miércoles, 5 de diciembre de 2012

ÉRASE UN CATALÁN A UN MAXILAR PEGADO


A poco más de una semana del resultado electoral, me permitirán ustedes que no pontifique sobre el qué y el cómo. Aparte de los escaños, los votos y las sumas y las restas, así como también dejando fuera la necesidad infantil de intentar transformar lo malo en bueno y el fracaso en éxito, hay otras cosas que requieren la atención y pueden ser comentadas ipso facto.

De estas, pues hay variadas opciones, una me interesa mucho en este momento en que la reflexión aun depende del instante y de la falta de reposo y meditación. Las reacciones en caliente son siempre interesantes pues nos hablan del temple y del realismo del político o de la persona afectada por un resultado no previsto, ni entrevisto.

El President de la Generalitat convocó al pueblo buscando un referendo amplísimo a sus propuestas que en síntesis eran dos:

La  primera y principal era la que ofrecía cobertura a dos años de gobierno que desmerecían cualquier cálculo pesimista inicial. La política social, de comunicación, la prepotencia de la acción gubernativa, el escaso tacto parlamentario y un larguísimo etcétera respondían más al ancestral  estilo de la venganza catalana (véase “Els almogavars”) sobre una izquierda que se permitió el lujo de presidir el gobierno siete años seguidos que a una política propia que enfrentase serenamente y con ponderación las durísimas consecuencias de la crisis. Para eso puso el President el “dret a decidir” y la “independència”, como valores principales y banderas de enganche. Nunca sabremos a tenor de los resultados de ayer si la cosa era puro humo marino para encubrir las fechorías o no.

La segunda era presentar las políticas aplicadas con mano dura y con un inexistente sentido de la decencia, como las únicas posibles y que requerían cirugía valiente y poco contemplativa.

Ninguna estrategia funcionó a pesar de las encuestas y las múltiples manipulaciones que hace meses se permite el gobierno ahora en funciones. A la vista de los resultados electorales, la única lectura inmediata que puede concebirse claramente es el rechazo a la unívoca representación del país que el President en funciones exigió al electorado.

Este no se fió del President, ni de sus planteamientos y le ha dado un solemne portazo.
A tenor del nuevo Parlamento, las maniobras pueden ser muchas o pocas, pero si que cabe decir convencidamente que Artur Mas ya no está legitimado para llevar las riendas del gobierno, a pesar de su victoria pÍrrica.

Un President que convoca elecciones anticipadas dos años antes, sin más justificación  que una gran manifestación en Julio, sin cambios parlamentarios, sin que les encuestas manifestaran convulsiones en el seno del electorado, sin una alternativa parlamentaria capaz de hacerle sombra, es un President que arriesga algo que no es suyo en una jugada de dados: todo o nada.

Si Artur Mas piensa que nada debe pagar por ello, cuando ha convulsionado la política interior de Catalunya, transformado los permanentes incumplimientos del estado fallido español en asunto de ruptura, encauzado la marcha política hacia un referéndum justo pero no legal, prometiendo maravillas económicas con la independencia y haciendo desaparecer casi todo lo que puede ocurrir realmente, para que el ciudadano no le quede más opción que la suya. Todo eso no puede quedarse en puro entretenimiento.

Lo lógico, lo sensato políticamente es que Artur Mas abandone su apuesta por continuar con la Presidencia. Ese es el coste real, justo y adecuado a jugar, como el lo ha hecho, al todo o nada.

Les recuerdo la novela de Don Manolo Vázquez Montalbán a propósito de Cesar, hijo del Papa Borgia: Cesar o nada.

Ahora Artur Mas es nada, aunque a el le cueste pensarlo o su entorno se lo haya impedido. Catalunya entra en situación de crisis permanente, no solo en la economía, sino en la política.

Los recortes y la ambición personal han acabado con el President y por mucho que dure, lo hará tal que un muñeco con pilas.


Post scriptum  

“En aquellos tiempos mi padre solía bromear mucho, pero al cabo de dos años, cambió el panorama. Un día mi padre llegó a casa abatido. Mi madre le miró y supo lo que había pasado. Había perdido el empleo (...) ahora mi padre lleva tres años parado. Solíamos creer que algún día volvería a tener trabajo, pero incluso los chicos hemos renunciado ya a toda esperanza.”

Hanna S. Catorce años, diciembre de 1932

Citado por Mark Mazower en la Europa Negra. Capitulo 4º “La crisis del capitalismo”

Ya se que algunos dirán que no es elegante empezar con cita ajena de segundas nupcias,  pero como pienso que como viene ni que pintada para nuestras circunstancias, pueden perfectamente hacer una excepción a su lógica y aceptarla por su capacidad descriptiva.

Como en los treinta, ahora la crisis del capitalismo hace pasar por caja a quien no tiene todos los posibles del mundo y en moneda protegida en algún centro de corrupción monetaria y fiscal.

Como en los treinta, el problema del capitalismo es el paro y la desmoralización plena de los afectados por la crueldad del tratamiento, es decir, las falsas soluciones que se aplican y sus costes derivados.

Como en los treinta, la democracia se hace migas en razón a la desconfianza y en razón a la acción en contra de los tecnócratas analfabetos que toman las decisiones y de los gobernantes sin consistencia, ni estructura moral.

Como en los treinta, el futuro está en manos de la lucha sindical, social y política, por la hegemonía  de la verdadera democracia y de una sociedad más igualitaria y justa.

Esa niña de 14 años que en los treinta retrata la crisis del capitalismo, tal vez con ingenuidad, tal vez con gran conocimiento de causa, representa a los que hoy y en nuestro país carecen de lo más elemental en el plano material y de lo imprescindible en el moral. Trabajo, casa y comida. Esperanza y confianza.

No hace falta mucha imaginación para elaborar un programa de gobierno, pero si hace falta aquello que hay que tener para enfrentar el egoísmo del capital.

Lluís Casas trabajando en emergencias