miércoles, 21 de abril de 2010

HOY TENEMOS UN BUEN DÍA




Hoy me siento mejor. De hecho, incluso me levanto mejor. Y respiro mejor. ¿A qué se deberá tamaña mejoría en la salud de don Lluis, pensaran ustedes? La respuesta es muy simple y tiene que ver con la psicología individual y colectiva. Les cuento. Hoy he asistido en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona al acto en apoyo de don Baltasar Garzón. Yo, perdonen la modestia, y mil personas más. Entre los que se cuentan personalidades de mundos muy variados, desde la política pasiva, como Pascual Maragall, a la activa con parlamentarios y cargos gubernamentales libres de ataduras, poetas, abogados, sindicalistas de tomo y lomo, cantantes en protesta y cantantes protesta, funcionarios, profesores, estudiantes primerizos y estudiantes avanzados, gestores administrativos, escultores, amanuenses, jubilados de todos los menesteres, ex fiscales en activo y un etcétera tan largo que perderíamos, ustedes y yo, el hilo del asunto si hiciera un recuento preciso.


Como ya les certifiqué en su momento, la defensa de don Baltasar no es la defensa de don Baltasar. Es la defensa de la democracia sin adjetivos, de la justicia sin aditamentos y de la libertad completa. Y además, de don Baltasar. Así debe ser entendido el acto y así debemos explicarlo, puesto que don Baltasar es una persona con grandes superficies y enormes esquinas, pero por encima de eso está siendo atacado por acciones justas, democráticas y libres.


Los cadáveres mal enterrados, y les pido que entiendan el buen sentido de la expresión, tienden a salir a la superficie sin atender a momentos y oportunidades. Así está siendo con los acuerdos de la transición que se saltaron derechos y obligaciones para con las personas y las familias que sufrieron la muerte, la cárcel y la tortura.


Esos muertos, anteayer mal enterrados, salen hoy a reclamar sus derechos. Y el juez se ha dispuesto a ello y por ello la derecha y la extrema derecha, junto a multitud de oportunistas sin honestidad, están dispuestos a despacharlo: los “oportunismos transversales”, según dejó dicho don José María Mena.

En otros tiempos ldespacharían al Juez en una cuneta, hoy lo hacen a través del Supremo (mal nombre que me recuerda el que se atribuía un dictadorzuelo isleño en un film del gran Raoul Walsh sobre una novela de Forrester, El hidalgo de los mares, para los que la quieran recordar con Gregory Peck como el capitán Horatio Hornblower). Ese Supremo que actúa en contra del ordenamiento internacional, de la racionalidad jurídica, del entendimiento democrático, de la simple justicia y de los requerimientos honrados de las familias con muertos desaparecidos. No se trata, no crean, de unos cuantos. Aunque con uno solo ya sería suficiente. Se trata de miles. De muchos miles. En la Generalitat, el archivo que contiene las reclamaciones por prisión o represión, son más de treinta mil. Si Catalunya es el 20% del total español, tenemos 150.000 casos de ese nivel, a los que hay que añadir los desaparecidos en cunetas, bosques y cementerios. A un problema que requiere solución, se le añade ahora otro, la actuación del Supremo. Y aún otro, añadiría yo, con la del Constitucional respecto al Estatut de Catalunya.


La justicia en España requiere un buen repaso, sin ninguna duda y con ello nos va la verdadera democracia. Así habló don José María Mena, que fuera fiscal jefe de Catalunya. Mena recordó a algunos y enseñó a los más que también el Tribunal Supremo puede y debe ser criticado como cualquier otro poder del Estado. Vino a decir que no hay institutos intocables en una democracia, y –con punto de vista fundamentado— siguió razonándolo. Por eso concitó las ovaciones más calurosas. Por cierto, la primera gran ovación de la mañana se la llevó don Carlos Berzosa, rector de la Universidad de Madrid; seguro que la oyó desde Madrid.


Por eso me siento mejor, me levanto mejor y respiro mejor. Tenemos respuesta, luego aun tenemos sensibilidad democrática y social.


Lluis Casas, entusiasmado.