jueves, 2 de enero de 2014

2014 ¿UN BUEN AÑO? YA LES CONTARÉ

Lluis Casas

Ante todo repartir parabienes a los autores y publicantes de los artículos sobre «sindicalismo y política», y sobre la crisis que durante los turrones nos han dado trabajo intelectual. La calidad es sinónimo de inteligencia, haya o no acuerdo entre contertulios y eso, francamente, se agradece a día de hoy. En todo caso, y dejando pendiente alguna reflexión propia sobre el sindicalismo, apreciaría el riesgo de quien se aventurara hacia adelante: ¿Por qué le cuesta tanto al sindicalismo europeo crear una política coherente y unificada (en lo que se pueda), si el adversario ya es, no solo europeo, sino universal? ¿Por qué resulta tan difícil hoy integrar al parado, cuando en otros momentos esa división no presumía la exclusión sindical? ¿Cómo es posible el reduccionismo sindical de hoy día, cuando la tradición propia contemplaba incluso los coros y danzas de alta calidad? Por ejemplo.

Por ello todo ello, nada mejor que empezar el año transmitiéndoles una felicitación navideña “a posteriori” que considero se merece el Oscar o el Nobel por su síntesis del absurdo que en estos días se palpa entre una crisis con efectos devastadores y el mito de la felicidad navideña, ahí la tienen. La  recibí de un amigo y dice así: “Este año he superado mis problemas con el Alcohol y las Drogas y no me ha quedado ninguna secuela. Por eso, quería desearos una feliz Semana Santa y un gran 1994. No me acuerdo muy bien de vosotros, pero creo que me caéis
bien, porque os tengo en la agenda... ¡Feliz verano y viva San Fermín!”

No pongo el nombre del autor, puesto que carezco de su autorización, pero reconózcanme su acertada ironía y lo bien que encaja en el entorno de bullabesa marsellesa a la vista en nuestro entorno.

Leída, comprendida y comparada la felicitación de marras desde el ahora mismo, es decir después de las intervenciones tradicionales de la realeza y de la presidencia del gobierno, su contenido es de una lógica aplastante como método de sobrevivencia en un psiquiátrico del antiguo régimen…

Ni la cabecera del estado, ni la del gobierno se alejan demasiado del mecanismo interno de lo que me dice ese amigo para ustedes desconocido. En sus relatos televisados de lo que fue el año finiquitado, de sus expectativas frente a la nueva anualidad el tópico ensamblaje marxiano (de Groucho) se hace evidente. Hay motivos coincidentes en una y otra versión. La real y la del gobierno, y también los hay de diferente carácter. En un caso es evidente que vivimos la fase final de, al menos, el ciclo político de una persona. Final que puede arrasar no solo con la persona sino con la institución, a poco que la torpeza  (por ser fino en el término) siga imperando en su estrategia familiar, personal e institucional. En el otro caso, restringido al estado federal, la presidencia del gobierno establece nuevas trincheras justificativas de una política económica horrenda y de un cariz autoritario y anti democrático de nuevo cuño. Esas trincheras son de obligada aplicación  por el alejamiento de las razones de defensa primaria en estos dos años de gobierno: la responsabilidad es del anterior, el máximo culpable es Zapatero. Como las canciones del verano, también en este caso, hay que cambiar al menos de estribillo y adaptarnos a la moda; en este caso es el brote verde, la esperanza en la mejoría que aflora y en la seguridad que da un gobierno que ha acertado en su quehacer. Los esfuerzos (robos a mano armada) que la mayoría de la población han sido aprovechados y digeridos por ese escaso porcentaje de poderosos, pero eso en los balances no tiene donde anotarse y en las tribunas gubernamentales no se menta.

Si en el caso de la jefatura del estado, lo dicho y lo hecho choca con lo que el personal sabe y ve, cargando en él debe más números rojos que nunca, en el segundo caso, el de la jefatura del gobierno, la cosa es más cínica. Ni siquiera la imprudente visita a Obama, hecha en busca de foto publicitaria, ha ilustrado la política de clase que el Presidente viene aplicando. Una política de clase errónea y frustrante para la economía del país. El inmenso coste aplicado a las clases populares y medias que la Europa neoliberal ha exigido y que el gobierno propio ha hecho suya a falta de otra cosa, está llegando al límite de la sin razón: el impacto sobre las exportaciones, el sector que aguantaba y daba aliento. El motivo es simple, la dureza del euro frente a las demás divisas. Es inútil buscar una productividad por la vía del despido masivo y la laminación salarial, si finalmente esos presuntos márgenes ganados se lo come la revalorización del euro.

En fin, como testimonio de las expectativas que las cúpulas del estado nos hacen llegar, les envío esta compleja felicitación tardía en el día en que los socialistas hacen público su suicidio político en Catalunya. Lo estoy viendo en directo.