domingo, 29 de septiembre de 2013

LOS RECORTES EN LA SALUD DE LOLI

Las persones con cierta información sobre los sistemas de salud y sus consecuencias en términos de gasto, de eficiencia sanitaria, de bienestar social e, incluso, de rentabilidad económica o productividad, conocen desde hace muchos años la enorme ventaja de aquellos países que basan sus sistemas en la acción pública y dejan en términos marginales las aportaciones de aseguradoras o de centros privados.

Ello es así indefectiblemente y a pesar de las proclamas neoliberales totalmente auspiciadas por el negocio privado, ajeno en profundidad a las preocupaciones sociales o sanitarias. Tampoco al mundo de la sanidad privada le preocupa lo más mínimo el coste de los servicios que proporcionan, si es el caso que recibe los fondos de la administración. Aunque tampoco le atañe mucho si estos provienen de los seguros privados, con los que tienen intimas y concupiscentes relaciones para evitar que los inocentes asegurados vayan con enfermedades caras a sus hospitales o centros de salud. Hay ahí desvíos ocultos hacia lo público, hacia la caridad o hacia la negación de asistencia.

Con una simple mirada a las cuentas de los USA, el imperio,  nos da la clave. Allí el gasto sanitario (la suma del gasto público y sobretodo el privado en el que se basa la mayor parte de la asistencia sanitaria) supera en dos dígitos al de cualquier país con una sanidad pública que merezca tal nombre. Y eso que 40 millones de estadounidenses no poseen acceso a la salud.

Ejemplos a montones e incluso un film de Francis Ford Coppola, “The Rainmaker“, aquí denominado “En legítima defensa”, con un Matt Damon primerizo. Según Wikipedia, Coppola filmó uno de sus filmes más emotivos con la adaptación de la novela de John Grisham  (con Matt Damon, Claire Danes, Danny DeVito, Danny Glover y Jon Voight. Un drama judicial sobrio y emotivo con el que Coppola cierra los noventa.

Desde los foros Internacionales que han conseguido mantenerse ajenos a las propinas que llegan y llenan los bolsillos de los agentes comprables, la unanimidad es flagrante: la salud es un bien básico que ofrece los mejores resultados económicos o sanitarios si se ejerce desde el sector público. Ya no cito las farmacéuticas por exceso de material.

Pero a pesar de todo, no es de eso de lo que quiero informarles. Lo importante es que les explique qué ocurre cuando uno es víctima de los recortes sanitarios, se trata de uno, más bien una, persona concreta que conocemos muchos residentes y visitantes de la ciudad de Badalona y de la que ustedes tienen constancia en dos artículos anteriores. No es lo mismo hablar en genérico que tratar un caso concreto, con nombre y apellidos, familia y voz. Las cosas son mucho más rotundas cuando a lo general se le pone una imagen concreta, una imagen humana.

Pues bien, como ya saben, el gobierno catalán y el español están metidos en la cruzada del recorte sanitario y como tal cruzada genera víctimas y forma verdugos. Unos verdugos son totalmente voluntarios e intensamente vinculados y partidarios del recorte sanitario (siempre que sea a otros, como hacían los gobernadores de las SS que impedían a la población alemana del este huir frente a la llegada del ejército rojo y lo hacían desde Berlín a donde se habían “trasladado” oportunamente ellos y sus allegados), otros son verdugos sin querer serlo, por tener la obligación de atender a la población en sus males y derivarlos a los espacios siderales en espera de la llegada de los extraterrestres.

Las víctimas también son variadas. Desde las que tienen poco problema por su espléndido estado económico, hasta los que tienen que restringir incluso la medicación así que esta tiene unos valores de cierta importancia relativa. Relativa a los ingresos reales de los afectados. Si un enfermo crónico sobrevive con 500 euros al mes, la medicación puede suponer una cifra inasumible. Y si además estamos hablando de tratamientos tecnológicos o químicos de cierta relevancia, la cosa se pone fea.

Nuestra Loli, además de sus aventuras hipotecarias e inmobiliarias, de la que salió vencedora, es una paciente enferma crónica y de tendencia a peor. Ya me entienden. Requiere asistencia habitual, internamientos incluso largos (incluida UVI) y, como he dicho, medicación cara, muy cara.

¿Qué significa para Loli el recorte sanitaria?, Pues bien, ni más ni menos que la reducción de su esperanza de vida, Así de rotundo. Con el aditamento de otra reducción en su calidad de vida, que se degrada por falta de la farmacología a la que tenía acceso hasta hace poco. Loli está hoy pendiente de rápidas degradaciones de su estado, cuando antes podía mantener largas temporadas de estabilidad. Los médicos que la atienden simplemente le explican que ese producto maravilloso que la mantenía en un cierto estado de bienestar y que le suministraban mensualmente, solo es accesible hoy cuando aparece por el centro en estado de máxima alarma. Loli roza permanentemente el límite vital cada día, pendiente que su enfermedad dé el salto o no.

A pesar de ello, Loli sigue con su solidaridad para con los afectados por la ley del talión hipotecaria, aunque ha debido reducir su actividad en beneficio de su ajustada salud. Cosa que, sorpréndanse, algunos afectados no terminan de entender. Los de la ley del talión expanden la infección insolidaria.

Cuando en la prensa, en la TV o en la boquita interesada del conseller de salut vemos u oímos de mayores recortes, recuerden a Loli. La prensa, la TV y la boquita interesada del conceller de salut nos están diciendo que reducen la esperanza de vida, que rebajan la calidad de vida, que eliminan fármacos y tratamientos básicos de personas que viven a nuestro lado. Lo de la rebaja sanitaria no es un concepto económico, o no lo es solamente. No es una cuestión presupuestaria. Es la supervivencia digna de las personas de nuestro entorno que necesitan y les impiden mantener una vida medianamente aceptable y con ciertas esperanzas de futuro.

Hagan un ejercicio cristiano, ahora que el Papa de Roma ha bajado a la tierra (me lo ha dicho el jefe del blog y a él hay que creerle en estas cuestiones de fe divina), e imagínense ustedes haciendo cola en el centro de atención primaria o en las urgencias del hospital correspondiente en trance de pasar a mejor vida o, para no exagerar (que no lo hago) a pasar a peor vida. Por unos dólares o unos euros que se comen otros menesterosos al que el gobierno debe atender, los defraudadores fiscales, las grandes empresas que eluden los pagos a hacienda, los huidos despavoridos en los paraísos fiscales, la banca estúpida que pagamos entre todos y así un etcétera que me pone de los nervios.

Así que Loli aguanta ¡haremos que vengan tiempos mejores!

Lluís Casas y ochenta más