miércoles, 14 de abril de 2010

EL CAPITÁN TRUENO Y EL JUEZ GARZÓN





Afortunadamente para todos, hoy aparece el primer volumen de la nueva época del Capitán Trueno, edición que, según me cuentan, está debidamente asesorada por don Víctor Mora padre real y putativo de nuestro Capitán (incluso en contra de la Editorial Bruguera de la primera época). Lamentablemente la naturaleza hace imposible que el gran Ambrosio lo siga dibujando con su eficaz y realista estilo, pero eso no tiene solución humana posible. Con esa nueva aparición, no olviden que El Capitán proviene del Alt Empordà, el Barça ya no está tan solo como instrumento adecuado para capear psicológicamente los nuevos temporales que se avecinan. Hoy es día 14 de abril y la República no está bien de salud, como los tribunales reciclados confirman, ni el Estatut tiene la jornada tranquila, según los tribunales de otro orden tienden a determinar.


Hoy El Capitán Trueno, hijo predilecto de Parapanda, ahora un cincuentón, lamentable viudo de Sigrid y abandonado por Crispín, que se ha largado a por una esposa e hijos, está tan solo acompañado por Goliath, con quien enfrentará las malas artes del tribunal constitucional y del tribunal supremo. Me dicen que los primeros episodios ocurren en Vic, en donde el Capitán ha de defender a los inmigrantes honrados de los ataques furibundos de los fundamentalistas cristianos.


Ya en épocas anteriores, el capitán tuvo amistades peligrosas con vikingos, de los que obtuvo una novia rubia, con chinos independentistas de los que consiguió un globo aerostático en pleno siglo doce, con aztecas rebeldes de los que obtuvo un puma, con zulúes orgullosos que aportaron un chimpancé y con musulmanes de honor que le dieron renombre. De hecho su primera aparición pública ocurrió en San Juan de Acre, en Palestina, en donde provisionalmente frenó, junto al rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León (un rey inglés con muchas plumas), al gran Saladino en su propia cruzada de recuperación territorial, pero con quien entabló algo más que una buena amistad.


Esas credenciales lo hacen muy adecuado para la defensa de los débiles y los oprimidos de la estepa de Vic. Será, sin dudarlo, el adalid de la decencia y el honor frente al cacique aristócrata, plutócrata, más bien, que hace de las suyas sobre los pobres de la zona, a quienes explota sin piedad y a quienes niega derechos fundamentales. Para más INRI, el señor de Vic, es de la escuela eclesial, aunque ha perdido todo vínculo real con las bases teológicas, de modo que no es de esperar que El Capitán deba enfrentarse además con Roma. Eso tranquilizará a Roma. En fin, para qué contar nada más. En todo caso debo decir que los oprimidos del mundo estamos de enhorabuena.


Si se fijan, la reaparición de Trueno coincide con la desaparición provisional de don Andrés Iniesta, otro gran adalid de los débiles, así en Parapanda como en el Cielo. Cosa que, si no compensa adecuadamente a los esforzados partidarios del “Som més que un club” o a los gustadores de grandes jugadores, si, al menos, refuerza el ego colectivo. Cosa tan querida como frágil.


En el madrileño acto codefensivo de don Baltasar no he atinado a ver a todos los que deberían haber estado. Como no fui testigo directo, no puedo criticar a nadie por falta de comprobación fehaciente. Pero, eso si, afirmo que todo el mundo democrático debería haber estado, al margen de las identificaciones personales, tan necesariamente flexibles a la luz de la idiosincrasia de don Baltasar. Si alguien lo duda, se lo aclaro. Defender a don Baltasar no es defender solo a don Baltasar. Es defender los valores democráticos y a los españoles crucificados por el franquismo durante y después de la guerra. Sin señalar a nadie. Faltaría más. Trueno estaría de acuerdo.


Lluis Casas, experto en el mundo del cómic. Para entendernos, de los tebeos.