miércoles, 13 de febrero de 2008

GREGORIO LOPEZ RAIMUNDO


En pocas semanas he asistido a dos actos conmovedores sobre el comunismo, la militancia política, la lucha clandestina por la democracia y la vida.

Del primero les hablé en este medio en un artículo sobre Jordi Solé Tura, del segundo lo haré ahora brevemente.

Para un sentimental como el que escribe un homenaje a un fallecido de la relevancia política e histórica de Gregorio López Raimundo es toda una prueba vital. Cincuenta años de historia catalana son el recorrido de la acción humana y política del personaje, que terminó por generar cientos de afectos personales por encima de razones ideológicas. GLR era un ser afectivo.

Ese homenaje personal era la noble excusa del acto, la realidad fue más impactante: se generó un homenaje a los militantes comunistas que en la guerra civil, después durante el franquismo más duro y finalmente en la transición ayudaron a hacer realidad la existencia de la libertad (o al menos de algunas libertades). Al acto asistían muchos veteranos de las luchas del siglo veinte que a distintos niveles han ofrecido un ejemplo de valentía, dignidad y responsabilidad social que hoy vuelve a hacer mucha falta.

Para ellos el reconocimiento de los amigos en espera del reconocimiento de todo el país.