viernes, 30 de noviembre de 2007

EL NUEVO CAMBIO CLIMATICO


Entrevista a Don Lluis Casas

Metiendo bulla. Querido Don Lluis: su reciente artículo sobre el cambio climático en este blog ha sido muy comentado. Por lo demás debo decirle que ha tenido una difusión muy amplia, toda vez que el boletín diario de Comfia lo ha reproducido y enviado a unos 90.000 suscriptores. Le informo también que este ciberperiódico ocupa un lugar destacadísimo en el ránking mundial de los `papeles´ que están colgados en internet: según la auditoría Alexa ocupa el lugar 112.500 en el escenario global, lo que es toda una proeza. Pues bien, el Consejo de redacción de esta bitácora ha creído conveniente hacerle una entrevista sobre tan significado asunto: el cambio climático. Don Lluis, usted disculpe: ¿qué hay, además de la necesidad de enfrentarnos a tan serio problema, de moda en todo ello?


Don Lluis Casas. En los comportamientos sociales y políticos a menudo se encuentran posturas cercanas a la estética pero con escasa ética de fondo. Podemos admitir una cierta moda, entendiéndola como una postura de poco calado personal, en las manifestaciones particulares frente a los problemas ambientales. Mucha gente expresa su sentimiento favorable al medio ambiente y contra el cambio climático, pero poca sabe lo que verdaderamente significa su expresión respecto al esfuerzo personal y colectivo que conlleva. Otra cosa es utilizar expresiones o incluso publicidad directa, hasta cierto punto manipulada, para reforzar una imagen empresarial de responsabilidad. De eso hay abundantes ejemplos en cada periódico que leemos y los nombres empresariales que hacen ostentación de lo que no tienen, o no son, son renombrados y conocidos.


Los sistemas de acreditación europeos, ISO, EMAS, etc. tienden a valorar lo objetivo frente a la pura propaganda. Fijémonos, pues, en ellos y exijamos que las posturas empresariales estén avaladas por acreditaciones honestas.

De todos modos, una moda es una cierta respuesta a la emergencia de ideas o de posturas. En ese sentido bienvenida una moda ambiental. Como el río va en esa dirección, el acompañamiento frívolo no hace mucho daño. Pero, atentos, la cuestión principal está en otro lado.

Metiendo bulla. Dispense, don Lluis. ¿Qué entiende usted, en este caso, por “cuestión principal” y, más todavía, dónde está ese “otro lado”?

Don Lluis Casas. Lo principal es determinar y asumir que estamos en una fase de transformación económica y social que afectará a muchos sectores productivos en función de su desarrollo técnico y científico. El coste energético, la reducción de los impactos ambientales, en definitiva la huella sobre el cambio climático deberá reducirse tecnológicamente. La industria que no esté preparada o dispuesta a esta transformación será sustituida. Como ejemplo, los vehículos a motor de explosión actuales serán obsoletos en cinco años. Los materiales para la construcción se adaptarán rápidamente a las exigencias de bajo coste energético y aislamiento térmico, como muestran los recientes codigos tecnicos. Y así muchos otros.

No puedo valorar otros aspectos que tenderían a modificar hábitos de vida, puesto que en este caso estamos ante una clara especulación intelectual.

Estas cuestiones no son nuevas, han sido expresadas desde la ciencia y desde la política en muchas ocasiones, lo nuevo será la fuerza moral de la constatación indudable del cambio climático y las exigencias normativas que se implantaran.

Metiendo bulla. De todas estas cosas ya habló en su tiempo Enrico Berlinguer. Recuerdo especialmente la polvareda que levantó su famoso discurso sobre la austeridad y las ampollas que levantó dentro y fuera de su partido, el partido comunista italiano. Lo cierto es que Berlinguer fue un anticipado y, curiosamente, nadie lo dice; ni siquiera los ambientalistas, muy celosos ellos de haber sido la partera. Ahora bien, podría darse el caso que de las posiciones estéticas se pasara a las “de interés”, esto es, a entender que, tal como dices, alguna solución tendrán que darle a todos esos productos que entrarán aceleradamente en una fase de obsolescencia...

De todas formas, querido maestro, pienso que no se puede hablar del cambio climático sin entrar, gradualmente, a fondo en las necesarias reestructuraciones y reorientaciones del modelo productivo y de los consumos. Digo gradualmente. El problema es y, por ello, le pregunto de manera impertinente: ¿abordarán los agentes sociales en sus prácticas contractuales unas medidas que establezcan prioridades, vínculos y compatibilidades con las exigencias del cambio climático? Porque, sin impugnar la estética, se pude caer en el riesgo --¿lo estamos ya?-- de un bla, bla, bla por los siglos de los siglos...

