Primero: Mi hija, que mantiene una relación con el movimiento 15 M, me pregunta a instancias de un correo electrónico que corre por ahí y que plantea el no voto al Senado, de forma que éste se quede con lo puesto y desaparezca del escenario. El argumento es que si hay que recortar, el gasto que supone el Senado nos lo podemos ahorrar sin que nada verdaderamente importante sufra por ello, excepto claro está los que viven de ello.
Mi respuesta es inmediata: si consigues garantizar que nadie vote, no estaría mal la cosa como instrumento de cambio y de plasmación del honrado cabreo. Si no es así, y en esto seguro que coincidimos el que firma el artículo y el que patrocina el blog, lo que harás es entregar sin lucha a la derecha una de las dos cámaras de representación parlamentaria. Ellos estarán encantados, vaya que sí, del mismo modo que lo están en todas partes en donde las izquierdas no han conseguido convencer a sus votantes de que sigan dándoles su apoyo en las dos últimas elecciones que hemos participado y asistido.
Como la chica es más bien espabilada, se escabulle diciendo, orteguianamente, no es eso, no es eso. En el fondo se trata de eliminar lo superfluo y aquí el Senado no es que sea superfluo, sino que no es.
Alto ahí es la siguiente respuesta que le doy, el que no sea ahora, nada tiene que ver con que tenga que ser y el Senado devenga lo que debe, una cámara de representación territorial que trate los asuntos del federalismo. Como si estuviéramos en un estado decentemente constituido. Para ello más vale votar a los que promulgan la idea y no dejar el campo libre para las correrías de los del bigotito.
Segundo. Las coincidencias de la vida hacen que esté leyendo algunos libracos sobre el período de la primera guerra mundial. Asunto que siempre me ha interesado dado que caracteriza un gran cambio político y social y que representa un momento de estupidez máxima del personal humano a casi todos los niveles. Reconocer toca que ciertos partidos, ciertos movimientos, etc. no sufrieron la alucinación colectiva que se extendió por todo el continente a inicios del siglo veinte, pero pese a ello en esos años se produjeron los suficientes acontecimientos y hecatombes para marcar el siglo veinte y preparar la gran conflagración de los cuarenta.
Digo eso por la crisis y por ese devenir altamente contradictorio, espeso, débil e ignorante que los políticos y las instituciones, esta vez mundiales, tratan la masa de pan que tienen entre manos. A pesar de la gran distancia temporal con los años de principio del siglo Veinte y de la diferencia enorme entre tener un conflicto bélico o no en perspectiva, la acción de las élites mundiales parece ser tan simple y ahistórica como entonces.
Hoy se trata de reformar a fondo los sistemas financieros mundiales para hacer posible lo que está al alcance de nuestros medios, reestablecer un cierto equilibrio de poderes, políticos, económicos y sociales, que permitan afrontar los problemas realmente difíciles del sistema y del planeta. Si me permiten decirlo de esta manera, la crisis financiera, bancaria, de la deuda, de los mercados, etc. es
peccata minuta frente a todo lo demás, por ejemplo el cuerno de África, las revoluciones árabes, los nuevos estados locomotora, la crisis energética, y un tan largo etcétera como quieran.
Tercero. Las bolsas mundiales, a pesar de que estamos en agosto, han expresado con contundencia algo que muchos hemos estado diciendo, sin que los gobiernos catalán o español nos hayan hecho mucho caso. A saber, que lo importante es el crecimiento y la ocupación, no los recortes fiscales, no la deuda. Esos son problemas que tienen soluciones nada complicadas a poco que uno se ponga y no haga rechazo de medidas que afectan a ricos, poderosos, grandes patrimonios y grandes empresas. El neoliberalismo, tanto en sus facciones ultramontanas, como en las más aparentemente civilizadas lleva al colectivo mundial a una no salida (No way out, en un film de gran interés cárnico), por aparentes cuestiones de ideología absentista de la realidad y por razones de interés de unos poderes que quieren alcanzar lo absoluto.
Cuarto. En el devenir de los recortes y cuando el recortador se cree psicológicamente gran triunfador, se pueden hacer múltiples tonterías y enormes injusticias. Ahí está la aviesa reforma de las pensiones de supervivencia, el PIRMI, que afectan claro está a gente importante, a gente que sobrevive con los 400 del ala. Ahí está también el recorte de la subvención a las guarderías públicas, recorte aparecido cuando las matriculaciones y los compromisos ya están hechos y que afecta de nuevo al la gente más poderosa. En cambio, este mal gobierno de estultos y depredadores cuida adecuadamente a la gente más débil e indefensa, la banca, los grandes empresarios, los encubridores de negocios fraudulentos, los concesionarios de autopistas madrileñas y los mentirosos públicos empedernidos. Será algo que el país deberá agradecerles. Esa ponderada política de reparto de cargas. Mucha sobre unos hombros, poca sobre otros, de acuerdo a la más eficaz enseñanza cristiana.
LLuís Casas, desplazado de la morera por la tramontana de 1700 km. hora