Este largo título (para un corto artículo) tiene significado propio, casi no parece necesario continuar con lo que sigue, pero por si existe algún lector desorientado en estas cosas incomprensibles de las finanzas internacionales les apunto una cosilla o dos.
Ya hace muchos meses que se lazan voces más que autorizadas (y otras como la del promotor del blog Metiendo bulla y la mía propia) en contra del monopolio de las tres grandes agencias que califican la deuda de los estados, de las administraciones, de las empresas, de los bancos y de los bonos basura. Ello ha sido debido a la interesada y estrafalaria metodología para establecer en qué nivel el acusado está capacitado para devolver la deuda que tiene o la que necesita subscribir. El asunto funciona, en apariencia, como una especie de seguro para los inversores en deuda respecto a la fiabilidad del solicitante de crédito.
Con la crisis, desde el 2007, las agencias, todas anglosajonas, han aparecido como causantes de múltiples estupros financieros utilizando la calificación para hacer negocio, directamente o a través de terceros. Así han recibido encargos, emolumentos y comisiones cósmicas por hacer su trabajo al gusto del que quiere colocar deuda o del que quiere especular contra una moneda. Estos sujetos, los especuladores son en realidad cuatro y el cabo, un oligopolio muy determinado de agentes de inversión especulativa. Los mercados, en términos que calificaría de muy poco aproximado a la realidad.
La cosa es fantástica porque funciona en ambos sentidos circulatorios, se puede favorecer al presunto acreedor, hinchando la duda racional sobre la capacidad de pago del deudor, o al revés, se puede hacer buenos negocios tirando hacia arriba, mejorando, la calificación de la deuda. Incluso es posible que alguien haya hecho el negocio a la vez y en los dos sentidos.
El asunto es harto conocido, así como la inacción de los bancos centrales, los estados democráticos mayores de edad, las instituciones económicas internacionales y finalmente los jueces inactivos por falta de denuncia. Los cuatro largos años de la crisis han dado unos beneficios “impropios”, tanto a las agencias, como a sus aprovechados amigos que harían sudar a Creso de nerviosismo y envidia.
Lo último, de ayer mismo, da la prueba, si ello hiciera falta, de la real actividad de esas agencias. Portugal, como antes Grecia, está sufriendo ataques financieros para encarecer los créditos que debe renovar. Eso que los estultos periodistas llaman la prima de riesgo, sin atender al más leve significado del término.
Portugal está pagando más de un 12% más caro sus créditos que Alemania, estando como están ambas en un sistema monetario único, en el que el interés está en torno al 2%. Ese diferencial se les paga a los “inversores” especuladores en razón a que las agencias de calificación establecen que Portugal no está en condiciones de devolver lo que le prestan.
Ahí, como verán, hay una trampa lógica que da muchísimo dinero de los ciudadanos a los especuladores en asociación con las agencias. Si Portugal no puede pagar, la prima de riesgo, el plus de interés, no tiene sentido, por muy alto que sea. Si no pagan, no cobras, por mucho que hayas subido los intereses. La prima de riesgo salta por los aires. En realidad lo que ocurre es que Portugal sí que pagará (ayudado por la UE), en condiciones cada vez más duras para sus ciudadanos y aunque ese pago se habrá encarecido mucho. De esta manera la prima de riesgo es simplemente el cobro de un chantaje y a la vez una opción real de quiebra para la pobre víctima, puesto que encarece sus costes financieros y la obliga a apretar más las clavijas a la población y a su economía, con lo que se genera más recesión. Todo un éxito.
Eso son, hoy, las agencias, para eso sirven, para expoliar a gobiernos, ciudadanos e instituciones públicas internacionales.
Ahora, desde Europa se vuelven a oír voces para el establecimiento de agencias públicas y europeas, independientes de los beneficios de la manipulación (o de los posibles errores de calificación como dicen esos agentes) que genera el actual triopolio. En realidad cuando han tenido que declarar argumentan que ellos sólo hacen recomendaciones técnicas, sujetas, claro está, al error humano involuntario. Ellos no obligan a nadie. Vean si no, Inside Job. Lo dicen en vivo y en directo al Congreso de los USA.
Ya verán como en un par de semanas se les vuelve a olvidar. Aunque espero que ahora no.
Lluis Casas, hasta el moño de hacer el primo con el riesgo
martes, 12 de julio de 2011
¿A QUÉ JUEGAN LAS AGENCIAS DE CALIFICACIÓN ...
... DE DEUDA O, LO QUE ES LO MISMO, A QUE JUEGAN LAS AUTORIDADES ECONOMICAS ESTATALES E INTERNACIONALES?