lunes, 18 de octubre de 2010

REFORMA DE LAS PENSIONES CON SIMÓN ROSADO EN EL RECUERDO




Me permitirán que encabece el artículo con el nombre de un gigante discreto. Y lo hago no como homenaje, si no rindiendo pleitesía a un futuro de izquierdas, con libertad verdadera, con justicia equitativa y democracia plena. Con ello estaríamos de acuerdo Simón, un servidor y muchos más.


Les adelantaba en el anterior artículo que algo diría respecto al futuro después de la huelga general, pues ahí va.


Lo primero y principal es que la nueva fase del combate debe hacerse mediante la articulación de propuestas con contenido de futuro, no con retroacciones de lo ya dicho y en muchos casos, mucho tiempo ha, ya perdido. Los sindicatos y los elementos políticos que han hecho la huelga deben apostar por propuestas que no suenen a defensa a ultranza del mejor tiempo pasado sino a cosa nueva, a cambio real y que alineen lado a lado necesidades surgidas de cambios profundos en el sistema productivo, en las relaciones sociales y en la perspectiva de vida.


Lo primero será lo que haremos con las pensiones. Queramos o no, ese es el ámbito del combate inmediato. Y lo que digamos ha de hacer crecer la fuerza sindical y la fuerza política verdaderamente de progreso. Por ello no hay que defender el sistema de pensiones como de un asunto cerrado a cal y canto.


Pienso además que las reformas que puedan proponerse deben reforzar la idea de una sociedad solidaria, pero en la que conviven intereses muy diversos y no contradictorios. Si hace décadas el sistema actual era la respuesta justa a les necesidades del momento, basadas en la gran factoría difusa de la producción en masa y la laboralización intensa y extensa, hoy es muy distinto. Debemos dar respuesta a formas diferentes de encarar la vida laboral, con amplios espacios para la formación y por tortuosos caminos profesionales. También la toma en consideración de unos trabajadores en donde la alta formación es extensiva y que pesan cada vez más en el conjunto. Si la pensión actual se corresponde con el obrero metalúrgico, pongamos por caso, el futuro es del trabajador polifacético con múltiples entradas y salidas del sistema por razones muy variadas. ¿Qué decir de los técnicos y científicos que se aventuran hasta los 35 años en los vericuetos de las becas de investigación, doctorados, exploraciones extrajeras y mil visicitudes más? Esos, pienso que son un muy buen ejemplo de lo actual, no ven en el sistema de pensiones y garantías actuales cosa de gran interés. No han cotizado, con suerte, hasta los 35 o 40. Por lo que en el mejor de los casos disponen de pensiones privadas adquiridas palmo a palmo en una entidad bancaria.


¿Qué decir también de otros colectivos que no ven relación congruente entre su capacidad de cotización y su pensión futura? Les pasa lo mismo, van al banco a por los complementos. La lista pude ser muy larga. Yo mismo y mi compañera también, hicimos una larga travesía de inconsciencia juvenil por los trabajos sin contrato, que hoy nos obligan a alargar la vida laboral para acceder a la pensión. La solución, una vez advertido el inevitable futuro, fue la misma, La Caixa.


Las grandes empresas o las administraciones han establecido sistemas de cotización libre y voluntaria en fondos de pensiones. El asunto no es el resultado de la mano de Lucifer, sino el juntar necesidades diversas con un sistema de gran rigidez. Esas rigideces hay que romperlas para integrar en el ámbito de lo público lo que se ha hecho mal en los oscuros rincones bancarios. Y no solo con la pensión privada complementaria. Lo mismo con la edad de la jubilación, con la transición temporal desde la actividad plena a la jubilación definitiva y tantos otros conceptos que la vida genera continuamente. Sistema público, solidaridad, flexibilidad y adaptación a las necesidades de cada uno.


El objetivo es claro, según mi parecer, hacer del sistema de pensiones público algo al que todos los trabajadores defiendan por su capacidad de identificación con lo que ellos necesitan.


Les recuerdo que la semana anterior un grupo de economistas vinculados a una entidad patrocinada por bancos y grandes empresas lanzó la directriz de la reforma según los cánones de los intereses de sus propietarios: el sistema público se desvanece por necesidades puramente demográficas y la salvación está el sistema privado de pensiones. Esta estrategia es algo sabido y hartamente conocido, pero cada vez que sale a la palestra, los medios de comunicación, demócratas ellos, lo anuncian a bombo y platillo. El sistema público de pensiones ha quebrado en no menos de cuatro ocasiones so no me falla la memoria, y siempre por los motivos de la financiación y de la demografía. FEDEA, la entidad promotora no hace referencia a tantas crisis anunciadas y no tenidas, tampoco hace referencia a los sistemas de financiación complementarios a las cotizaciones, el presupuesto por ejemplo. No relativiza la perspectiva demografiaza, quebrada en santísimas ocasiones. Bien, lo de siempre, pero en un contexto nuevo: la política contra el sistema de solidaridad público.


Eso es lo importante. Y a ello debemos atender mediante algo a lo que el gran Darwin dedicó toda su vida: la adaptación y el éxito.


Seguiremos…



Lluis Casas de orgulloso duelo