lunes, 10 de marzo de 2008

LOS INTERESES QUE HAY EN EL AGUA

La pertinaz sequía que nos rodea (recuerden que el término proviene del mismísimo franquismo) está produciendo en España y especialmente en Catalunya unas roturas fibrilares en la estructura social que pagaremos caras, mucho más caras que el precio del agua, si este existiese como reflejo de su verdadero coste.

Les hago un resumen del asunto a efectos de recordatorio. Primero, vivimos en la mayor parte del territorio peninsular en una zona seca y por influencia mediterránea muy voluble en precipitaciones. Segundo, la tradicional política hidráulica ha ocultado los costes reales de su “producción” y distribución, lo que ha comportado usos inadecuados y pocas inversiones en beneficio de la mejor utilización de un bien tan escaso y necesario. Tercero, todo y que disponemos de almacenes de agua (embalses) su distribución y su relación al consumo real muestra disfunciones varias que implican riesgos de escasez por encima de lo tolerable. El territorio barcelonés está permanentemente con el agua al cuello pendiente de la lluvia de otoño o primavera. Cuarto, las soluciones aparecen en los últimos cinco años en torno a la tecnología desaladora y en el momento en que los trasvases descubren su cara malévola respecto a los equilibrios territoriales y ambientales. Quinto, el impulso a una política realista que asume la situación y despliega medios e infraestructuras es reciente y en buena parte surge de movimientos no gubernamentales. Sexto, las políticas relacionadas con el territorio, como el urbanismo, la agricultura y los usos turísticos no se han vinculado nunca con esa realidad de escasez y han incrementado exponencialmente el problema original. Séptimo, el desarrollo económico entendido como un incremento de renta se está realizando con costes altísimos sobre la disponibilidad de agua, sacrificando la vida fluvial a unas rentas monopolistas de carácter muy depredador. Octavo, no tenemos mucho tiempo para rectificar. Noveno, ni es imposible, ni es muy caro adoptar criterios de desarrollo en función de la realidad física, aunque afecta a propietarios de expectativas de beneficio inmobiliario. Y décimo, algo hay que hacer.

El enciclopedismo anterior lo creo necesario frente a la afirmación que sigue. Las políticas gubernamentales en este aspecto necesitan de una fuerte carga ideológica que explique el asunto, informe de los problemas, apunte las soluciones y asuma el coste resultante.

Ahora explico el porqué.

La situación catalana está derivando a mi parecer a una guerra de guerrillas política y de intereses (legítimos y no legítimos) que perjudicarán cualquier solución por razonable que esta sea. El terreno ya estaba abonado para ello: la primera empresa del país, La Caixa, tiene enormes intereses en el sector desde tiempo inmemorial. A través de Aguas de Barcelona abastece (en substitución de competencias municipales) a una parte substancial de las ciudades metropolitanas (la red doméstica podríamos decir) y, también desde siempre, aspira a erigirse en autoridad única del abastecimiento en “alta” (desde las fuentes a las redes locales) en toda catalunya.

En eso la acompañan un periódico sorprendente de derechas como La Vanguardia i políticamente hoy (puesto que ayer en la Generalitat mantenía una tensión de órdago) CIU. El instrumento es el manoseado trasvase desde el Ródano. Trescientos kilómetros de recorrido, a partir de una zona del río que está aguas debajo de la industria nuclear francesa y con un período de realización que nos pillaría a todos secos.

Bien, puestas así las cosas y pendientes de la afluencia del agua desalada en el 2009 que rebajará la tensión, hoy hay tortas. Desde mi punto de vista la escasa presencia de los políticos al mando, incluyo al Presidente y por descontado al Conseller del ramo, desorienta al público y da acicates a los interesados monetariamente. Cualquier fenómeno de riesgo, como la pérdida de agua en una conducción importante, desfigura la situación. Por cierto, muchos hacen escáldalo del caso cuando son conscientes que las pérdidas de las conducciones de Agbar han sido siempre astronómicas y bien conocidas (la empresa las explica en torno al binomio es más caro reparar que perder agua). Esa escasez de ideas y explicación, esa falta de información que manifiestan los políticos afectados creo que es una posición de ocultismo personal para evitar alguna torta fortuita. El pensamiento débil que hay detrás de un político que se esconde no es bueno ni para el, y por descontado, tampoco para los demás.

Tomemos el ejemplo del anterior episodio de tensión hidráulica hace escasamente dos o tres años, nada de esto se manifestó virulentamente, puesto que entonces alguien dio la cara, explicó, dispuso planes y asumió la situación. El resultado fue que en la primera experiencia de sequía grave la pedagogía funcionó, el ciudadano cumplió, los intereses se mantuvieron a la expectativa y después llovió.

Solamente por eso último valdría la pena tener un Conseller que al margen de retratos inmobiliarios les dijera a los catalanes qué han de hacer, y por qué, con el agua.

Lluis Casas, sediento