viernes, 23 de julio de 2010

UN MODO RARO DE REFORMAR





Hasta no hace mucho tiempo, el término reforma se asociaba a cambios políticos, sociales o económicos que iban mal que bien en aras de un mejor desarrollo político (más y mejor democracia) o económico, de una mejor (si me permiten el término) justicia social, de aumentar la distribución de la riqueza o de la renta y un largo etcétera que ustedes ya conocen. Hoy ya no es así.

El término reforma se aplica sin ninguna vergüenza a procesos de regresión democrática, de incremento de la concentración capitalista, del impulso al monopolio financiero, del aumento de la desigualdad social, de reducción salarial, de pérdida de derechos sociales y todas las cosas que ustedes quieran con simplemente hacer la lista diaria al son de las noticias de la prensa. Y todo ello en muchos casos provinentes del campo de la socialdemocracia o de la democracia cristiana, ambos dos adalides del progreso social en esta Europa ensimismada hasta anteayer.

Hoy mismo, sin ir más lejos en el tiempo, un insigne catedrático de hacienda publica y conseller de economía en Catalunya apoyaba el copago sanitario como elemento substancial de la reforma (o contrarreforma como sería adecuado). El hombre en un mal momento de sinceridad aludía a que el uso de los servicios sanitarios o sociales debía generar pagos en función del nivel de renta del usuario, por los fármacos por ejemplo (cosa que ya pasa y el conseller no se ha dado cuenta todavía), por las prótesis y un etcétera de prestaciones más bien depresivas. Siendo como es un catedrático de hacienda pública, debería saber que en pleno desmontaje fiscal es de una gran cara dura expresar que la reforma pasa por pagar por el uso sanitario e incluso por el uso de la red social.

Este hombre, si la evolución no engaña, ha participado con gran entusiasmo en la desaparición de algunos impuestos que pagaban, en general, los más pudientes. Les relato parte de la lista: impuesto de sucesiones (herencias), la reforma ha hecho perder a la hacienda pública algo más de 500 millones de euros en Catalunya. Una cifra que ronda el 25% del déficit de la Generalitat, lo que resalta la importancia del lance. Lo más curioso es que esta figura ha sido “reformada” hace unos pocos meses, cuando el insigne catedrático y conseller de economía tenía en sus manos las cifras del déficit de su gobierno y conocía perfectamente el camino por el que se adentraba: el ajuste sobre el gasto social eliminando prestaciones públicas.

Hay otras figuras que han pasado entusiásticamente por sus manos, de forma directa en algunos casos, y en otros de medio lado. La desaparición del impuesto sobre el patrimonio es otro caso y con él, la pérdida de otros cientos de millones. Para no cansarles dejo la lista aquí, reconociendo que no siempre la iniciativa vino del personaje, aunque, en general, si su aquiescencia.

Hoy nos dice que el camino (no creo que sea en el sentido opusdeistico de la expresión) va por los derroteros que indican que cada uno pague lo que tome, o al menos una parte. Con lo que tendremos, me temo, una especie de carnet fiscal que comunicará al suministrador de servicios públicos a que estamento pertenecemos. Si somos del nivel 1 casi todo gratis, si es el 2 el que nos toca pagaremos un euro o dos, si es el tres la cosa se complicará puesto que abonaremos la pierna ortopédica si es una sola y percibiremos una rebaja en el caso que sean dos. No les aconsejo una operación de cambio de sexo, la cosa estaría por las nubes. En fin, como ven una sociedad y reformada totalmente estamental, la cosa me recuerda a la edad media.

Eso conduce a la quiebra social. Por lo pronto, los servicios públicos exclusivamente para pobres pierden calidad y prestigio, segundo crecen como moscas las aseguradoras y el sector privado, que llega a provocar verdaderas debacles económicas y sociales, como ocurre el los USA, con la menor tasa de protección sanitaria y con el mayor gasto en porcentaje del PIB, la diferencia está en los beneficios de aseguradoras y profesionales. Probablemente lo que se quiere conseguir aquí, aunque esgrimiendo que hay que salvar la protección social de la quiebra a la que se dirige. Quiebra que ha sido solemnemente programada con la laminación fiscal. Una aclaración para los lectores novicios: un servidor nunca estará en contra de cambios técnicos que adapten las prestaciones a las circunstancias, siempre que sean eso, claro.

Yo, que he recibido clases de hacendistas de derechas, pero de rancias raíces metodológicas a favor del sistema de progresividad fiscal, puedo citar a Trias Fargas, por ejemplo, pienso que es más adecuado desde todos los puntos de vista un sistema fiscal adecuado al nivel de prestaciones públicas que la riqueza social del país permite. Obviamente, si estamos por debajo de los ratios fiscales y de los ratios en protección social en Europa, hay algo que no cuadra aquí y ahora, incluso en medio de la crisis que el submundo inmobiliario y el oligopolio financiero han causado.

Pienso que es simplemente el pensamiento liberal del catedrático, que en síntesis dice que los que más tienen se las apañan mejor pagando poco al fisco, es el responsable de la multitud de falsos debates. Y a los demás que les den morcilla o copago.

Si están al tanto de los medios, observaran que junto al catedrático y conseller aparecen muchos individuos con medallas académicas que dicen más o menos lo mismo. No se fíen, son una misma persona y un mismo pensamiento.

Lluis Casas preparando el euro para el centro de salud. ¿Un euro o más?

Por cierto, el pago del euro es antieconómico, se debe contratar un sistema de cobro y liquidación en cada uno de los turnos de cada centro de salud. Sumen salarios y demás y la cosa habría de salir por lo menos a, pongamos, 10 euros la visita. No les digo ya el copago de una prótesis cerebral.