viernes, 1 de agosto de 2014

JORDI PUJOL O "LA CAÍDA DE LA CASA USHER"

Al mismo tiempo que se publicaba en este esplendoroso medio el artículo sin importancia de la anterior semana, el Titanic catalán se hundía en las frías aguas del Atlántico norte. Este firmante desconocía la situación y nada pudo hacer por informar y comentar lo ocurrido. De modo que, a toro pasado, se pone a ello, advirtiendo al estimado público que los hechos van a durar más que las pilas Duracell y que por lo tanto se lo tomen con calma y buenos alimentos, sobretodo espirituales.

Las causas del naufragio, pues hay varias causas, se desconocen en su totalidad en este momento, pero parece ser que una de ellas proviene de un iceberg andorrano que dañó gravemente hace treinta años los puntos de ensamblaje de babor, estribor, proa y popa de la embarcación. El hecho, conocido por muy pocos, aunque sospechado por muchos más, ha sido discretamente ocultado bajo innumerables capas de pintura antioxidante que han tenido la virtud de ocultar, pero no de restaurar lo dañado. Finalmente, el capitán ha tenido que asumir la situación y dar explicaciones a tripulantes y embarcados en general que han quedado tremendamente impactados tanto por el inmediato y súbito remojo en las frías aguas atlánticas, como por su creencia casi mística en las cualidades de la embarcación y de los tripulantes de cabecera.

Este hecho de gran importancia política e histórica puede ser excelentemente ilustrado a través de una obra del insigne Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809  Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de1849), se trata, nada menos que de “La caída de la Casa Usher, también conocida como “El hundimiento de la casa Usher” (título original en inglés para los expertos: The Fall of the House of Usher).  Se trata de un cuento de terror,  publicado por primera vez en la revista Burton's Gentleman's Magazine, en 1839. Se cuenta entre las más significativas historias de su autor, y no sólo atendiendo a las muchas interpretaciones literarias y psicológicas que de ella cabe extraer sino, debido a sus excesos, literarios (su intenso barroquismo, su eficaz retórica anticuada) y de todo tipo, como la fantástica recreación de efectos que se logra al combinar, alucinógena y metafóricamente, las figuras estilísticas con procesos físicos misteriosos: la personificación, la sinergia, la ósmosis, la sinestesia... el estruendoso clímax final, a lo grand guignol, al que se accede por medio de un procedimientocontrapuntístico que sería un siglo después muy utilizado en el cine desuspense: la doble trama confluyente.

Existen para los menos dados a la lectura gótica excelentes Films mudos y hablados, de modo que todo a su disposición. Así que con todas esas excelencias y en mi propio provecho me he agendado el título, al que, si lo desean, solo hay que cambiarle el apellido del clan para hacerlo más cercano, pero no más moderno.

El asunto del Titanic tiene otras consideraciones, más cercanas a la psicología social y a la hipocresía burguesa, tan catalana ella y tan conocida que no hay mucho que comentar.

Soy consciente que don Jordi Pujol tiene sus respetos entre mucho personal de toda índole, y siempre he aceptado tal cosa a pesar de mi creencia consciente de que fue un personaje inadecuado, no por falta de habilidades políticas, ni por su memoria de elefante, sino por su incapacidad de crear una realidad sólida, honesta y evolucionable. No sé si me equivoco al constatar que en toda nueva creación “patriótica”, la puerta se abre a todos los que tengan aportaciones de substancia. Eso no se dio en Catalunya, generando 23 años de una solemne mala administración (con las honorables excepciones que ha habido) y con un oportunismo político al servicio de intereses nunca realmente “nacionales”, pues siempre apareció con mayor o menor discrecionalidad la necesaria implicación de negocios de todo tipo.

Disfrutamos aun de autopistas de peaje de tercera regional puestas al servicio de la deuda de un reconocido abogado real, entonces alternativa presunta al gobierno federal. Sirva solo como ejemplo de entre los que podemos hallar en el gran almacén del debe pujolista.

Durante veintitrés años se quemaron oportunidades humanas, sociales, económicas y morales, todas cubiertas por la gloria de los que creyeron y creen en la propiedad del país, en expresión clara y rotunda de doña Ferrusola al perder las elecciones o el gobierno en manos de la izquierda finalmente unida.

El populismo que le permitió entonces (los ochenta) al ahora auto confeso defraudador, basado en un conocimiento del territorio físico y humano del país, enlazó con las fuerzas de raíz caciquil a la catalana siempre existentes.

Nada fue actual, moderno. Todo se dejó en manos sin control, ni conocimiento, con escasa moral y deshonestidad de primera. La mayoría parlamentaria permitió todo y se excluyó de cualquier control real mediante una prensa, TV y otros muchos medios que aplaudían incluso los gallos del cantante.

Ya desde el principio de vio que el jefe del clan dependía en exceso de sus propios errores y los convertía en trincheras patrióticas. El caso de Banca catalana fue premonitorio de un modo de hacer política y (ojo al parche) administración desde los intereses más inmediatos de unos cuantos.

La familia, al más puro sentido de las mafias mediterráneas, hacía lo que le daba la gana. Con la aquiescencia del pater familias y de su entorno, como ahora resulta innegable incluso para los que sabían y callaban.

Durante treinta años el clan pudo tener oportunidades de regeneración, una vez cubierto el cupo de beneficios a costa de las relaciones, para decirlo sin ánimo judicial. No lo hicieron y ahora la justicia divina o la del Olimpo, ha hecho emerger el pastel en el peor de los momentos para ese patriotismo basado en aquello de “Catalunya és diferent”. El impacto es de aúpa y la organización política que creo Jordi Pujol va a pagar un precio perfectamente justo y elevado, así como el frenazo hacia el camino a las estrellas prometido.

Hoy mismo, un Mas forzado a disimular su reciente pequeñez ha visto la cara más dura del Estado en primer plano. El no mayestático, dicho ahora con más tranquilidad frente a un adversario que se diluye como el azucarillo, ni se molestará en lanzar caramelos compensatorios.

Tendrán que improvisar planes B, C o D tan enrevesados como difíciles de cumplir.

Este es un final de Julio un tanto inesperado, ya que la tendencia al lento desgaste habitual en estos casos en donde se intercambian pruebas por apoyos se ha ido al traste, los “errores” y la falta de disposición de Jordi Pujol en relación a una parte de la fortuna familiar hacen explosionar un método que duró treinta años.

Y con ellos…

Lluís Casas en plena insolación