Don Lluis Casas. Varias preguntas en una sola. Respondo por partes, que es forma científica de entenderse. Las llamadas a la conciencia en pro de un desarrollo menos económico y más cultural, más favorable a la vida humana que a los objetos, son más que viejas, aunque siempre actuales. Podríamos citar a los filósofos esclavistas griegos, como ejemplo contradictorio. Pero más cercanos tenemos filósofos y políticos de raíz comunista (Berlinguer como comunista democrático, W. Harich, como comunista autoritario y otros de ascendencia religiosa, como Gandhi o el mismo Juan 23, sin ir más lejos. Desde el lado de la ciencia la documentación del primer club de Roma daba los toques adecuados en el ya lejano 1972. Hay un fondo ideológico indudable y sólido en pro del desarrollo basado en bienes intelectuales y colectivos (una vez se ha alcanzado un bienestar social considerable) frente a lo que llamamos consumismo frenético. Esto enlaza confortablemente bien con las exigencias actuales y con la visión de un nuevo concepto de selección natural aplicado a los humanos, lejos ya de la lucha por la vida biológica.

De todos modos creo que a pasos se avanza con mayor seguridad y pienso que ahora es el momento de asumir lo que razonablemente y políticamente se pueda y deba, un cierto cambio de modelo pautado, dar prioridad a las medidas de reducción energéticas, etc. Como la ciencia y la tecnología podrían tener respuestas a la demanda de energía en un futuro, hay de dar tiempo a los científicos y a los ingenieros, creo prudente ser expectante en cuanto a los modos de vida sociales, al margen de creencias y pensamientos. Ese cambio de modelo conlleva reestructuraciones productivas relevantes. Un mayor protagonismo tecnológico y posiblemente mucha novedad en productos de consumo que absorben poca energía. En cierto modo, poco a poco va aflorando ese esquema productivo: reutilización de productos, mayor durabilidad, eficiencia energética, etc. Los precios de la energía, del agua, etc. cuando se internalizan en los precios favorecen las tecnologías y los consumos “verdes”. Eso lo estamos viendo día a día. Ojo ahí, el sector público debe velar para que este proceso no induzca a dualidades sociales. El bla, bla, pienso que ya está formalmente superado.

Metiendo bulla. ¿Formalmente superado no es una cierta exageración, Don Lluis?

Don Lluis Casas. No, no lo es. Ninguna empresa importante ha dejado de observar, seguir y aplicar medidas en el sentido ambiental. Como ejemplo puedo exponer la crisis de las empresas automovilísticas basadas en el modelo americano, coches grandes y dilapidadores de carburante, que pierden cuota de mercado frente a los europeos y japoneses con tecnologías alternativas. Esas mismas empresas en crisis en los USA tienen éxito en Europa utilizando criterios técnicos parecidos a sus oponentes europeos y japoneses. El ritmo, la intensidad y la extensión mundial de ese cambio son los objetivos. Europa y Japón no pueden ser islas ambientales. Para no parecer excesivamente optimista, cito al transporte (por tierra, mar y aire) verdadero eje de la producción mundial actual, como factor de choque, muy duro de pelar. Sector en el que coinciden grandes intereses económicos, un enorme número de trabajadores y un concepto del consumo vinculado a una pretendida libertad individual y al reconocimiento social. Otro será, indudablemente, el encaje de bolillos sindicales respecto a productividades, salarios y ocupación en un mundo de cambio acelerado.

Metiendo bulla. Un momento, Don Lluis. Afine un poco más la puntería, que usted puede. Aclare eso del “encaje de bolillos”. Y, si le parece –le recuerdo que usted puede-- eche mano de cómo vincular “productividades, salarios y ocupación” con la berlingueriana propuesta de cambiar gradualmente el modelo de producir y consumir. Lo digo porque también existe una estética sindical, basada en la retórica del lenguaje congresual que poco tiene que ver con la rutina de las prácticas contractuales que siguen, por lo general, instaladas en las prácticas de los viejos tiempos de Doña Cadena de Montaje.

Don Lluis Casas. Debo reconocer que es más fácil hablar que hacer, comentar que disponer de un programa político y económico de acción. Pero ahora bien, pienso que el entramado político social del estado de bienestar y del mundo sindical (regulación, legislación, etc.) puede ser un importante activo frente al cambio si hay, primero, pensamiento y acción política y, segundo, perspectiva de futuro de los sindicatos y empresas. Me explico: el cambio puede ser visto como uno más de los procesos de reestructuración industrial o económica que hemos vivido y, como ellos, si podemos planificarlo mediante acciones públicas y entendimiento con amplios sectores sociales (empresas y sindicatos) podríamos tener un buen programa de transición. O, en todo caso, mejor que una cabalgada sin control. De ahí esa expresión, tal vez no muy afortunada, de encaje de bolillos. Se trata de aprovechar el sistema político basado en el acuerdo y el pacto para ofrecer una alternativa al caos que genera el cambio.

Respecto a eso, un poder público que encabece el cambio es fundamental y lo haga con sentido colectivo y social. La formación de los trabajadores, la facilidad para integrar la ciencia y la tecnología en la empresa, la elección de sectores sensibles para que dispongan de un cauce acordado de cambio, me parecen estrategias razonables y útiles.

El precio de los hidrocarburos es un síntoma de lo que puede suceder con los recursos energéticos y a la vez un excelente incentivo del cambio, en ese aspecto hay experiencia histórica reciente. Aunque es bueno tener presente que el futuro no nos es conocido, aunque si imaginado.

Metiendo bulla. Y usted que lo vea, don Lluis...

Don Lluis Casas. Mejor que lo veamos todos.