domingo, 11 de abril de 2010

EN BERLIN CON BALTASAR GARZÓN




Después de unos días libres de obligaciones profesionales y llenos de un intensísimo turismo berlinés, una costumbre que se ha hecho habitual en semana santa, reemprendo la observación detallada de esa vida económica nacional que no vive en si misma, como diría nuestra santa Teresa levitando. Lo hago, no sin antes recomendarles el nuevo museo de historia alemana recientemente inaugurado en Berlín. La historia alemana (puro nacionalismo, claro está) contada a través de piezas de arte y una multitud de objetos de primera línea. Uno está frente a la historia, como con un ejemplar del Manifiesto Comunista del 1848 en su primera edición de Londres, o con la bola del mundo, realmente existente, del despacho del Führer, con agujeros de bala incluidos y con la foto de Charles Chaplin comediando los excesos de aquel monstruo. Pido permiso para contar una anécdota berlinesa. Estábamos en una cervecería reparando nuestra caminata viajera cuando oímos a un grupo de parroquianos nativos comentar la injusticia que se estaba haciendo en España contra el Juez Garzón. Entonces, de manera educada me dirigí a ellos con mi aproximado acento bávaro, y le dije: “Caballeros, tienen ustedes mucha razón. Pero sepan que estamos movilizados contra los bajos de Varela. Precisamente el próximo martes los sindicatos españoles han convocado una gran movilización en Madrid. Y allí estaremos”. Los parroquianos nos invitaron a brindar y una señora de edad exclamó: Es gibt noch Richter in Berlin. Más o menos: por si las moscas, hay jueces en Berlín.


Entrando en materia, les diré que hace algunos meses que se anuncian las buenas nuevas que reflejarían la mejora económica en España, nuevas que no aparecen realmente en la perspectiva inmediata y que dilatan a su vez el tiempo de la crisis y una cierta desesperanza colectiva. Me da la impresión que a poco que sigamos así juntaremos la crisis de hoy con una presunta nueva crisis, de la que se empieza a hablar con cierto descaro como de una cosa inevitable. El gobierno está tropezando aquí con la mismísima piedra con que lo hizo al negar la crisis, pero ahora en sentido contrario, intentando encontrar motivos de esperanza. Mala táctica cuando el paro sigue y los peatones de la historia no llegan ni a medianos de mes.


Los instrumentos que el gobierno federal desplegaba hace unas semanas no se han concretado en la dimensión necesaria, los acuerdos políticos y sociales que se cuecen en un hipotético gran pacto estatal, si se cuecen, lo hacen a un fuego lento de tan pequeña magnitud que puede que no llegue a hervir nunca el caldo. Tampoco las propuestas de nueva economía que se hacen y se deshacen en pocos días desde el ministerio de industria, ilustran grandes esperanzas. Un día es una cosa, al siguiente otra, como la última del coche eléctrico. Pero nada consecuente y sólido.


Solo sabemos a ciencia cierta que el IVA va a subir dos puntos el uno de Julio. Y eso ha hecho bastante por adelantar ciertos consumos domésticos, como el de los vehículos, que significan un ahorro de cierta relevancia. Esa alegría actual es solo aparente, puesto que, como digo, el consumo se adelanta unos meses para aprovechar una ventaja temporal. El 2 de Julio todo volverá donde estaba. O sea, en el miedo y el apriete del cinturón ahorrando lo que se pueda por lo que pueda venir. Esa característica de la crisis, el ahorro de las familias, es en muchos sentidos una buena noticia (que hubiera sido mejor si se estuviera en pleno crecimiento), el ahorro demuestra un realismo preciso y una base para la inversión. Ese ahorro el gobierno debiera encauzarlo a buenos fines colectivos y no para el disfrute bancario.


Ya nuestro eximio prócer parapandés les ha contado lo del pacto,
... Y LA ABUELA SIN PARIR, con un comentario con el que estoy totalmente de acuerdo. Si el tiempo pasa puede ir a peor y, donde no está el PP, puede estar el mundo sindical, acompañado, tal vez, de la parte contratante, me temo que más nerviosa de lo conveniente. Por lo tanto, a ver si entre sindicatos, gobierno y algunos partidos consiguen alcanzar un acuerdo sobre la vía de la recuperación y de la nueva economía. No simplemente unas rebajas de verano para empresarios.


Lluis Casas, movilizado con Garzón.