lunes, 25 de febrero de 2008

ECONOMIA Y ELECCIONES O LECCIONES DE ECONOMIA

Por el gran respeto que me merecen los lectores, y mucho más en este medio, no les recomendaré opción electoral ninguna. Allá cada uno con sus contradicciones. Tampoco les hablaré de la corrida (de toros) entre Pizarro y el tío Solbes, ni la más reciente de los primeros espadas de un país presidencialista fuera de normas. ¿Para que voy a hacerlo, dado el escaso interés real de los eventos y la debilidad intrínseca del cobrante de indemnizaciones o de su jefe provisional?

Por cierto, ¿creen ustedes que hay alguien en este mundo que merezca por su buen trabajo una indemnización de la empresa de 2.000 millones de pesetas al despedirse? Es simplemente pornográfico. Si les hablaré en cambio de un asunto de raro interés: ¿que pintan los gobiernos en el devenir económico de los países?. No crean que sea difícil, es muy sencillo y ayuda un montón para entender las palabrerías de muchos presentados electorales. En primer lugar para orientarles les explicitaré algunas consideraciones básicas:

Primera, en una economía globalizada como la nuestra, la capacidad de determinar las políticas económicas gubernamentales es ciertamente escasa dentro del medio y corto plazo. Las decisiones económicas están en muchas manos, el mundo del dólar, los precios de la energía, las primeras materias, el banco central europeo, la Volkswagen, la inmigración, el banco de Santander, CC.OO., etc. No quiero decir con ello que la acción gubernamental sea innecesaria o despreciable. La acción gubernamental influye pero no define. Cuando algún político se atribuye la creación de millones de puestos de trabajo miente o tiene un ataque de analfabetismo económico. Los únicos puestos de trabajo que crea el ejecutivo son los públicos, esos si son de su competencia. Los demás son producto social, del conjunto de agentes e intereses en acción. En esos casos, el ejecutivo puede favorecer o entorpecer, pero solo eso. Un poco de humildad.

Segundo, si bien la acción gubernamental es ligera en lo positivo, puede en cambio ser muy influyente en lo negativo. La acción de definir si es a la contra tiene efectos importantes en la economía. ¡Ojo al parche!:lo dicho tiene mucho sentido. Cuando un ejecutivo se equivoca al analizar la coyuntura, la economía corre riesgos elevados. Un cambio en los tipos de interés (ahora competencia europea) puede acelerar una fase depresiva y escapársele al gobierno de las manos. De lo que se deduce que un gobierno con una política económica realista, pegada al terreno, con sentido social está mejor pertrechado que aquel que cree que lo puede todo.

Tercero, el gobierno tiene mucha más amplia acción y capacidad de dirección en el largo plazo. Es ahí donde una mejor capacidad de anticipar la jugada puede dar los mejores frutos. Lamentablemente el ciclo electoral de cuatro años es, a mi parecer, excesivamente corto para incentivar a los gobiernos la acción donde mejor se nota. No es nada cosa definir un buen programa de infraestructuras o de educación. Factores estos que determinaran un crecimiento de la productividad social y por ello mejor crecimiento económico. Para citarles ejemplos del impulso gubernamental a sectores que pueden tener a escala internacional un amplio campo de desarrollo les propongo la biotecnología que ha necesitado de capacidad de ver anticipadamente y de apoyo público o, en otro orden de cosas, el conocimiento de los idiomas. Son cuestiones de complejidad variable pero que todas ellas necesitan tiempo de maduración y cuyos frutos se recogen a más de cuatro años: entre una idea, la elaboración de un plan, su ejecución y su entrada en el mundo económico, una infraestructura puede tardar más de cuatro años. Y la formación de cuadros científicos no va a salir por menos de diez.

En fin, ya ven que el asunto es cuestión de tiempo y como aportación personal también les diré que de luces intelectuales e independencia de criterio: la lejanía respecto a los intereses del “estatus quo” no es de despreciar.

A la vista de lo dicho, me pregunto si seguirán teniendo interés en promesas de todo a cinco duros y ahora. Espero que no.

Lluis Casas, asesor.