viernes, 13 de abril de 2007

LA ONU Y EL TIEMPO METEOROLOGICO

Lluis Casas

Me permito sumarme al alud de comentarios que el reciente informe de la ONU sobre el cambio climático ha suscitado. Informe que ha sido completado por un análisis más en detalle sobre áreas geográficas continentales. No entraré, faltaría más, a detallarles lo que dicen uno y otro. Son ustedes leídos para encararse con la prensa o con los medios diversos que la tecnología nos ha dado. Sólo me permito un brevísimo resumen de ambos: el asunto está que arde y más en el Mediterráneo. Como indica la canción de Serrat.

A partir de esta apreciación científica, permítanme ustedes dos comentarios de pasada: ¿Cómo es posible que a la prensa en general se le hayan abierto los ojitos tan glaucos que tiene en un abrir y cerrar de ojos, nunca mejor dicho? Y, ¿cómo es posible que el aparato político administrativo doméstico no haya abierto la boca, que para esto está, la boca y el aparato?

En el primer caso, uno llega a pensar que alguien está diciendo, ¿anda, cómo no nos habíamos dado cuenta, con la de portadas que podríamos haber hecho? En el segundo, la expresión es más infantil: yo creía que a mi esas cosas no me pasarían, o que alguien las evitaría y me ahorraría preocupaciones, decisiones y costes.

Y no crean que sea un decir. Hoy mismo, un economista académico (sector neoliberalismo-pijismo) que en Barcelona viste chaquetas en eastmancolor, made in Bob Hope, viene a decir en La Vanguardia, que para qué: total, el mundo se va a hundir igual. Y lo hace en términos del tipo de interés, que posiblemente es el interés de ese tipo. Cosa elocuente e incluso poética, si lo piensan bien. Una demostración de la consciencia del periodismo y de la académica sabiduría del corto plazo.

Ciertamente, el paisaje que se nos deviene no es como para amortizar la hipoteca. La ONU lo ha dicho claro, meditado y con datos suficientes. Ahora bien, no ha dicho nada nuevo, simplemente lo ha expuesto en una vitrina mediática sólida y considerablemente fiable. Eso es todo lo nuevo.

Si el deshielo es o no es, lo sabíamos. Si el nivel de mar subirá, lo sabíamos. Si van a desaparecer un montón de especies, lo sabíamos. Y así un largo etcétera. Incluido en el etcétera que no tenemos tiempo para echar una cabezada, y hay que ponerse a toda velocidad a suavizar los efectos, modificar el rumbo y plantar alternativas.

¿Tenemos lo que hay que tener para la misión que nos compete? Me permito responder, recordando dos detalles recientes: El informe inglés de hace unos meses que ustedes tuvieron a mano en este medio y el asunto Al Gore, a su alcance en forma de libro o película. Los dos son planteamientos realistas y políticos, con una excelente base técnica y científica. Los dos expresan alta preocupación y los dos dicen que es posible rectificar y retomar el mando. Antes de la ONU y por personas vinculadas a la alta decisión política, que es mucho decir.

¿Y por aquí?, es decir Europa, España, Catalunya, Barcelona, Parapanda? Muy bien y ¿ustedes? Yo no he oído nada, aunque es de sobras conocida mi tendencia a la sordera doméstica. Aunque sugiero algunas preguntas de itinerario:

¿Quién es nuestro Al Gore? ¿Dónde está nuestro informe? ¿Qué medidas, que no sea apagar la luz a las diez o poner depresores en los grifos, están preparándose? ¿Hay alguien, político personal o político orgánico, dispuesto al sacrificio o al menos a pagar el coste de cumplir con el deber? ¿Qué hace al respecto esa cosa llamada sociedad civil y económica?

Entretanto nos responden, definamos algunos escenarios:

El primero es que todo sigue igual. Hoy por ETA, mañana por Afganistán, esperaremos que alguien haga lo que deberíamos hacer por nosotros. Como la conocida avestruz australiana, que prefiere no verlo. Puede ir bien, si otros hacen nuestro trabajo y puede ir mal. Muy mal.

El segundo es que se tome como prioridad tanto la acción doméstica (a todos los niveles administrativos) seria y la acción internacional en beneficio de la movilización de recursos económicos, tecnológicos y científicos. Como si se tratara de una tercera guerra mundial, pero sin guerra. Una verdadera sorpresa histórica. Puede ir mejor en cualquier caso y razonablemente bien si coincidimos unos cuantos. Se trata que ponerse delante del carro. Recuerdan la psicología de la lucha por la democracia y contra el fascismo. Pues algo parecido: consciencia social y lucha política en un nuevo territorio.

El tercero es que todo era mentira. Los automóviles son sanos, el CO2 tiene gusto a almejas y la Tierra es plana, mide seis veces más de lo que dicen y el Sol, los planetas y les estrellas giran alrededor suyo. Prefiero no verlo.

A modo de ejemplo de cómo estamos si no nos movemos, les incluyo una noticia digital que aparece hoy en un periódico en catalán y que, para evitar suspicacias con la administración Aguirre, traduzco debidamente:



Titular: EL CAMBIO CLIMÁTICO PUEDE REDUCIR LA TEMPORADA DE ESQUÍ EN CUATRO SEMANAS.

Debajo sin remarcar:

La falta de lluvia acentuará la sequía y reducirá la producción eléctrica.

Lluis Casas angustiado