viernes, 27 de abril de 2012

REPSOL, AHORA SÍ



Un asunto de estas dimensiones es con absoluta certeza algo difícilmente explicable en toda su complejidad o, tal vez, en su absoluta sencillez.

¿Se trata de un simple robo de estado?, ¿se trata de una venganza anticolonial por mal trato?, ¿es una enorme equivocación del gobierno argentino? ¿Chi lo sa?

Los métodos analíticos, racionales ellos, probablemente no hagan más que enmarañar las cosas. Con un simple vistazo a la prensa nos topamos con verdaderas virguerías de rancio nacionalismo, informaciones económicas totalmente divergentes y exabruptos de variada condición. Todo ello en boca de unos y de otros o de otra, no lo olvidemos.

Para simplificar las cosas y no caer en interpretaciones de mal manual leninista o de … de registrador de la propiedad, despejemos algunas cosas:

La primera es que no estamos frente a una medida que tienda expresamente a perjudicar a los españoles. Es un asunto entre el estado argentino peronista “malgrélui” (vaya cosa) y una empresa multinacional privada de raíz hispánica, una verdadera curiosidad de coleccionista.

La segunda es que tampoco es una medida que vaya a favorecer a los argentinos, o al menos a la inmensa mayoría de ellos. Puesto que estamos en una pugna de poder económico entre élites inversoras y cúpulas políticas cercanas a las características de las mafias. No confundamos las excusas mitineras con las razones de fondo. Casi nunca son lo mismo.

Tercero, es evidente que la situación del gobierno español y el presunto estado al que representa no están en las mejores condiciones de prestigio y de capacidad de influencia para enfrentar con diligencia un asunto de estas dimensiones. Por ello los pretendidos intereses empresariales de raíz hispánica no tienen el soporte que en otros momentos podría ejercerse o que en otros países se efectúa con precisión quirúrgica.

Cuarto, el gobierno federal español ha dado tales muestras de incapacidad e incompetencia internacional y ha evidenciado tal falta de información previa que él mismo se pone a disposición del primer franco tirador disponible. La reacción gubernamental española es el reflejo del pensamiento débil: esto a mí no me va  a pasar, por lo que no tomo las decisiones afortunas, ni ejerzo las acciones evasivas necesarias ANTES DE. Probablemente lo mismo sirve para REPSOL.

Quinto, del mismo modo, el gobierno y el estado argentino han establecido una estrategia de gran debilidad a medio plazo, a menos, claro está, que tengan ya un acuerdo atado con inversores de gran dimensión para hacer lo que presuntamente quieren que haga la nueva empresa nacional del petróleo. En ese caso, el gobierno argentino simplemente cambia de socio y de proveedor de comisiones.

Sexto, la distancia física entre Argentina y España es tanta que no es posible establecer un frente y líneas de ataque y retirada; luego la única posibilidad es algún tipo de acuerdo entre ambas, antes que se produzcan daños colaterales en otros ámbitos que no sean la economía internacional y el juego de los grandes inversores. Recordemos que ambos países comparten cómodamente, a pesar de los calificativos de gallego o sudaca, un porcentaje de población mutuamente emigrante muy relevante, tanto por el número como por la influencia. A ver sino, ¿a quien le interesa que don Leo (o LIO) Messi o Di María se nos ensimismen por el conflicto? ¿Los terapeutas que asisten a miles de españoles afectados por los síndromes del recorten se lanzarán a una guerra nacionalista y petrolera?

En fin, reconociendo que cualquier país tiene derecho a controlar eficazmente las industrias y los servicios que le son estratégicos, la energía lo es sin duda alguna, la forma de cumplimentar tal mandato debe corresponderse realmente con el fin y con las estrategias internacionales para no generar más males que beneficios. Las formas tanto en la política interna, como en las relaciones exteriores son algo más que un adorno y la peronista de turno es una hábil y poco escrupulosa manipuladora de ellas frente al nacionalismo a flor de piel de una parte de su electorado. Solo España es capaz de malvender una empresa ex pública estratégica a una empresa pública estratégica del mismo sector pero propiedad de un gobierno ajeno: Endesa, sin ir más lejos. Lo que fue entonces algo más que un error por voluntad política no es el espejo al que mirarse en caso de REPSOL.

De modo que, esperemos como van a ir los procedimientos y las influencias y presiones antes de declarar una guerra entre argentinos y españoles. Ni unos, ni otros se lo merecen, ni tienen nada que ganar con ello. Son cosas de los poderes oscuros, económicos, políticos y mafiosos.

¡Ah, por cierto! Un recordatorio un tanto culto a la frase “estamos cambiando la historia”, que ha servido de eslogan petrolero. La historia no se cambia, en todo caso se reescribe; y el futuro, dios dirá, señora mía.

Lluis Casas con una reserva de gasolina 95 octanos de REPSOL, para uso exclusivo del mechero.

Postdata

El gobierno de derechas catalán se ha fotografiado en el más puro estilo franquista con la autoridad eclesiástica católica en el núcleo arquitectónico del gobierno, el Palau de la Generalitat y en plena fiesta cultural de Sant Jordi (dejemos lo de patrón de Catalunya para cuentos de niños). La cosa se ha alargado con una misa de cuerpo presente de unos cuantos consellers y conselleres que obviaron que en el país hay muchas religiones y muchas personas sin religión.

La parafernalia católica nos recuerda a muchos las efemérides franquistas en las que nadie sabía bien quién era quién: el palio al servicio del caudillo o el caudillo protegido por el palio.

Supongo que antes o después, el President habrá hecho confesión de pecados y fechorías, en estos tiempos abundantes desde el punto de vista de los mandamientos de la ley de dios, piedra fundamental de todo creyente católico. Les recuerdo que a la misma hora la poli catalana echó de su casa a una familia pobre y aprovechó para hacer ejercicios gimnásticos con las porras sobre las cabezas, troncos y extremidades de los que pensaban en salvar a una sagrada familia como modo de solidaridad cristiana y profana.

En fin, por breve que no quede. Tanto la nota presente como la alianza católico convergente. Por cierto, ¿Dónde está el fervoroso católico, de cintura para arriba, Duran i Lleida?

Lluis Casas revisando el Hermano Lobo de los setenta y sintiendo vergüenza catalanista hasta la médula.