
compañía. Todos ellos jugando no ya con fuego, sino directamente con explosivos
incontrolables.
Si en base
a la inacción europea (la inacción en sentido positivo, es decir, la mejora
económica, de la ocupación, de la actividad empresarial, etc.) genera una peor
situación y por ende unos costes financieros de la deuda superiores, se empeora
la capacidad de devolución de la deuda y el impulso a crecer. Una especie de círculo
vicioso con una única salida el caos.
Doña Merkel
podría terminar destruyendo la
Unión en base a unas creencias morales y económicas que día a
día fracasan y entorpecen la verdadera resolución del problema europeo. Incluso
la Merkel
amenaza con cargarse a Obama en su hipotética reelección, con lo cual el
problema en enero del 2013 puede parecerse mucho a esos films de catástrofes
totales.
El repaso a
la situación de todos y cada uno de los miembros de la UE nos muestra que lentamente
el mal se expande y contagia a todo bicho viviente. Si unos están atados por
una incompleta unión, otros, como Gran Bretaña, se han subido solos al carro de
la recesión para así asimilarse a los que al otro lado del canal están aislados
por la tormenta.
Mientras, lo
que aparece en los medios de comunicación se parece cada vez más a una crónica
sin sentido, sin la necesaria constatación de los hechos, sin el contraste de
opiniones verdaderamente sólidas. Después de varios años de una crisis
financiera aun no sabemos quienes son nuestros acreedores, quienes son esos
mercados, qué empresas, instituciones están detrás de la prima de riesgo. En
definitiva quienes están ganado dinero a espuertas a costa de la sanidad, de la
educación e, incluso ahora, a costa del pan diario de cada día.
La tormenta
económica se ha mezclado en un todo consistente con la política, con la moral y
con la social. El sistema está en quiebra total y en manos de los que solo
suspiran por las indemnizaciones millonarias. O que son partidarios de hundir
el barco para salvar a la tripulación.
En fin,
como consejo personal les recomiendo que se hagan un cuadro de doble entrada en
donde puedan colocar las opiniones o las recomendaciones o las acciones y el
día en que se produzcan, para a continuación ir removiéndolos por los cambios
habidos sobre ello. Revuelve las tripas, tanto por hambre, como por ganas de
rajar.
Lluis
Casas, asumiendo un trienio que no vale un pimiento.