Dentro de la enorme cantidad de comentarios en torno al Tribunal Constitucional y la sentencia de l’Estatut, me hago la siguiente reflexión, que creo que no he leído u oído a nadie: Siempre me ha sorprendido que el derecho, asunto opinable e interpretativo donde los haya, haga cesión última en determinados tribunales, a veces unipersonales, para zanjar si una cosa es o no es.
En pura lógica, lo que es interpretable difícilmente puede doblegarse a una sola forma de ver las cosas. Acepto que puede haber un abanico de interpretaciones ajustadas a lo que la norma dice y que otras, que por alejamiento paulatino, no lo sean. Pero insisto que lo que se interpreta nunca puede considerase univoco.
La Constitución, norma jurídica, política y circunscrita a un determinado periodo histórico, es, precisamente por ello, interpretable. Podríamos afirmar que es la norma más interpretable de todas, puesto que figura como norma máxima por expreso deseo del voto parlamentario y del voto popular. Y el tiempo y las circunstancias exigen adaptaciones a los cambios, siempre y cuando permanezca lo que debe: la democracia, los derechos humanos y el etcétera que la razón indique.
Si es tan interpretable, un pequeño grupo de juristas de variadas tendencias, tales como los que pertenecen al Tribunal Constitucional, solo pueden ejercer de árbitros si como mínimo hay una absoluta unanimidad. Lo contrario, es decir, las voces discrepantes, impiden razonablemente que pocos se impongan sobre muchos. Eso es lo que ocurre con el Estatut, votado por todos los parlamentos y mediante referéndum por el pueblo, único soberano.
Además cuando entre el grupo de intérpretes existen las discrepancias extremas, con calificaciones que siguen caminos tan distintos como sorprendentes, uno sospecha que en definitiva no hay acuerdo interpretativo y ni siquiera voluntad de ello, hay simple opinión (una cosa muy distinta), como el Tribunal no está para dar opiniones, este debe marcharse por el foro. Lo contrario es una simple imposición formal sobre la política y el pueblo. De media docena sobre todos. El Tribunal, en este caso esto está claro, ejerce de político no democrático.
Lluis Casas.