viernes, 15 de mayo de 2009

LA SUBSTITUCION DE DAVID VEGARA







Vaya por delante que todo nuevo cargo es un mundo por descubrir y todo cese conlleva cargas por encima de la realidad. En política suele atribuirse el éxito o el fracaso sin medias tintas, por lo que, en general, nadie es tan bueno, ni tan malo como lo pintan o se pinta.


El abandono por propia jubilación y por nock out del ministro absoluto de economía, nuestro cercano tío Solbes, ha arrastrado a su segundo por exceso de orgullo y de celo. David Vegara creyó poder acceder a la primera línea política y como el presidente, el único que cuenta en esos casos, no lo hizo posible, se sintió despechado y echo el cierre con plazo fijo: un mes. Hoy sabemos de su substituto, José Manuel Campa, vinculado al IESE, a las escuelas de negocios, a las empresas, a la consultoría y a los USA. Como podemos confirmar con su adhesión al grupo de economistas que piden la reforma del mercado laboral con urgencia, el nombrado no es ciertamente un hombre de raigambre social, por no decir socialista. Prima una cierta continuidad, el liberalismo más o menos ilustrado que campa por gobiernos e instituciones internacionales y fluye sin alteración del mundo académico acomodado. Es decir, del mundo que ha fracasado con la crisis, aunque sin la celebridad del bancario y sin reconocer ninguna culpabilidad ideológica.


Pues ahí lo tenemos, de segundo de la nueva ministra de economía. Ahora, en vez de firmar manifiestos, podrá ejecutar esas ideas de reforma sobre los asalariados que defiende a capa y espada. De hecho, como promotor de algunas de las medidas de salvamento bancario, completará su curriculum hacia la vertiente de la reducción de la protección social y de los derechos de los trabajadores. Claro está que será sin acritud y por el beneficio de todos…


La gestión de personal que se realiza en el gobierno no brilla por su oportunidad, eficacia y resultados. El presidente necesitaría a Pep Guardiola con urgencia. Y los sindicatos y el mundo de los trabajadores, con las izquierdas que queden un plan no de defensa, sino de ataque.


Ya veremos.


Lluis Casas sin ningún optimismo.