Imbuido en la creencia que siempre es mejor planificar que ir a la que salta y afectado por una puesta a punto de ciertos elementos estabilizadores y ambulatorios que exigían una permanencia en un nosocomio, he estado desarrollando una mejora sensible de mi sentido de la previsión. De modo que me he obligado a plantearme la vida a base de votar por correo y medir con alta precisión necesidades y capacidades para las semanas finales de la primavera. Ello me ha llevado, entre otras cosas y ya desde principios de año, a acumular libros para independizarme de los proveedores habituales.
Por ese motivo, también pretendía desaparecer de la edición digital durante unas semanas. Cosa que dos circunstancias, una previsible y la otra no, me lo han impedido. Me refiero a las elecciones europeas y a un libro de gran éxito que separé para mi complacencia inicial en el largo proceso de recuperación de las habilidades ambulatorias que tiene de golpe mucho mayor interés. Voy a lo segundo porque tiene que ver con lo primero.
Les cito “Los hombres que no amaban a las mujeres” del sueco Stig Larsson, primer volumen de la serie “Millenium”. Las aventuras vitales concretas del fallecido autor sueco me las ahorro, aunque les recomiendo su atenta lectura, puesto que creo que también son relevantes para lo que voy a decir. El libro es, sin ninguna duda, de clara inspiración negra. Alerta a quien no guste del producto. Nos sitúa, para nuestro internes, en la crisis financiera que Suecia padeció a finales de los noventa. La trama, que no descubriré por si hay alguien interesado y que no haya leído el libro o visto la película, es enrevesada y llena de complejas relaciones como corresponde a ese tipo de novela. El libro no deja de recordar al lamentablemente cada vez menos presente inspector Wallander, otro habitual de los bajos entresijos suecos, del gran Henning Mankell. Este afortunadamente vivo y coleando.
Recalcó que la novela fue escrita antes de la gran crisis financiera actual y en el contexto de su aparición premonitoria en Suecia. De la novela resalto lo siguiente, una cosa es la economía real de Suecia, que está como está, y otra el estado de la economía financiera sueca, que está hecha una mierda oculta. Manipulada y lanzada a los vientos de los grandes beneficios ficticios. La ingeniería financiera que ha dado en ser simple chapuza choricera. No hay relación real entre economía real y “economía” financiera. Si una abastece razonablemente bien de bienes y servicios tangibles y reales, la otra no hace otra cosa que especular con lo inexistente. Y eso se lo debemos a la ceguera resultante de la falta de regulación, al ensalzamiento de los magnates (según el libro simplemente chorizos de altos o bajos vuelos) que han dado en producir un monstruo destructor.
En el debe, el autor sueco, pone a la prensa económica que ni ha advertido de lo que pasaba, ni le importaba. Esa parte de la novela, leída con ojos actuales, es simplemente demoledora. Una lección cívica y política para nuestra sociedad ciega y sin lazarillo. El sueco Larsson acierta un pleno de quiniela europea. ¿Se han dado cuenta que solo hay dos o tres detenidos y en espera de juicio y en los USA a raíz de lo que se ha ido descubriendo sobre las maniobras financieras? Han desaparecido miles de millones de la divisa que quieran y no se enchirona a casi nadie. ¿Se han fijado que todo y que la banca incumple órdenes y acuerdos gubernamentales, no pasa nada? ¿Se han fijado que dicen al buen tun tun que las cajas están hechas unos zorros y nadie pasa por comisaría o por el banco de España como fase previa?
Incluso con la boca llena de frases anti paraísos fiscales (recuerden Londres), nadie ha desarrollado la más mínima regulación sobre ello. Los paraísos que en un primer momento solicitaban jugar en una división más democrática, asustados por ese elemento mentiroso de la palabra no jurídica, hoy se hacen los disimulados, a ver si pueden evitar firmar el compromiso inicial y seguir en las mismas. En España, no disponemos ni siquiera de un solo chorizo –sea cantimpalo, sea guijuelo-- que echarnos al orgullo nacional. Ni financiero, ni inmobiliario. Apuntamos, eso si, hacia un sastre. Absolutamente demencial, imposible de creer después de lo que hemos visto y oído. Lean a Larsson lo explica desde el pozo sin fondo sueco de finales de los noventa.
Con ello doy el salto a las elecciones. Imaginen unas elecciones europeas en un contexto de acción decidida contra el monstruo financiero y todos los aspectos que lo envuelven. Imaginen a ZP y a Montilla hablando mal de quien ha provocado o colaborado en la crisis y actuando contra ellos y a favor de la mayoría sin miedos ni medias tintas, diciendo la verdad y poniendo los servicios del estado en situación de alerta máxima, depurando responsabilidades y estableciendo nuevas bases sociales, económicas y éticas para el futuro.
Creo yo, simplemente, que a las elecciones hubiera ido incluso mi madre con Alzheimer y todo. Y la derecha estaría buscando electores en el penal de León. Soy de los que creen que la abstención idiota o el voto idiota (que lo hay) desaparece en buena parte si enfrente está claro de lo que se trata: intereses de la mayoría o de una minoría desaprensiva que pugna por volver a hacer lo que les de la gana.
O sea, opino como el jefe.
Y ahora estamos como estamos. Quiero hacerles una pregunta que me ronda por las meninges desde hace unos días. Conociendo como anda el mercado de los créditos, directamente a través de algunas empresas con proyectos sólidos y fiables, proyectos llegados del mundo público (es decir sin riesgo alguno), me informan que sudan la gota gorda para obtener los créditos necesarios y a tipos que harían palidecer al propio don Andrés Iniesta. Pues bien, si esto es así y el sistema bancario recoge periódicamente aportaciones públicas para facilitar crédito, ¿quien se hará cargo de los 300 millones de euros que costará la plantilla de Florentino Pérez (y de los demás que se añadan)?. ¿No será, por casualidad el gobierno, a través de esos fondos para la economía real que acabarán facilitando los recursos que un Santander o cualquier otro pondrá en manos de Sir Florentino para su particular y costosísima operación de maquillaje? No es una pregunta baldía, no señores.
El país, sin recursos financieros, va a transferir al extranjero no menos de 300 millones de euros por unas piernas que a mí, francamente, no me inspiran. Dicho de otro modo, la ley de la dependencia está carente de financiación, esos 300 millones aportarían recursos suficientes para no menos de 300.000 personas afectadas. Si no se lo creen, estoy dispuesto a demostrarlo. Como comprobaran por si mismos, la prensa no dice ni pío, será por que está descerebrada o por que simplemente espera que una parte del negocio acabe en sus manos. O las dos cosas.
En fin, ya ven, las cosas como son.
Lluís Casas (hospitalizado)
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Radio Parapanda. A petición del abogado Pepe Vázquez (Lleida) ponemos en antena este ejemplo ilustrativo de la tradicional modestia granadina. Estése atento a la estrofa donde la diva afirma que “Antes de ser reina, soy de Granada”. Canta: TANIA DORIS "Eugenia de Montijo". Esta es nuestra Tania.